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Multas y sueldazos

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Este verano, en lo que a la actualidad patria se refiere, se están viviendo dos huelgas, o mejor dicho, la sombra de dos huelgas, que están manteniendo al país en vilo. En ambos casos, los efectos los terminará sufriendo la movilidad de los ciudadanos, aunque de muy diferente manera. Por un lado están los controladores aéreos que, tras el último ajuste impuesto por el Ministerio de Fomento, tendrán que apañárselas para llegar a fin de mes con un salario base de 200.000 euros al año. En su trabajo reposa la seguridad de todos los pasajeros de los aviones que sobrevuelan el espacio aéreo.

Por otro lado, están los cuerpos de seguridad del Estado, concretamente la Guardia Civil. Como funcionarios que son, desde el pasado mes de junio, se les redujo el sueldo en un 5%. Al descenso del poder adquisitivo se le une la histórica lista de reivindicaciones que la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) lleva décadas queriendo negociar. La gota que colma el vaso ha llegado de diferentes agrupaciones, desde donde se ha apuntado que Interior estaba condicionando el pago de complementos salariales al número de denuncias cursadas por cada agente.


Cada Guardia Civil de Tráfico cobra mensualmente un plus de 150 euros como compensación por las horas pasadas en la carretera. Según algunos agentes, podría estar suprimiéndose esa paga a quienes presenten menos multas, aunque esas acusaciones no han sido probadas; de hecho, son repetidamente desmentidas por Pere Navarro. El director de la DGT también tuvo que desdecir al organismo que encabeza para desvincular las malas cifras de siniestralidad en carretera de la presunta huelga de bolis caídos de los guardias civiles.


Sobre todo este último fin de semana, con 26 muertos y la opinión pública informada de la supuesta displicencia de los agentes de Tráfico, levantar alguna acusación habría sido lo más fácil. Y también lo más peligroso e injusto. Si no hubiera personas con vocación para ello, seguramente no habría miembros de la benemérita en la carretera. Su trabajo es muy gratificante, pero también puede llegar a ser arriesgado y casi siempre mal entendido. Lo que nadie podrá dudar es que resulta necesario y, por menos de 2.000 euros al mes, tampoco es que esté demasiado bien pagado.


Por otro lado, las reivindicaciones de la AUGC tienen más que ver con las condiciones de trabajo que con el salario. Pere Navarro ha demostrado ser consecuente en ésta y en otras ocasiones, así que quizá debería sacar la calculadora para echar cuentas de lo que representa el descenso del 70% en las sanciones del pasado mes de junio en euros contantes y sonantes (93.911 denuncias menos que en 2009). Seguro que con ese dinero se podría pagar lo que piden los controladores aéreos, aunque sólo sea porque es el único colectivo –junto a las selecciones nacionales de fútbol y baloncesto- que ha sido capaz de poner de acuerdo a todos los españoles.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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