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Ferrari F40: el eterno favorito

En su día fue el más caro, el más potente, e incluso llegó a ser el modelo de calle más rápido del mundo. Pero para la gran mayoría, fue, sigue, y seguirá siendo, el mejor y más bonito ‘cavallino’ de todos los tiempos: el Ferrari F40.

Para comprender mejor el nacimiento del mítico Ferrari F40 hay que remontarse a mediados de los años 80: Enzo Ferrari, ya mayor y desgastado, estaba muy enfadado. Veía cómo sus bólidos de competición eran superados una y otra vez.

El renovado Lamborghini Countach 5000 QV con 455 CV dejaba atrás al Ferrari Testarossa (de solo 390 CV) y acababa de aparecer el flamante y exclusivo Porsche 959, que estrenaba todo un arsenal tecnológico inédito para la época y llegaba hasta los 317 km/h. Hasta su buque insignia, el Ferrari 288 GTO, se había quedado rezagado. ‘Il Commendatore’ no podía permitirlo. Así que, aprovechando el 40 aniversario de la escudería, encargó a Nicola Materazzi (por aquel entonces ingeniero de Ferrari y responsable, por ejemplo, del Lancia Stratos o el Ferrari 328), que desarrollara el superdeportivo más rápido del mundo. Había que desbancar al último invento de Porsche y tenían que demostrar el potencial que realmente había en Maranello.

Para desarrollar la nueva máquina, Ferrari tomó como punto de partida seis unidades que tenían guardadas a las que habían llamado Ferrari 288 GTO Evoluzione, que no eran más que una evolución del Ferrari 288 GTO (que fue el primer modelo de la firma en incorporar un propulsor turbo),para poder competir en la famosa categoría de Grupo B, que acababa de ser prohibida.

Tenía un motor V8 en configuración central que cubicaba 2,9 litros. Le montaron dos generosos turbos IHI que soplaban a 1,1 bares e iban acompañados de sendos 'intercoolers'. Con todo, conseguía alcanzar unos endiablados 478 CV con una increíble potencia específica de 163 CV/litro. En Ferrari lo iban a llamar 3000LM debido a su cilindrada, pero el periodista Gino Rancati propuso el nombre con el que finalmente se conocería al que fue, el coche de calle más rápido de su tiempo: Ferrari F40.

Un año más tarde, el 21 de julio de 1987 (hace ahora 25 años del Ferrari F40), en módena desvelaba al mundo su nueva obra maestra. Alcanzaba los 324 km/h y aceleraba de 0 a 100 en 4,5 segundos. Enzo, asombrado ante tanta belleza, solo acertó a decir “Bello…molto bello”.

Era el primero en utilizar un chasis tubular de acero y un monocasco de fibra de carbono y kevlar en la parte del habitáculo (a la hora de entrar hay que esquivarlo en la parte baja). El director de Pininfarina, Leonardo Fioravanti, fue el encargado de diseñar su espectacular carrocería, que fue estudiada en el túnel de viento de Fiat. Contaba con los famosos faros retráctiles y pese a su enorme y anguloso alerón trasero y no tener carenado inferior, ofrecía un coeficiente aerodinámico récord para la época: 0,34.

Su novedosa piel estaba fabricada de kevlar, fibra de carbono, aluminio y fibra epoxi. Gracias al uso de estos materiales tan avanzados, su carrocería pesaba tan solo 46 kg.  El deportivo italiano conseguía parar la báscula en unos escasos 1.100 kg. Pero una cifra de peso tan baja, y menos con un pesado V8 con doble turbo detrás, no se consigue únicamente gracias al uso de ciertos materiales. El Ferrari F40 prescindía de todo y su concepto no podía ser más contrario al de su eterno rival alemán, el Porsche 959. De hecho, es una de las causas principales que le hicieron legendario: su nula concesión a la comodidad.

No tenía radio. ¿Quién la necesitaba con ese propulsor chillando y explotando tras su cabeza?. Nada de alfombrillas, ni casi paneles en sus finas puertas. Es más, no contaba ni con maneta para abrirlas desde dentro; había que conformarse con tirar de un cable y empujar. En las primeras unidades fabricadas, las ventanillas eran de plástico y no podían abrirse. Incluso la capa de pintura era tan fina que podían intuirse las tiras de la fibra en algunas partes de su carrocería. Lo que fuera con tal de arañarle gramos al conjunto.

Esta filosofía no se limitaba solo al acabado. Mecánicamente prescindía de ABS; es más, el pedal del freno apenas contaba con asistencia. Tampoco había dirección asistida. Y más vale la pena engranar sus cinco marchas de su caja de cambios a base de un ‘punta-tacón’ perfecto en cada reducción... o las consecuencias podían ser 'puñeteras'. Los pedales del embrague y del también requerían de buenos cuádriceps y gemelo, pero también del mayor de los tactos.

Y es que, un coche tan ligero, de batalla tan corta (2,5 metros), motor central y un autoblocante trasero tarado al 50 %, no lo hacían precisamente el coche más noble de reacciones. Para más INRI, su salvaje motor desarrollaba únicamente 180 CV al funcionar de manera atmosférica pero, una vez alcanzadas las 3.600 revoluciones, sus dos turbos explotaban y entregaba los 478 cv de golpe. Casi nada.

Se dice que, por ejemplo, prácticamente la mitad de las unidades fabricadas han sufrido grandes accidentes (con graves repercusiones para sus incautos conductores).

Aún así, el Ferrari F40 conquistó al público. Fue un rotundo éxito de ventas del que terminaron fabricando 1.315 unidades. Nada despreciable para un coche de sus características y precio: en España se vendía por 40 millones de pesetas (240.000 euros) a principios de los años 90. En un principio solo se iban a fabricar 400, pero la enorme demanda obligó a terminar fabricando ese gran número, bien debido a su impresionante estética, su brutal comportamiento o simplemente la especulación (algunas unidades llegaron a venderse por hasta 150 millones de pesetas). El piloto Nigel Mansell vendió al poco tiempo el Ferrari F40 que el propio Enzo le había regalado por su llegada a la escudería por algo más del doble de su precio de salida.

Muchas personalidades se hicieron con uno, como el jugador de fútbol argentino Diego Armando Maradona o el batería de Pink Floyd (Nick Mason), que más tarde prestaría al ingeniero Gordon Murray para el desarrollo del McLaren F1.

Su característico y a la vez temido comportamiento le han convertido en una auténtica leyenda. Su espectacular imagen ha conseguido desde entonces su propio hueco en las paredes de las habitaciones de muchos adolescentes y se ha ganado a pulso el cariño y admiración de todos los aficionados al automóvil y, aunque actualmente ya no sea ni el más caro ni el más rápido, para muchos ferraristas siempre será el favorito.

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