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Toyota Yaris hybrid: el urbano ideal

Héctor del Prado

El Toyota Yaris híbrido busca acercar esta tecnología a conductores a quienes no les importe gastar un poco más al principio, porque luego puede compensarles con creces. Eso sí, para ello hay que ser metódico y sobre todo, un conductor eminentemente urbano.

Tras probar el Toyota Yaris hybrid, me queda claro que, al menos para Toyota, la tecnología de los coches apoyados por una batería no solo está madura, sino que además puede ofrecer ventajas claras. Si hace diez o doce años, conducir un híbrido era de adelantados, eso que llaman 'early adopters' los ingleses, pero de los que toman decisiones calculadora en mano. Como los taxistas, el primer gremio en abrazar masivamente esta tecnología, ya más que madura, si se trata de un modelo de la marca japonesa, además, fiable.

Si tu perfil de conducción se asemeja al de ellos y estás buscando un utilitario amplio con el que dentro de cinco o seis años te salgan las cuentas, el Yaris hybrid puede ser una opción recomendable. Hasta hace poco nadie se compraba un Toyota porque le apasionara su diseño, pero ahora la cosa ya no es para tanto. Los cambios no son descomunales, pero el frontal con forma de aspa mola bastante y, además, esta versión del Toyota Yaris hybrid con el equipamiento Advance lleva prácticamente de todo. Lo que sí te aseguro es que el Yaris híbrido no es tu coche si lo que te gusta es la conducción deportiva o sentir tu vehículo como tu prolongación.

Este, como todos los híbridos, busca ante todo la eficiencia, pero tendrás que ayudar al Toyota Yaris híbrido siendo sobre todo muy suave con el pie del acelerador y, teniendo siempre en cuenta que, si estás en una subida y quieres ir ligero, el motor térmico va a tener que girar -y consumir- con la misma alegría. La dirección es suave, pero no demasiado y resulta agradablemente progresiva. El cambio automático por variador continuo es mejorable, pero correcto. El acople de motor y el paquete híbrido van como la seda, y además tiene un interfaz que, si te lo propones un poco, hace posible que exprimas al máximo toda su tecnología para aproximarte a los consumos homologados para este Yaris hybrid. Sobre todo una vez en autopista, para lograrlo, hay que ser demasiado conservador con el acelerador, al menos para mi gusto. La clave está en que Toyota ha querido acercar su gama híbrida al gran público. Democratizarla, dicen algunos, con un truco: recurrir a un pequeño paquete de baterías de hidruro de níquel que usan también algunos modelos de Lexus. Una tecnología que Toyota tiene bien dominada y más que bien amortizada.

Gracias a todo esto, han conseguido no pasarse ni con el precio ni con el peso y tampoco han interferido en el espacio del maletero o el de los pasajeros, cosas en las que es un líder dentro de su segmento y que he agradecido mucho en el uso que hice durante la semana de prueba del Yaris hybrid. Sin embargo, estas pilas tienen una capacidad sensiblemente menor que paquetes de mayor tamaño, así que las ventajas que te ofrece almacenar electricidad bajo la segunda fila son más sutiles que en otros híbridos. Para empezar porque apenas hay rastro de apoyo del motor eléctrico en el Yaris híbrido al arrancar en los semáforos y el motor de gasolina sí se oye de lo lindo si te pasas de las caricias con el gas. En general, debes ir despacio para ahorrar, pero si no es una subida, el modo Eco se mantiene incluso a 110 km/h.

Eso sí, durante el test del Toyota Yaris híbrido comprobé que es una delicia a la hora de enfrentarse a la tediosa conducción urbana. Puedes usar la posición B -que hace retener un poco más al motor- para cargar las baterías e intentar tirar a ratos en modo eléctrico puro -disponible solo por unos dos o tres kilómetros-. El equipamiento Advance te lo pondrá todavía más fácil, aunque el básico City sale 3.000 euros más barato. Si querías un híbrido y, a la vez, no arriesgar, este es tu coche.

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