Volvo S80

En muy poco tiempo, el S80 de Volvo va a dejar de ser la berlina de representación y el buque insignia se marca sueca, pues su relevo se ha preparado en forma de Volvo S90. También tiene variante familiar, el Volvo V90, pues este tipo de carrocerías cada vez van tomando más peso en el mercado. Esta tendencia que vuelca las ventas a favor de los station wagon frente a las berlinas ya era algo conocido en Europa, pero desde hace un par de años se está imponiendo también en el mercado español. Por ello, el fabricante nórdico juega la baza de su V90, consciente de que los rivales de Audi, Mercedes o BMW no disponen de este tipo de carrocerías que aportan un plus de versatilidad y sirven tanto para un deportista que quiere llevar la bicicleta como para aquellos que necesitan espacio para cargar o lleva más pasajeros. Además, los diseños de los familiares cada vez son más atractivos y no olvidemos que la imagen sigue siendo el factor número uno a la hora de decantar la compra de un coche nuevo en favor de un marca o de otra. ¿Quién se acuerda de los Volvos cuadrados?

El Volvo S80 se puso al día a comienzos de 2011 y, exteriormente, lo hace de una forma muy sutil: un nuevo color de la carrocería, los intermitentes LED integrados en los retrovisores exteriores y nuevos diseños de llantas. En el interior del Volvo S80 tampoco hay demasiadas modificaciones. Apunta nuevos tonos, además de un volante de tres radios, incrustaciones decorativas mejoradas y una nueva iluminación. A nivel de equipamiento, el Volvo S80 incorpora el Volvo Sensus, un sistema con el que se controlan multitud de elementos de seguridad del coche, así como la radio o el sistema multimedia. Al pulsar sobre el botón “My Car” se accede a las diversas opciones de configuración, como el City Safety (detiene el coche a menos de 35 km/h en caso de detectar una posible colisión), la detección de peatones para evitar etropellos, la alerta de fatiga del conductor, o el control de crucero activo. También se ha mejorado la conexión Bluetooth para permitir, no solo conversaciones telefónicas con manos libres sino también música procedente del reproductor de música del terminal. El elegante S80 lleva en la gama de Volvo desde 2006, pero no se ve antiguo y los suecos lo han rejuvenecido con una nueva mecánica: un moderno diésel de cuatro cilindros acoplado a una caja automática de ocho velocidades. Convence plenamente y no se le pueden poner muchos peros. En dinamismo se pone al nivel de Mercedes y sus consumos se mantienen realmente bajos, sin apenas diferencias con respecto a los rivales. La respuesta es sorprendentemente impetuosa, ágil y viva. Eso sí: la dirección y las suspensiones no están tan conseguidas, aunque en líneas generales es un coche muy cómodo para circular en familia. Dentro ofrece un ambiente refinado gracias a su noble consola central, pero su menor espacio interior, unido a un manejo del sistema multimedia menos intuitivo, le restan puntos frente a los rivales.

La versión más recomendable de las que ofrece la marca sueca es el motor D5. Berlina de lujo, diésel y con más de 200 CV. ¿En qué piensas? Seguro que más de un fabricante alemán. Pues yo te presento a este Volvo S80 D5 con cambio automático GearTronic. Sus responsables han decidido darle su correspondiente repaso, retocando mínimamente el exterior (fíjate en los intermitentes LED de los retrovisores exteriores, el diseño de las llantas o el tono Azul Biarritz que se añade a la paleta de colores y que ves en estas imágenes) y el interior, con un salpicadero nuevo que integra debajo de una capillita el navegador (2.210 euros) y, sobre todo, la inclusión de más equipamiento de seguridad.

Después de darme cuenta de que este Volvo S80 lleva el paquete de seguridad (2.136 euros) y la suspensión activa (otros 1.583 euros) doy vida al motor D5 pulsando un botón. Desde mayo ofrece más potencia (215 CV) y aquí sí que llega la primera sorpresa. El bloque suena más de lo esperado y, no solo eso, transmite vibraciones al volante. ¿Una berlina de más de 45.000 euros no debería tener superado ese aspecto? Pues en Volvo lo han debido descuidar un poco. La fuerza de este cinco cilindros se transmite al asfalto a través de un suave y convincente cambio automático de seis relaciones, con modo Sport y carril secuencial que no incluye levas en el volante (tampoco las he echado en falta). A partir de 1.500 vueltas empuja con ganas (lleva dos turbos) y estira sin desfallecer hasta las 4.900 rpm. Eso sí, no respeta el consumo oficial (1,3 litros más), aunque hay que decir que esta unidad en concreto iba calzada con gomas 245 en llanta de 18 pulgadas. ¿Suavidad? ¿Confort? Es lo que se le pide a una berlina de este segmento y el Volvo en marcha las ofrece a raudales.

Eso sí, en el interior me esperaba más espacio para las rodillas en las plazas traseras. No está mal, pero se podría haber aprovechado un poco mejor la longitud de la carrocería. Aun con todo, la anchura y la altura sí me parecen buenas. En cuanto al maletero, más de lo mismo: sus 480 litros no son una mala cifra, pero se quedan por detrás de su competencia y de incluso modelos más pequeños como un Volkswagen Passat. Además, no ofrece formas muy regulares en su interior y al abatir los respaldos traseros no queda un fondo plano. Me queda hablarte de una última cosa: la suspensión activa opcional del Volvo S80 D5 ofrece tres modos de funcionamiento (Confort, Sport y Advanced). Incluso en el más deportivo, el S80 respeta la comodidad de sus pasajeros y absorbe bien las irregularidades del asfalto. Dinámicamente no está a la altura de un BMW Serie 5 con tracción trasera, pero aún así ofrece un buen compromiso general.