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¿Cómo afectará la cumbre del cambio climático al automóvil?

¿Cómo afectará la cumbre del cambio climático al automóvil?
Los 195 países reunidos en París con motivo de la Cumbre del Cambio Climático han llegado a un acuerdo: la temperatura global no puede subir más de dos grados a final de siglo, pero no entrará en vigor hasta 2020. Queda por ver cómo van a hacerlo y, en lo que a nosotros nos concierne, cómo afectará al automóvil.

La Cumbre del Cambio Climático que durante estos días ha reunido a 195 países en París ha terminado con varios titulares. El primero tilda al encuentro de histórico porque, por primera vez, se ha conseguido aprobar un acuerdo con el beneplácito de todos los asistentes. El segundo, el compromiso y el reto de conseguir que la temperatura global no suba más de dos grados. La pregunta es: ¿cómo van a conseguir mantener a raya la temperatura del Planeta? y, sobre todo, ¿cómo va a afectar la cumbre del cambio climático al automóvil?

Otra de las novedades de la convención de París es que el acuerdo se ha firmado sin poder dar respuesta a estas dos preguntas. Por primera vez, la pelota queda en el tejado de todos y cada uno de los países firmantes del acuerdo, de tal manera que deben ser ahora los países los que propongan una batería de medidas que, a nivel individual y voluntario, deberán aplicar para conseguir los objetivos.

El acuerdo establece la próxima primavera como tope para la entrega y revisión de los proyectos y 2017 como límite para su ratificación. Será entonces cuando sepamos que va a hacer el mundo para poner freno al cambio climático.

Lo que está claro es que muchas de las medidas que se aprueben tendrán al tráfico rodado como protagonista. De hecho, ya la semana pasada supimos que nueve países habían decidido prohibir el diesel en 2050.

Entre los acuerdos firmados en París se plantea "un pico de las emisiones de gases efecto invernadero lo antes posibles" y una "neutralidad de las emisiones de los mismo durante la segunda mitad del siglo".

El acuerdo alcanzado es jurídicamente vinculante a los países firmantes, donde se reconoce el concepto de justicia climática y se tiene en cuenta las distintas capacidades nacionales en función de las circunstancias de cada parte y que sus objetivos serán revisables cada cinco años, para aumentar la ambición de forma progresiva. 

Por último, se establece un fondo climático de 100.000 millones de dólares que los países desarrollados movilizarán a partir del año 2020, el cual deberá ser revisado al alza antes de 2025.

A falta de ver las propuestas de los países es importante dejar claro que el acuerdo no supone el fin del diesel. Como explica el diario Publico.es, el texto emplaza a los países a dirigir sus flujos financieros de acuerdo con los objetivos de reducción de emisiones (lo que supone dejar de subvencionar combustibles fósiles), pero no hace alusión expresa a la “descarbonización”. En su lugar, se ha optado por una fórmula que requiere "lograr un equilibrio de las emisiones antropogénicas (generadas por el hombre) a través de fuentes de absorción de gases de efecto invernadero", es decir, que los países pueden compensar sus emisiones a través de mecanismos naturales, como bosques u océanos; o artificiales, como la geoingeniería, métodos de captura y almacenaje de carbono, etc.

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