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Prueba Audi R8 LMX: el superdeportivo con láser

Desde que se anunció esta exclusiva versión, en Audi han estado casi más interesados en contar que su flamante Audi R8 LMX monta unos superfaros láser que de dar a conocer cualquier otra cosa del coche. Nosotros, en cambio, nos quedamos con su conducción. Es absolutamente adictiva...

Te presento la versión más exlcusiva del R8: el Audi R8 LMX. Audi ha vendido los faros láser de esta edición especial a bombo y platillo, cuya producción asciende a solo 99 unidades en todo el mundo. A juzgar por cómo están ideados, estos faros parecen venir de otra galaxia: cada unidad genera un cono de luz con el doble de alcance que los faros LED, gracias a cuatro diodos láser de alta potencia que cuentan con un diámetro de sólo 300 micrómetros. En total generan un haz de luz láser azulado con una longitud de onda de 450 nanómetros. Sigue leyendo que esto no ha hecho más que empezar... Un convertidor de fósforo transforma ese haz en luz blanca para que sea apta para circular. Interesante, ¿verdad? Seguro que ahora te estás preguntando por la temperatura de color... Venga, apunta: 5.500º kelvin, lo que aporta unas condiciones ideales para el ojo humano. ¿Ventajas? Mejoran la visibilidad por la noche y mitigan la fatiga. 

Esa es la teoría; en la práctica, sinceramente, no acabo de percibir una gran diferencia con respecto a unos faros LED, aunque es cierto que la longitud del haz parece algo mayor. No obstante, hay que aclarar que esta tecnología láser solo se activa por encima de los 60 km/h y que complementa el haz de la luz LED que también incorpora este R8 LMX. Pero dejemos de hablar de los faros porque este Audi tiene mucho más que ofrecer. ¿Crees que es un Audi R8 cualquiera? Para nada...

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Por fuera te vas a dar cuenta enseguida de que se trata de una versión muy exclusiva por su color Azul Ara con efecto cristal. El gran alerón trasero es fijo y también es específico, así como los spoilers delanteros, la cubierta del motor o las carcasas de los retrovisores exteriores. Muchas partes están fabricadas en fibra de carbono (CFRP) con acabado mate. Más detalles: la parrilla Singleframe, las rejillas de entrada de aire en la parte delantera y de salida en la trasera están acabadas en gris titanio y la guinda la ponen unas llantas de 19 pulgadas que dan cobijo a unos discos de freno carbocerámicos (de serie) que estoy loco por exprimir a fondo. El mejor escenario posible para probar un coche así es sin duda un circuito, así que el Jarama será la piedra de toque para saborear cada caballo de su V10 fabricado en aluminio. ¿A qué esperamos?

Pongo rumbo al trazado madrileño y me doy cuenta muy pronto de que este Audi R8 LMX va más duro de lo normal. Saludos de bienvenida y obtengo luz verde para entrar a pista. Es el momento de que pongamos toda la carne en el asador, tanto yo como este R8 con faros láser y precio desorbitado (250.000 euros). 

El circuito: escenario ideal para el Audi R8 LMX

Empiezo con calma. Solo hay 99 unidades fabricadas y no quiero dibujar ni un solo rasguño en su impoluta pintura. Para la segunda vuelta activo ya el modo Sport e inmediatamente noto cómo el motor me responde con más rabia y la transmisión de doble embrague cambia con mayor velocidad. 

Bajo dos marchas y acelero a fondo. Mi espalda se queda pegada al respaldo mientras el motor sube de vueltas con un estremecedor sonido metálico que se cuela por cada rincón del habitáculo. Llego a las 8.700 vueltas y subo una marcha, otra más, otra... Vuelo por la recta principal a más de 200 antes de la primera frenada. Este R8 no es como los demás. Se le nota más tenso y obediente a cada insinuación del volante o el acelerador. Confío en los discos de carbono y apuro al límite la frenada. Ni se mueve. Nada de correcciones en el volante. Paso de 200 a 80 km/h en un palmo de asfalto y la operación se resuelve con (quizá) demasiada facilidad. Curva a derechas. El morro se inscribe bien, pero noto una ligera tendencia a subvirar. Hay que ser paciente antes de abrir gas o la trayectoria se abre demasiado. Lo bueno es que cuento con la tracción quattro que me permite acelerar antes. Salgo catapultado a por el siguiente giro y repito la misma operación, frenando también muy tarde.

Así una y otra vez. Incluso con el ESP desconectado este R8 te permite redondear las curvas con facilidad. La capacidad de tracción es brutal y la sensación de control es muy alta. Solo los neumáticos van a hacer que, a la postre, tenga que bajar el ritmo, porque ni los frenos desfallecen ni el motor me pide bajar la velocidad. ¡Pura diversión al límite!

Mientras afronto la recta de meta por cuarta vez voy pensando en los 99 afortunados propietarios que tendrán uno como estos en su garaje y podrán vivir esta experiencia cuantas veces quieran. Quién pudiera...

Valoración

Nota9

Desde que se anunció esta exclusiva versión, en Audi han estado casi más interesados en contar que su flamante Audi R8 LMX monta unos superfaros láser que de dar a

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