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La última carrera de María de Villota duró 365 días y ganó

María de Villota

José Armando Gómez

María de Villota aprovechó la segunda oportunidad que le había dado la vida convertida en un ejemplo de superación y optimismo. Exprimió sus últimos 365 días sin perder nunca la sonrisa y, lo que es impagable, sin dejar de regalarla.

María de Villota

Hace justamente un año, el 11 de octubre de 2012, acudí a la sede del Consejo Superior de Deportes para presenciar la primera aparición pública de María de Villota tras su gravísimo accidente durante una jornada de pruebas con Marussia, ocurrido el 3 de julio en el aeródromo de Duxford. Eramos decenas de periodistas los que esperábamos en la sala de conferencias para ver, con nuestros propios ojos, cómo había vuelto a la vida la primera mujer española en pilotar un Fórmula 1

Entró radiante, deslumbrando con su sonrisa la lluvia de flashes que se abría a su paso. Se sentó, saludó y empezó a contar con paz todos y cada uno de los momentos que ella y los suyos habían vivido en las últimas semanas. Era emocionante tenerla allí, escuchar su voz y ver cómo nos agradecía a cada uno de nosotros, con media mirada, que estuviéramos allí dándole la bienvenida a su nueva vida. Creo que escribí 1.500 tuits en una hora. Cada palabra era una lección que merecía ser compartida.

Ese día, María de Villota fue algo más que una mujer valiente, que una mujer atrevida, que una mujer piloto o que una paciente recuperada. Aquel día, María de Villota fue un ejemplo. Desde ese momento y durante los 365 días que ha durado esta segunda oportunidad, cada mención a la piloto española llevaba implícito un mensaje más allá del deporte, más allá de las carreras, más allá de la vida.

En los últimos 12 meses, armada con un parche incapaz de sujetar la fuerza de su mirada, María de Villota corrió y ganó una nueva carrera por enseñar, por compartir, por ayudar. Se convirtió en embajadora de la Fundación Ana Carolina Díez Mahou para ayudar a niños, asistió a las jornadas de Educación Vial del Hospital Vírgen de Fátima, diseñó una pulsera solidaria, se volvió a operar, estuvo en los actos del Día Internacional de la Mujer, tomó parte del congreso Lo que De Verdad Importa, entró a formar parte de la Comisión de Seguridad de la FIA, fichó por el equipo de retransmisiones de Antena 3 para regalar consejos y lecciones de seguridad vial, fue nombrada embajadora de MINI, se casó en secreto, escribió un libro... “La vida es un regalo”. Gracias María.

Se entregó hasta el último día. Viajó a Sevilla para participar en un nuevo congreso, visitó a su amigo Manuel para regalarle un ejemplar de su libro dedicado, cenó en el hotel, saludó a los huéspedes que se acercaron (“Era una chica muy maja” decía una mujer a la mañana siguiente). Le dolía un poco la cabeza y se fue a la habitación. Estuvo enviando invitaciones para la presentación de su libro más allá de la media noche. Se fue a dormir, a descansar... en paz. Hasta siempre María.

PD: Hice la foto que ilustra este breve homenaje el día que anunció su colaboración con MINI. Un grupo de compañeros tuvimos unos minutos para charlar con ella. Me quedé sin asiento por hacer la foto y me tuve que quedar de rodillas. Fue un placer, como siempre.

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