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Cinco días en Tokio con Nissan

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Javier de la Calzada

Es la segunda vez que voy a Tokio en dos años. La primera vez, tan solo un mes antes había nacido mi primer hijo. Fue muy duro separarme de él aunque en esta profesión, que es la mía, no puedes decir “pues ahora me quedo sin viajar dos meses”… Lo tienes que aceptar, al igual que las personas que comparten mi vida (unas veces mejor que otras, pero siempre con una sonrisa de comprensión). Este segundo viaje a Japón también coincide en el tiempo con el más que próximo nacimiento de mi segundo hijo. Curiosamente, el 'país del sol naciente' siempre estará, de alguna manera, unido a ellos. Cuando sean mayores se lo explicaré.

Con motivo de la 42 edición del Salón de Tokio tocaba otra vez hacer la maleta y viajar a un país cuya cultura, comida y tradiciones nunca dejan de sorprenderme. Si vas a estar lejos de casa varios días, tener como compañía a dos personas que todo lo hacen fácil es un privilegio muy grande. Un recuerdo desde este modesto blog a Francesc Corberó y Daniel Barcells por hacerme pasar horas fantásticas de risas, conversación, caminatas y sushi. Grandes profesionales, pero mejores personas por lo que me demostraron en nuestro viaje de cinco días. Tanto Nissan como La Vanguardia y RACC pueden estar orgullosos de ellos dos.

Desde el primer momento en que aterrizas en Japón te das cuenta de las diferencias de culturas. Personas que jamás se cansan de inclinarse a tu paso, de ayudarte, guiarte y sonreírte por el hecho único de ser así, sin que exista ninguna obligación de por medio. El respeto por todo se aprecia desde detalles como que es casi imposible encontrar un papel en el suelo (y tirarlo, ojo. ¿Dónde están las papeleras?), la religiosa fila que se forma en los semáforos en rojo o zonas ajardinadas donde a nadie se le pasa por la cabeza pisarlas. Son así. Muy diferentes. También nosotros lo somos y lo notas: te miran por la calle ya sea porque les llama la atención una barba, unos ojos azules o porque no comprenden el porqué de tu alto tono de voz…

Como no podía ser de otra manera, los coches son en lo que más me fijo y salvo por alguna mujer disfrazada de Manga con diadema de Mickey Mouse con la que te puedes cruzar por el barrio de Shibuya, alucino con lo diferentes que son también en el gusto por los automóviles. Es dificilísimo encontrase con un coche rojo, verde, amarillo e incluso azul. Casi todos son negros, blancos o beige. Las marcas japonesas son las que dominan el cotarro por lo que roza la excentricidad el que posee un BMW, Mercedes e incluso Citroën o Renault. Muchos modelos no los había visto en mi vida porque son exclusivos para el mercado nipón aunque, a los pocos días, ya vas identificando modelos, por ejemplo, de Nissan que en Europa serían Infiniti sin ninguna duda. Especial mención merecen los taxis. Estos sí pueden ser de un color llamativo y siempre con muchos años a sus espaldas aunque su pulcritud no lo aparente. El taxista, según te subes, se enfunda sus guantes de tela blancos antes de ponerse en marcha. Los asientos están tapizados de un ganchillo de muy dudoso gusto y las puertas, cuando ya has descendido del coche, se cierran solas de forma automática.

El programa de Nissan comenzaban con la visita a la planta de Oppama a una hora y media en autobús de Tokio. Allí, tras un breve briefing nos adentramos en el mismísimo pasado de la marca. Un museo en la planta con 400 coches datando el más antiguo de 1936. El 70% de los expuestos los ha conseguido Nissan mediante donaciones personales y, también el 70% está en condiciones de salir y dar una pequeña vuelta con él. Casi más de la mitad de los coches expuestos son modelos de competición. No hace falta que explique la gran tradición que existe en Japón por las carreras (¡qué suerte!) o su destacable trayectoria en Le Mans. Todos esos coches descansan ahí, tranquilos y, aunque brillan como espejos, se nota que cada uno tiene una historia y unas vivencias que los hacen merecedores de pasar el resto de sus días bajo las inmejorables manos de los responsables de Nissan. Por cierto, también hay hueco para muchos modelos Datsun, los orígenes de la marca que, por cierto, ya se ha confirmado que no se va a reeditar ningún coche, por su parte, bajo esa denominación.

