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La increíble historia del Renault Clio V6

Renault Clio V6
Icono.

La historia del Renault Clio V6 es algo que, a día de hoy, sería impensable. Se trató de una locura ocurrida a finales del siglo pasado, un concepto surgido como tributo y que acabó resultando en un modelo icónico que amplió el legado deportivo de Renault.

Todo comenzó en el 98, concretamente en el Salón del automóvil de París, en el que se presentó un Renault Clio muy peculiar: bajo el nombre de Clio V6 Concept se encontraba un prototipo especial que replicaba la configuración ‘todo atrás’ del mítico Renault 5 Turbo.

Aunque a priori pudiera parecer un ejercicio de diseño, lo cierto es que el proyecto se desarrolló pensando en llevarlo a la producción, como un modelo cercano a la competición pero homologado para circular por la calle. Tardó un tiempo, pero en 2001 vio la luz.

Se respetó el prototipo de manera escrupulosa, lo que dio lugar a un Clio altamente modificado que variaba mucho respecto al modelo convencional. Sus vías estaban ensanchadas de manera notoria (+171 mm de anchura) , el paragolpes delantero era específico, contaba con entradas de aire delante del eje trasero, la caída del techo era más pronunciada de lo habitual (no había plazas traseras, puesto que en su lugar estaba el motor) y en la zaga dos salidas de escape se situaban en posición central.

El elemento más destacado era su motor, que tras evaluar varias opciones, acabó siendo el bloque V6 que montaban los Laguna, Avantime y Espace de la época, pero modificado para entregar una mayor potencia: 230 CV y 300 Nm de par máximo. A esto sumaba la tracción trasera, frenos de disco en las cuatro ruedas (pinzas AP Racing de cuatro pistones en las delanteras), chasis específico, caja de cambios manual de seis velocidades, etc.

Ejemplificaba perfectamente lo que era un compacto radical, alcanzando los 100 km/h desde parado en 6,4 segundos, pero no todo era cosas positivas: su maletero era realmente pequeño (apenas 67 litros), su elevado peso (1.381 kg) hacía que su comportamiento dinámico se resintiera y a todo ello hay que sumar que no era un coche fácil, exigía muy buenas manos y penalizaba mucho los errores, por lo que no era un coche para todo el mundo.

Por suerte, la marca francesa aprendió de sus errores y en 2003 lanzó el Renault Clio V6 Fase II, una puesta al día en la que el fabricante aprovechó para eliminar la mayoría de los puntos negativos del original.

Estéticamente es donde menos cambió, pero los pequeños ajustes como las nuevas ópticas o las llantas de mayor tamaño fueron suficientes como para darle una imagen todavía más agraciada que, además, iba en consonancia con su mayor deportividad.

Para empezar, el motor seguía siendo el mismo, pero su potencia creció hasta los 255 CV. Esto hacía que el ‘sobrepeso’ fuera más llevadero (y eso que en esta segunda versión aumentó hasta los 1.405 kg), algo a lo que también contribuyó el acortamiento de los desarrollos de las marchas, que en el original pecaban de demasiado largos. Con ello se consiguió un comportamiento más alegre que se materializó en una rebaja en su aceleración de 0 a 100 km/h hasta los 5,8 segundos.

Como guinda, la puesta a punto del chasis cambio también a mejor y las suspensiones también ganaron enteros, lo que era de agradecer. A pesar de ello, que no lleve a equívoco, puesto que seguía siendo un automóvil que exigía mucho al conductor.

El Renault Clio V6 fue un coche bastante exclusivo debido tanto a su propuesta como a su precio (6,5 millones de las antiguas pesetas cuando se lanzó al mercado), lo que hizo que no salieran de fábrica muchas unidades, poco más de 1.600 ejemplares de cada una de las fases.

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