Kia Carnival 2.2 CRDi: potencia para dar y tomar

El Kia Carnival, sin llegar a ser un monovolumen perfecto (tampoco creo que sea su pretensión), acumula virtudes para convertirse rápidamente en un producto interesante. Y si no lo crees así, juzga tú mismo a partir de lo que ahora te voy a contar. El primer aspecto a tener en cuenta en un coche de este tipo es, por supuesto, el espacio. Pues bien, en este sentido, el coreano es capaz de dejar en evidencia a algunos de sus competidores europeos, a pesar de no tener una longitud ni una batalla especialmente generosas.

Muy habitable en su interior, el Kia ofrece siete plazas (todas ellas de serie) y una sensación de desahogo que hace que los pasajeros se puedan mover con total libertad, incluidos los que viajan en una tercera fila más amplia de lo habitual. Eso sí, no pierdas de vista que mientras tengas en uso estos dos asientos, el maletero quedará reducido a unos escasísimos 180 litros. Muy poco. Otro apartado en el que destaca (quizá el más importante) es su precio de salida, que es bastante contenido. Además, los 31.700 euros que cuesta no implican un equipamiento pelado, como cabría esperar, sino más bien lo contrario.

El acabado básico Active ya incorpora ocho airbag, ESP, control de crucero, automatismos de luces y limpiaparabrisas o sensores de aparcamiento. Y muchos de estos elementos forman parte de la lista de opciones en la mayoría de rivales, así que es algo a tener en cuenta. Aunque en realidad lo mejor está bajo el capó. El propulsor 2.2 CRDi, gracias a una serie de ajustes, ha visto incrementada su potencia hasta los 195 CV.

Pero como te decía al principio, este coche no es perfecto. Diseño, materiales y ajustes quedan muy lejos de los mejores del segmento y, a la hora de hablar de comportamiento, se nota una pesadez y falta de agilidad que llaman la atención