Prueba: Mercedes Clase S facelift 2017

Después de cuatro años, el Mercedes Clase S recibe un facelift. No solo se trata de retoques estéticos, sino también tecnológicos. Prueba: Mercedes Clase S facelift.

Por fuera, varían levemente la parrilla y los paragolpes. Los motores de seis y ocho cilindros llevarán parrilla con tres lamas dobles y fondo negro. Los pilotos también han sido rediseñados, y ahora brilla con efecto cristal. Los paragolpes posteriores cambian su aspecto levemente. La Clase E marcó los entándares en sistemas de asistencia, y eso había dejado al Clase S algo por detrás. Ahora, el buque insignia da un gran salto para volver a ser la punta de lanza dentro de la marca.

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Especialmente, en conducción autónoma. Recibe el controlador de distancia activo Distronic, capaz de gestionar rotondas, peajes y hasta cruces. El nuevo Clase S es capaz de mantener solo la trayectoria y distancia hasta una velocidad de 210 km/h. Las pantallas de 12,3 pulgadas can ahora unidad directamente y tienen un aspecto más elegante que antes. Estrena también volante de tres radios, y un sistema de luz ambiental nuevo con hasta 64 colores diferentes a elegir. Lo asientos pueden llevar, igual que antes, ventilación y función de masaje. Mercedes vuelve a montar un motor de seis cilindros en línea, que sustituye al V8 en el S 500. Con tres litros de cubicaje, rinde 435 CV gracias a un gran turbocompresor. Lleva un compresor eléctrico añadido EZV, pata que ya desde la zona más baja del cuentavueltas cuente con un gran empuje, y tenga a disposición los 520 Nm de par desde el principio.

El típico agujero del turbo desaparece totalmente en este modelo. Además, gracias a este sistema el cambio automático de nueve velocidades apenas tiene que reducir en aceleraciones espontáneas, lo que le da una suavidad de funcionamiento aún mayor. Esto no significa que el nuevo Clase S no tenga temperamento, al contrario: la respuesta al acelerador es inmediata, y a pesar de su gran tamaño, incluso es divertido de conducir en carreteras de curvas. Con el chasis Magic Body Control revisado y su suspensión neumática parece como si hiciera desaparecer los baches por arte de magia, y estrena una función para controlar los balanceos en curva: Curve, que contrarresta las inercias inclinando la carrocería hasta 2,65 grados. Los pasajeros, así, prácticamente ni es enteran de lo que sucede fuera del coche.