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25 años de Chernóbil y los coches eléctricos

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Hay cumpleaños que no se deberían celebrar nunca y ayer fue uno de ellos. En casa, siempre ha existido la ¿sana? costumbre de ver tres Telediarios. Hace 25 abriles, "una casa muy grande, en un sitio muy lejano de la URSS, una casa muy rara con chimenea se había quemado". Esa fue la explicación materna a mis insistentes preguntas unos días después, cuando la prensa internacional empezaba a hurgar en el férreo secretismo comunista, con grandes grietas a partir de entonces, por cierto. "El desastre de Chernóbil fue el principio del fin de la Unión Soviética", llegaría a decir el máximo responsable del país rojo, por aquel entonces, Mijail Gorbachov

Pero justo antes de terminar la frase y levantarse a apagar el televisor -lástima de mando a distancia-, la censura obligada del hogar no llegó a tiempo y en mi mente se colaron personas quemadas y con malformaciones, que se añadirían después, a tantas imágenes de terror.

Desde entonces, nunca he sentido especial simpatía por las centrales nucleares, pero hace unas semanas, me volví a plantear su utilidad. Iba en un coche eléctrico, dándole vueltas al origen de esa energía con la que estaba circulando. De pronto, en contra de mis principios, no me pareció tan malo aquello de la energía atómica. Después de todo, lo de Chernóbil eran otros tiempos, como cuando existieron proyectos de hacer vehículos nucleares a mediados del siglo XX. Y, después de todo, la electricidad hay que sacarla de algún sitio, ¿no?

Pues bien, 24 horas más tarde, el terremoto y posterior 'tsunami' en Japón y los daños en la planta nuclear de Fukushima demostraron que hay cosas que el ser humano, hoy por hoy, sigue sin saber controlar. Las causas entre ambos accidentes fueron muy dispares, pero ¿tan diferentes fueron los resultados? En ambos lugares, el suelo y la atmósfera estará contaminado durante cientos de miles de años...

Cuantos más eléctricos pruebo, más me gusta que haya alternativas a los humos de las ciudades y a la contaminación acústica. Pero, si hay que aumentar la producción de electricidad para enchufarlos, ¿de dónde tiramos? ¿De las centrales térmicas, que siguen abasteciéndose de combustibles fósiles? ¿De los parques eólicos y solares, que aún no sirven ni para cubrir las necesidades actuales? Hay que cambiar el modelo energético y ese es un desafío mucho mayor que el de poner enchufes en todas partes -que ya es-. ¿Y la radiactividad? No, gracias.    

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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