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5 frikadas que pocos conocen del Alpine A110

Alpine A110

El Alpine A110 es uno de esos modelos con corazón que marcan a quien los prueba. Ya dejó huella en su época, pero además cuando volvió a la vida en tiempos modernos se mantuvo fiel a su concepto, lo que es digno de aplauso. Te contamos 5 frikadas que pocos conocen del Alpine A110.

El tercero de una estirpe que arrancó con los A106 y A108, es el único coche de la marca que, de momento, ha revivido en la época moderna. Y su historia no ha acabado aquí: en la nueva época eléctrica de Alpine se ha confirmado un deportivo de cero emisiones de enfoque similar. ¿será un Alpine A110e?

Su característica mirada tardó en llegar

Aunque se pueda señalar su esbelta silueta como uno de sus elementos identificativos, lo cierto que es que si hay un rasgo que caracteriza al A110 es su mirada. Ese frontal con cuatro faros redondos es de lo más distintivo, hasta tal punto que los diseñadores de la versión moderna lo mantuvieron prácticamente intacto.

Lo curioso es que no es algo que estuviera ahí desde el principio. Cuando el original comenzó a producirse, solo contaba con dos grupos ópticos y los cuatro se ofrecían como opción. No fue hasta el año 68 cuando ya se montaban de serie en el modelo. 

1973, el año de la leyenda

Al Alpine A110 le fue francamente bien en competición (en el siguiente punto te explicamos el porqué), pero 1973 fue cuando dio el golpe sobre la mesa definitivo. Ese fue el año en el que se inauguró el Campeonato del Mundo de Rallies, el WRC, que la marca francesa ganó con autoridad.

Y es que ocupó las cuatro primeras posiciones del Rally de Montercalo, consiguió un doblete en Portugal y otras tantas victorias. Sin embargo, la alegría solo duró ese curso: en el 74 fue desbancado por otra leyenda como el Lancia Stratos.

La caída del eje trasero

Si los cuatro faros son tremendamente representativos del modelo, también lo es la particular caída de las ruedas del eje trasero que hace que en cualquier instantánea se vea como la parte inferior de las mismas está hacia fuera (excepto en saltos). Lo que llamamos ‘camber’, puede ser neutro, positivo o negativo, cada uno sus ventajas y desventajas. 

En el caso del A110 es negativo, en torno a 2 y 2,5 grados, lo que le da una imagen característica y cuenta entre sus pros con un gran apoyo en curva, lo que aumentaba el paso por estas y le daba una gran adherencia en la salida de las mismas. Lo negativo es que si se “pasaba” de giro el sobreviraje acentuado hacía muy difícil poder retomar el control.

Prueba del Alpine A110S. Mejor, ¡y de qué manera!

Una configuración extrema… pero ganadora

El camber negativo fue un pilar del gran rendimiento el rallies del Alpine, pero el secreto de su éxito estaba en la sinergia que generaba con la configuración del coche: tenía tanto el motor como la caja de cambios por detrás del eje trasero, algo muy poco común.

¿Y? Esto hacía que ese eje soportara mucha carga y estuviera, básicamente, sobrecargado, lo que le otorgaba una tracción excelente, algo de lo que carecían muchos de sus rivales. Así, se sumaba al buen paso por curva una aceleración inmediata a la salida de estas, consiguiendo un rendimiento excelente.

Claro está, a cambio era un vehículo realmente exigente para el piloto, que tenía que tener muy buenas manos para poder llevarlo al límite.

Un integrante de una familia muy exclusiva

Esta curiosidad no es tanto del Alpine A110 en concreto, si no de su posición con respecto a su marca: la firma francesa está cerca de cumplir 70 años (cifra que alcanzará en 2025) y no es que se haya prodigado mucho en diversificar modelos, pues solo han producido ocho en toda su historia.

A esto hay que sumar el hecho de que el A110 ocupa dos de esos puestos, ya que estamos contando tanto su versión original como la que supuso su renacimiento en 2016. En pocas palabras, el deportivo ha sido el 25% de la cartera de productos histórica de la compañía.

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