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Los malos hábitos que averían el coche eléctrico

Los malos hábitos que averían el coche eléctrico

La batería tiene una importancia capital.

Los coches eléctricos son tan relativamente nuevos que cuando alguien se pone al volante de uno es normal que se pierda en ciertos aspectos y no sepa como actuar en otros. En algunas ocasiones no pasará nada, pero en otras es posible que perjudiquen al vehículo. Vamos a repasar los malos hábitos que averían el coche eléctrico.

Lo cierto es que la naturaleza específica de un vehículo de cero emisiones hace que tenga problemas propios, así como que no le afecten otros típicos de los modelos térmicos.

 

Empezando con los que si tienen, es inevitable hablar de la batería. Se trata del elemento más importante de un coche eléctrico, el que es más caro y supone gran parte de su elevado coste, y sobre el que un conductor y sus hábitos influyen más, pudiendo alargar su vida útil o fulminarla antes de tiempo en función de sus actos.

Ha que cuidar especialmente todos los hábitos y manías relacionados con la recarga. Dejar que la energía de la pila caiga demasiado la afectará negativamente, de la misma manera que cargarla hasta arriba. 

El margen óptimo para que dure mucho y no pierda demasiada capacidad se encuentra entre el 20 y el 80%. Además, hay que tener en cuenta que cuanto más cargada esté (por encima de ese 80%) más lento recargará lo que le quede, así que tampoco tiene excesivo sentido empeñarse en ello.

Abusar de las recargas rápidas también tiene consecuencias negativas, ya que puede “freír” la batería. En carga rápida el proceso se realiza a una mayor potencia y se alcanzan potencias superiores, la pila está diseñada para aguantarlas, pero utilizarlas demasiado acortará su vida útil.

Es preferible realizar las recargas a potencias menores y sin prisa, pues en términos generales es algo que se puede calcular y programar. Deja la carga rápida solo para ocasiones puntuales y emergencias.

Siguiendo con las baterías, también resulta recomendable no utilizar accesorios eléctricos o sistemas como la calefacción si el coche no está arrancado, puesto que en ese supuesto tendrá que hacer un esfuerzo extra el vehículo.

Eso sí, la naturaleza eléctrica del coche hace que éste también se libre de otros hábitos que en modelos de combustión suelen traer consecuencias negativas.

Por ejemplo, no hay problema por dejar la mano apoyada en la palanca de cambios, porque no hay; tampoco hay que preocuparse de controlar las revoluciones del motor ni por pisar el embrague a destiempo o hacerlo menos a fondo de lo que es óptimo.

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