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Los badenes suponen un problema extra para enfermos y ambulancias

El verdadero efecto nocivo de los badenes
Un trasplantado lleva a cabo una campaña contra los resaltos de las carreteras vascas porque para los enfermos son “un suplicio”.

Largo y tendido se ha hablado de los pros y contras los badenes (mal llamados así, puesto que realmente son resaltos) y de cómo, sopesándolos, la cuenta final es eminentemente negativa por las averías que provocan en los vehículos y los accidentes que pueden llegar a causar. Pero no ha sido hasta conocer la historia de Mateo Lafragua cuando ha salido a la luz los efectos perjudiciales que tienen para los enfermos que se trasladan en ambulancia.

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Lafragua, que ha recibido en su vida dos trasplantes de riñón, lleva a cabo una campaña contra los badenes debido a cantidad de problemas que provocan. Lo expone así: “Para un trasplantado, alguien con una rotura de tibia, un politraumatizado... cada paso por un resalto es un suplicio y cada vez que iba al hospital de Cruces, en un tramo de siete kilómetros, en Gordexola nos encontrábamos con diecinueve”. Y no solo por las molestias añadidas que sufre cualquier paciente con este tipo de lesiones, sino porque un resalto puede llegar a agravarlas hasta el punto de ser mortal, como a él casi le llegó a ocurrir: “En una ocasión, me desestabilicé al pasar por uno de estos elementos, la ambulancia tuvo que parar para recuperarme porque me iba”.

Ya presentó en febrero de 2016 un estudio ante el Parlamento Vasco, donde se aprobó por unanimidad y consiguió el compromiso de los grupos políticos para analizar todos los badenes existentes en el País Vasco. Sin embargo las soluciones no llegan, a pesar de que se ha hablado de modos alternativos para reducir la velocidad en las carrereteras, tales como estrechar las vías o colocar pivotes como se hace en Francia.

Lafragua admite que “quitar los resaltos sin encontrar una solución alternativa, sería un error”, pero es también consciente de que no son la solución apropiada, menos aún en el caso de las ambulancias que, para hacerles frente sin dañar a los enfermos que trasladan, tiene reducir su velocidad entre 10 y 15 km/h, perdiendo en cada resalto nos 10 segundos, que pueden parecer pocos, pero en casos como infartos pueden ser capitales para la supervivencia del paciente.

Fuente: Diario Vasco.

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