El Bugatti Veyron, un coche de récord
Pierre Henri Raphanel, piloto oficial de Bugatti, se coloca el casco y los guantes. Ajusta su arnés mientras los ingenieros comprueban el coche una última vez: presión de los neumáticos, temperatura, funcionamiento de los sistemas... El Super Sport negro y naranja cruza la célula fotoeléctrica que pone en marcha el cronómetro: durante una hora, el vehículo debe ser llevado de Sur a Norte y, después, en dirección contraria. Nadie, excepto el conductor, está autorizado a tocarlo en ese tiempo. Un par de minutos más tarde suena algo parecido a un avión de combate que se acerca a gran velocidad... El dispositivo marca 427,9 km/h. El mismo procedimiento se repite en el otro sentido y esta vez alcanza los 434,2 km/h. Los representantes de la Agencia Alemana de Inspección Técnica (TÜV) y del Libro Guinness calculan la media: 431,072 km/h. Es un nuevo récord y se anota como tal.
Los ingenieros de Bugatti están sorprendidos: “calculamos que llegaría a los 425 km/h, pero las condiciones atmosféricas han sido perfectas y han permitido que esa cifra suba”, explica el Dr. Wolfgang Schreiber.
No es el único número relacionado con el 16.4 Super Sport que quita el aliento: su potencia es de 1.200 CV, su par motor, de 1.500 Nm, y su velocidad máxima está limitada (con el fin de proteger los neumáticos) a 415 km/h. Las cinco primeras unidades que salgan de las líneas de montaje constituirán una serie especial -llamada World Record Edition- y tendrán la misma configuración que el vehículo autor de la marca. Estarán terminadas en carbono y en naranja y, aunque su precio no se conoce, ya tienen propietario.
Su producción comenzará, junto a la del Veyron y a la del Grand Sport, este otoño. Cada modificación del nuevo modelo se ha diseñado para crear un coche más poderoso, con un comportamiento extremadamente ágil. Cuatro turbos e intercoolers más grandes se han empleado para incrementar la fuerza del motor de 16 cilindros, mientras que el chasis se ha reformado con el fin de mantener la seguridad a velocidades extremas, utilizando estabilizadoras de mayor diámetro, nuevos amortiguadores y una arquitectura compleja, creada inicialmente para los coches de carreras. Esto se traduce en un control más preciso del vehículo, cuya “piel” se ha realizado en fibra de carbono.
¿Sacarías a la calle este Bugatti o lo dejarías exclusivamente para los circuitos? Déjanos tus comentarios.
Descubre más sobre AutoBild, autor/a de este artículo.
Conoce cómo trabajamos en Autobild España.