Tras regresar al hotel me calcé las zapatillas de deporte, pantalón corto y camiseta y salí a correr por las calles de Tokio. Es una experiencia que jamás olvidaré y aunque soy un corredor novato (descubrí el running este verano y creo que me ha atrapado para siempre) apenas noté cansancio alguno por todo lo que iba pasando delante de mis ojos. Mis zancadas se dirigieron hacia la parte central de la ciudad con un gran parque rodeado por un ancho canal. Ahí me uní a decenas de corredores de todas las edades que me miraban sorprendido. El único occidental que corría en ese momento con ellos y que se ‘atrevió’ a ir en sentido contrario cuando tocó dar la vuelta para volver al hotel. Seis kilómetros en 40 minutos, una marca muy pobre pero sumamente reconfortable para mi, que solo me hacía pensar en el impresionante Teppanyaki que me esperaba junto a mis compañeros de aventura. Si nunca lo has probado, te lo recomiendo fervientemente: sentado alrededor de una gran cocina ves cómo el cocinero va elaborando unas carnes y verduras deliciosas.

Al día siguiente tocaba otra vez montarse en el autobús para dirigirnos al Grand Drive, el centro de pruebas donde Nissan pone a prueba sus últimos modelos y tecnologías. El programa consistía en acertadas explicaciones de lo próximo que va a presentar la marca en el mercado con alguna prueba a continuación: un nuevo cambio automático CVT y hasta diez diferentes tecnologías de seguridad (no te pierdas AUTO BILD las próximas semanas) y reducción de emisiones y CO2. Todas interesantes pero, ¿la más llamativa? La posibilidad de cargar el Nissan Leaf mediante wirless. La marca japonesa es la referencia en el mercado respecto a coches eléctricos y eso sin parar de vender Nissan Qashqai a lo bestia. Una dualidad brillante que lo diferencia del resto de marcas.

La entrada en Tokio por las tardes es una auténtica locura. Miles de coches atrapados en sus interminables escalextric supone invertir horas en recorrer pocos kilómetros. ¿La ventaja? Poder mirar por la ventana la vida de una ciudad que no para, porque si Nueva York es la urbe que nunca duerme, esta no debe andar muy lejos. Cómo no, analizo a nuestros compañeros de atasco: ¿es posible cruzarse con cinco Nissan GT-R en poco menos de una hora?, en Tokio sí. Como también lo es flipar con un Porsche Cayman rosa que hasta a la mismísima Paris Hilton le hubiera dado palo llevar… bueno, no. Y para cenar, después de varios días, únicamente comiendo con palillos, nos dirigimos a Hooters. No hay mucho más que explicar, su web te lo aclara todo…

El tercer día estaba dedicado en su totalidad al Salón del Automóvil de Tokio. Respecto al de hace dos años no solo ha cambiado de ubicación sino de magnitud. Estoy convencido de que es un salón que, en los próximos años, va a experimentar un crecimiento brutal, porque ya no solo hay marcas japonesas sino que ahora también las europeas lo tienen muy en cuenta, tanto que ha sido el sitio elegido por firmas alemanas para mostrar, por primer vez, el Audi A1 Sportback o el Volkswagen Cross Coupé. Si te gustan los salones, como a mi, harías bien en marcar este ya como uno de los importantes. Nissan presentaba varios modelos de gran importancia: Townpod, Esflow, Pivo3 o Leaf Nismo, aunque yo me quedo por su inmediatez con la nueva línea Nismo que van a introducir en su gama: cada modelo de Nissan podrá llevar sus credenciales más racing bajo una denominación de gran solera, al menos en Japón. Y para mostrarnos que ya es una realidad, el Nissan Juke Nismo Concept. Bravo a la marca japonesa por dotar a su gama de una línea R. Entre visita y paseo por cada uno de los expositores de las marcas presentes, dos interesantísimas mesas redondas con Carlos Ghosn y con el vicepresidente de la marca, Paul Wilcox.

Como curiosidades del Salón me quedo con detalles tan importantes como lo sencillo que es llegar y acreditarse (Salón de Francfort, aprende), los accesos a los pabellones, la pulcritud reflejada en cada esquina o la ya fuera de lo común amabilidad de dos japonesas que me ‘prestaron’ 600 yenes para dejar mi abrigo en una taquilla. Eso en el Salón de Ginebra lo intentas y te pasas una noche en la comisaría por intento de acoso… En fin.

¿Una pega? La pequeña desilusión que me he llevado con las malas conexiones a Internet (aunque no se puede generalizar y el mío será un caso puntual) que me han impedido completar el blog día a día como es mi costumbre en este tipo de viajes y que me ha obligado a hacerlo ahora, mientras sobrevuelo Siberia para llegar a Zurich y luego a casa.

¡Hasta dentro de poco Japón!

Todo lo que debes saber del Salón lo encontrarás en nuestro especial del Salón de Tokio autobild.es y el próximo viernes en AUTO BILD.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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