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Los cascos de F1 y los secretos aerodinámicos de su diseño

Pedro de la Rosa - HRT - GP Australia 2012

José Armando Gómez

Los cascos de los pilotos de F1 son una pieza clave en la aerodinámica de los monoplazas y, por mucho que nos hablen de la personalidad de los pilotos, tienen otras funciones mucho más importantes.

Más allá de las fábulas y de los entronques históricos que la imaginación quiera establecer, los cascos de los pilotos de F1 tienen una función clara y concreta: la protección de la integridad de sus propietarios. Pero además, juegan un papel primordial en la aerodinámica del monoplaza. 

No obstante, siendo esta la aplicación primaria de seguridad del los cascos integrales de F1 (y de todos los que se utilizan en la mayoría de las disciplinas deportivas automovilísticas), no hay que olvidar el principio básico de toda competición. Por definición de 'competición', todos y cada uno de los elementos que componen un coche destinado a este fin, sirven para algo: no hay nada inútil.

Existe una premisa básica en competición, que dice así: “si he de colocar un elemento por causas mayores, he de diseñarlo de forma y manera que sirva o cumple otra función beneficiosa para la dinámica del coche”. Bajo este prisma de diseño, el casco en la F1, como elemento indispensable y necesario, hay que diseñarlo de forma que actúe de forma beneficiosa en alguna medida.

Dado el lugar donde se ubica el casco, podemos, en principio, hacer que actúe en dos aspectos:

1. Adecuando el flujo hacia la toma de admisión. Ya que en función de si se canaliza o no, mediante un apéndice colocado en el alerón delantero, el flujo de aire, se podrían obtener aumentos de potencia de hasta 5 CV o quizás más.

2. Adecuando el flujo de aire hacia la popa (alerón trasero y difusor). En este caso, la eficiencia del alerón trasero y también del difusor aumentan de forma considerable.

En un principio y ello es verdaderamente así, los diseños de un casco son diferentes en función de la categoría donde se dan. Las funciones del casco son diferentes y por lo tanto, los diseños han de ser diferentes.

En la Fórmula 1, si se pretende canalizar de forma idónea el flujo de aire hacia la toma de admisión, el diseño del casco ha de permitir un flujo superior enfocado hacia dicha toma de admisión, teniendo en cuenta una desviación de flujo no necesario o excedente.

Si por el contrario, se pretende canalizar el flujo de forma adecuada hacia la popa del coche de F1, el diseño ha de permitir un flujo a su alrededor con baja resistencia, siendo la popa del casco zona importantísima para que el flujo no sea turbulento o cause alteraciones en el mapa de presiones o turbulencias periódicas.

Por si fuera todo esto poco, hay que tener en cuenta lo siguiente: en un coche de GP2, la variación de tan sólo dos centímetros de la altura del casco, produce una variación de cinco kilos en la resistencia; al fin y al cabo, estos kilos de resistencia son caballos de potencia que se restan.

Por todo lo dicho, se hace indispensable un diseño a medida de cada piloto, competición y demás variables que intervienen, especialmente en la F1.

 

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