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Historia de los coches eléctricos

Historia de los coches eléctricos

El coche eléctrico se ha puesto de moda recientemente, pero eso no significa, ni de lejos, que se trate de un invento actual. Los modelos de cero emisiones son tan antiguos como el propio automóvil, pero la tecnología no ha estado a la altura de lo que se necesita hasta hace muy poco. Por eso, vamos a repasar la historia de los coches eléctricos.

Hay que irse muy atrás para encontrar la génesis de los vehículos a pilas, concretamente a comienzos del siglo XIX. En torno a finales de los años 20 y principios de los 30, como suele ocurrir en estos casos, inventores de distintos puntos de Europa llegaron a avances muy similares casi a la vez.

Ányos Jedlik en Hungría, Robert Anderson en Escocia, Thomas Davenport en Estados Unidos y Sibrandus Stratingh en Holanda, alrededor de 1930, llegaron a modelos distintos de coche eléctrico. Se trataba básicamente, de carruajes electrificados.

 

El problema estaba en que las baterías no podían recargarse, lo que era un lastre para el invento. Fue algo que solventó Gastón Planté en 1859 con la invención de la batería de plomo-ácido, que más tarde, en 1881, perfeccionaría Camille Alphonse Faure.

Con este elemento clave a disposición, el primer coche eléctrico no tardó en hacerse realidad. Obra de William Morrison en 1880, era una adaptación de un carro de caballos, con capacidad para 12 personas y una velocidad punta de 32 km/h. 

Por aquel entonces (1884) también el británico Thomas Parker consiguió el primer EV producido en serie, Gottlieb Daimler y Karl Benz crearon el suyo propio y en los años siguientes aparecieron otros modelos como el Porsche Egger-Lohner P1 y el Baker Electric.

La caída de los coches eléctricos

Aunque cueste creerlo, durante las primeras décadas de siglo XX, eran más comunes los coches eléctricos que los coches de gasolina… una situación que no perduró mucho en el tiempo porque estos consiguieron solventar sus desventajas y abrieron una brecha insalvable respecto a los cero emisiones.

Fueron varios los factores que los convirtieron en la opción predilecta, empezando por la introducción del arranque automático, que hizo que fueran mucho más cómodos de usar; la implantación de la producción en serie de Ford con el Model T, que abarató mucho los precios; y una infraestructura de gasolineras más avanzadas con abundantes reservas de petróleo.

Todo ello cavó la tumba del coche eléctrico.

Segunda mitad del siglo XX: pequeños chispazos

No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando, debido a la situación económica, cuando volvió a explorarse la vía de los modelos de cero emisiones, aunque de manera muy puntual y sin mucho recorrido.

Hubo ejemplos muy concretos, como el Peugeot VLV o el Nissan Tama, en la década de los 40; pero fueron testimoniales. 

Hubo que esperar tres décadas casi, hasta la crisis del petróleo de los años 70, cuando la escasez de combustible y la subida de su precio hizo que algunos fabricantes llevara a cabo nuevas intentonas: el CitiCar de Sebring-Vanguard a mediados de la década fue una de ellas, AMC creó varias centenas de Jeep eléctricos para el servicio postal…

Justo antes del cambio de siglo apareció un modelo que fue un adelantado a su tiempo, el EV-1 de General Motors. Con una aerodinámica creada para maximizar el rango de su batería, tenía una autonomía inicial de 160 kilómetros, aunque en ciertas versiones gracias a las baterías de níquel metal hidruro la amplió hasta los 225 kilómetros.

Lo que era peculiar era la manera de hacerse con él, pues solo estaba disponible mediante un sistema de leasing. Se fabricaron más de 1.000 unidades, pero en 1999 GM decidió dar carpetazo al proyecto y recuperó los ejemplares, destruyendo la inmensa mayoría por el camino.

En España el ejemplo más claro fue el Seat Toledo eléctrico que transportó la antorcha olímpica en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992.

La era moderna

Esto lleva al inicio de la era actual del coche eléctrico, cuyo comienzo hay que reconocer que se debe a Tesla, que se formó en 2003 y en 2006 lanzó el Tesla Roadster, el primer eléctrico moderno, con una autonomía de más de 300 kilómetros y que supuso abrir el camino para el resto de fabricantes.

Le seguiría el Nissan Leaf, el Tesla Model S, el Renault Zoe y una lista de modelos que podríamos considerar como eléctricos de primera generación. 

Tras unos años de transición, actualmente prácticamente todas las marcas de coches ya tienen al menos un modelo de cero emisiones en sus filas, muchas ya van por la segunda generación de los mismos y en sus planes a corto y medio plazo (para finales de esta misma década) tienen pensado dejar de producir nuevos automóviles de combustión.

Esto en parte está motivado por la legislación, puesto que Europa quiere ser pionera en este campo prohibiendo su venta en 2035 y su circulación en 2050, mientras que la industria todavía está avanzando en aspectos claves como la autonomía (la esperanza son las baterías en estado sólido) y la infraestructura de recarga.

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