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Prueba: Chevrolet Corvette C7 Stingray Convertible

Un gigantesco V8 de 6,2 litros y 466 CV es su carta de presentación. ¿Imaginas disfrutarlo a cielo abierto? Ahora, es posible. Aquí tienes la prueba del Chevrolet Corvette C7 Stingray Convertible.

¡Guau! Esto sí que es una máquina de conducción. El Chevrolet Corvette C7 Stingray Convertible con el paquete Z51 Performance es un deportivo con instinto animal, impetuoso, radical, el aparato que perfecto para sacarte una sonrisa en cada curva. Esta es la prueba de conducción del Chevrolet Corvette C7 Stingray Convertible

Los responsables principales de tanta diversión son 446 CV, un gigantesco V8 de 6,2 litros bajo el capó en fibra de carbono (con una agresiva salida de aire en el medio) y 630 Nm que atacan con furia el eje trasero. Y luego está, claro, ese sonido casi obsceno que sale por los cuatro gruesos tubos de escape de este Corvette C7 Stingray  para entrar directamente en el habitáculo. Un escape con cuatro válvulas lo hace posible. Si no te pone los pelos como escarpias, es que no tienes sangre en las venas.

El hecho es el siguiente: el Corvette ha dejado de ser ese deportivo presuntuoso que solo buscaba potencia bruta y prestaciones a costa de la precisión y la fiabilidad. Hasta este Corvette C7 Stingray, uno debía acostumbrarse a los crujidos constantes y los traqueteos aquí y allá cada vez que pisaba a fondo el acelerador. Ahora eso ha cambiado, y es que sus reacciones están más afinadas y la respuesta es sólida, merced a una batería técnica sin precedentes en este modelo que incluye un sistema de amortiguación activa controlado por una centralita llamado Magnetic Selective Ride Control, un diferencial con bloqueo electrónico con deslizamiento limitado, asistente hidráulico de frenos y el Drive Mode Selector, con cinco programas distintos de conducción (Winter, Eco, Tour, Sport, Track). Y por fin, la dirección eléctrica es precisa y directa, y los frenos Brembo detienen con poderío.

Pero aún queda rock & roll en este atleta

Queda claro que técnicamente ha dado un salto de gigante y casi es intachable: solo el cambio manual de siete velocidades pierde algo de precisión cuando llevas a cabo un manejo muy enérgico; y es que los recorridos del cambio no siempre se realizan con absoluta limpieza. Y sobre baches y grietas, este Corvette golpea de los lindo. Pero son dos pecadillos que le perdonamos al Corvette C7 Stingray gustosamente. Si no, se hubiera vuelto demasiado civilizado.

Y es que el este Corvette aún encontramos algo de rock&roll. Desata sus 630 Nm de par, y verás cómo amenaza el morro con levantarse. Casi como si fueras en una moto. El Corvette C7 Stingray se catapulta hacia delante sin piedad, y en asfalto húmedo las ruedas traseras siguen patinando incluso en tercera. En modo Eco, Winter y Tour, la respuesta es claramente más suave, pero en cuando lo pones en la posición Sport o Track se endurece sobremanera. Tal vez demasiado. Parado en un semáforo, por ejemplo, el coche vibra como ansioso, por el descomunal 6,2 V8 que espera que lo desates para salir disparado.

¿Ahorrar combustible? Es posible… Pero con sacudidas

Para ahorrar gasolina dispones de una desconexión de cilindros a bordo. Cuando los reduces de ocho a cuatro, el coche da unas cuantas sacudidas. Da la impresión de que no le gustara rodar en este modo. Y a propósito de ahorrar: el consumo que marcaba el ordenador de abordo tras 1.000 kilómetros, 9,4 litros a los 100, es una auténtica sensación. Este cabrio alcanza los 282 km/h, aunque por desgracia lo hemos probado en Estados Unidos y no hemos podido comprobarlo, a menos que quisiéramos acabar en la cárcel.

El interior da un gran salto

También en cuestión de acabados y equipamiento el Corvette C7 Stingray se pone a la altura de sus mejores rivales. Y es que, precisamente aquí, las versiones anteriores pecaban de ser demasiado, digamos que… Cutres. Los plásticos baratos y los precarios ajustes no se correspondían con un coche de esa categoría. Pero es se acabó: no solo presenta una terminación sólida que transmite calidad, sino que se moderniza con una pantalla de color de ocho pulgadas, un head-up display policromático, asientos calefactables y aireables, un climatizador automático bizona, apertura y cierre sin llave, sistema para teléfono y audio por ‘streaming’ y un equipo de sonido con 10 altavoces Bose. 

El sistema de ‘infotainment’ Mylink se puede controlar desde la pantalla táctil, y eso hay que añadir información del clima, servicio de mensajería, radio satélite y un hot spot con conexión WLAN a Internet que funciona excelentemente. Y algo importante en un deportivo de este calibre: en sus asientos de cuero te sientes cómodo, pero sobe todo, fuertemente agarrado. La capota se abre y cierra eléctricamente con solo pulsar un botón. ¿Mejor que el Chevroler Corvette C7 cerrado?

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Un gigantesco V8 de 6,2 litros y 466 CV es su carta de presentación. ¿Imaginas disfrutarlo a cielo abierto? Ahora, es posible. Aquí tienes la prueba del Chevrolet

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