Nissan 370Z Nismo, a fondo en Cheste

Lo que hoy tengo entre manos es una verdadera pasada. Un Nissan 370Z Nismo Ni más ni menos que un 370Z potenciado y mejorado en su estética y su chasis. Y, como debe ser, lo voy a probar en circuito. El trazado de Ricardo Tormo, en Cheste (Valencia), me abre sus puertas para ponerlo al límite. España es el primer país donde aterriza esta unidad de pruebas y ahí estoy yo, con el caso puesto, observando su imagen en el pit lane.

Doy una vuelta completa al Nissan 370Z Nismo y me fijo en su frontal más agresivo, pensado para facilitar el flujo de aire cuando se rueda a alta velocidad, sus llantas exclusivas de 19 pulgadas, sus neumáticos más prestacionales y esas llamativas pinzas rojas que anuncian un equipo de frenos más gordo que el de un Z cualquiera. También la trasera es más agresiva, con un alerón que pretende llamar la atención y mejorar la aerodinámica a partes iguales y, por supuesto, no me olvido de la decoración Nismo que presenta en varias partes de la carrocería.

Pero este Nissan no es una simple operación estética, va más allá. Me pongo al volante, arranco el motor, desconecto el ESP y abandono la zona de boxes a medio gas, sin rebasar el límite de velocidad, como dictan las normas. Con la ventanilla aún a medio subir puedo escuchar cómo rebota el sonido del nuevo sistema de escape contra las paredes, más poderoso que nunca. Entro en el circuito y pego el pie derecho contra la alfombrilla. Ya empiezo a saborear los 344 CV de su V6 de 3,7 litros. Tiene 16 caballos más que el Nissan 370Z normal y un pelín más de par motor (371 frente a 363 Nm). Lo mejor del Nissan 370Z Nismo, en cualquier caso, no está en las rectas. Es al llegar a las curvas y reducir marchas con su cambio manual que se encarga él solito de dar un golpe de gas para igualar las revoluciones (es como hacer un punta tacón, pero sin usar el tacón), cuando realmente me lo paso bien.

El chasis del 370Z Nismo cuenta con nuevos reglajes de suspensión y el comportamiento en apoyo es algo más firme de lo habitual. Y lo mejor de todo es que la capacidad de tracción a la salida de los virajes es muy buena. A pesar de ser un coche de propulsión (y de pisar el acelerador sin piedad), tiene más querencia a ir sobre raíles que a escaparse de atrás. Apenas he tenido que hacer un par de contravolantes en esta sesión... y no será porque haya rodado precisamente relajado. Seguro que el asfalto abrasivo de Cheste tiene mucho que ver en esto, supongo que en la calle el nivel de agarre no será ni medio parecido, pero ahí queda el dato.