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5 frikadas del Citroën CX que pocos conocen

Citroën CX
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El Citroën CX es uno de los modelos de la marca del doble chevrón que han quedado para el recuerdo. Una berlina que tuvo el difícil reto de tomar el relevo del DS, pero que estuvo a la altura destacando por comodidad ergonomía. Te contamos 5 frikadas del Citroën CX que pocos conocen.

El modelo fue presentado en el Salón de París de 1974 y, aunque no tuvo el éxito inmediato que sí tuvo su predecesor, pronto daría buena cuenta de su calidad, lo que le hizo ganador de premios como el Coche del Año en Europa de 1975. A éste se sumarían otros galardones en materias como seguridad o el diseño.

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El nombre de CX

En el mundo de la automoción estamos acostumbrados al uso del término CX, es decir, el Coeficiente Aerodinámico o coeficiente de arrastre, que es la cifra que plasma la resistencia aerodinámica de todos los vehículos que salen al mercado.

En el caso del Citroën, se logró uno tan destacado para la época, un 0,35 que era excelente en 1974, que desde la marca francesa optaron por utilizarlo para darle nombre. Sus cuidadas líneas, sumadas al empleo de motores eficientes, consiguieron unos consumos realmente contenidos.

Una versión familiar gigantesca

Lanzar al mercado versiones familiares de estilo ranchera para las berlinas o los compactos es una práctica más que común pero, mientras que lo habitual es que solo se alargue la carrocería e la zaga y se prolongue la caída del techo para aumentar la capacidad del maletero, la del CX fue un paso más allá.

Denominada como Citroën CX Break, destacaba porque aumentaba de manera considerable la distancia entre ejes, sumando 250 milímetros para alcanzar una batalla de 3.095 mm. Por ponerlo en contexto, el coche medía en total 4.930 mm.

Citroën CX Break

Este crecimiento hacía que la habitabilidad interior creciera de sobremanera, hasta el punto de poder optar por configuraciones de dos o tres filas de asientos, llegando a ofrecer hasta ocho plazas. 

Con éstas el maletero ofrecía 525 litros de capacidad, con solo cinco habilitadas llegaba a 1.163 y si se abatían las dos filas traseras el volumen era de 2.172 litros.

El primer diésel de la historia de Citroën

Los que ya empiecen a peinar canas recordarán los míticos anuncios de Citroën en los años 90 en los que Guillermo Summers e Ignacio Sala, disfrazados como Dioses del Olimpo, animaban a los conductores a comprarse un modelo de gasóleo bajo el lema de 'Diesel gustazo. Diéselo' (¡qué tiempos!). 

Sin embargo, para encontrar el primer motor diésel de la compañía hay que retrotraerse hasta el CX, que en 1975 estrenó su versión 2200 D. Montaba un bloque 2.2 tetracilíndrico de aspiración natural que apenas rendía 66 CV, pero que gracias a la aerodinámica llegaba a 146 km/h. Además, era un mechero y gastaba realmente poco.

GTi Turbo

El apellido GTI siempre es bien recibido, pero sobre todo en un modelo como el CX, en el que las versiones normales empleaban motores más centrados en la eficiencia que en las prestaciones. 

El CX GTI se presentó en 1977 con una estética que dejaba claras sus aspiraciones deportivas, como demostraban las llantas de aleación específicas o el alerón trasero integrado. Servían de aviso para anunciar que el motor que escondía entregaba 128 CV, suficiente como para llevarle hasta los 190 km/h de velocidad máxima.

Citroën CX Tissier, el extraño chevrón

No fue, sin embargo, más que la antesala de lo que estaba por llegar: el Citroën CX GTi Turbo. Eso sí, para conocerlo hubo que esperar unos cuantos años, pues no se presentó hasta 1984.

Fue un más y mejor en toda regla, ahondando en la imagen deportiva con detalles tan curiosos como los detalles en forma de ‘T’ de sus llantas, pero destacó sobre todo por su propulsor, con un considerable salto de potencia hasta los 168 CV, que le permitía alcanzar una punta de 220 km/h.

Citroën CX Tissier

Puede que el nombre de Tissier no os suene, pero se trata de una compañía especializada en realizar carrocerías que vio en el Citroën CX un filón: gracias a su suspensión hidroneumática y a su avanzado sistema de frenos, era un candidato perfecto para usarlo de base para crear vehículos de transporte urgente.

Gracias al uso de la fibra de vidrio agrandaba de manera considerable la carrocería del modelo, llegando al punto de tener que añadir incluso un tercer eje para soportar todo el voladizo trasero generado. Fue realmente popular tanto para servicios de mensajería como para ambulancias.

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