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Un Jeep CJ-7 de madera

Juan Antonio Corrales

Un carpintero todoterreno: así es el alemán Norbert Arnold. Con ayuda de un par de amigos ha tallado, totalmente en madera, un Jeep CJ-7 listo para la acción

Cualquiera que haya ido alguna vez a un encuentro de Jeep sabe lo que se está cociendo bajo el capó: no hay duda, es el intenso golpeteo de un V8 rugiendo... con poquito coche a su alrededor.

Norbert Arnold (41 años) se ha preocupado de que todo esté donde le corresponde: todo lo que es de metal en un Jeep normal, aquí está hecho de abeto rojo. Las únicas piezas metálicas que lleva el coche son el motor, la cadena cinemática, los ejes y las ruedas... sin contar los tapacubos de madera. Para la carrocería (“está hecha con la misma madera que empleo normalmente en los entramados de los tejados”) ha utilizado un ensamblado que lleva una capa de acero bajo el cuerpo de madera (17 cm de alto y 12 cm de ancho). “Mi objetivo era que el coche tuviera rigidez”.

El Jeep de madera ha necesitado unas 2.000 horas de trabajo, aproximadamente las mismas que se emplean en la restauración de un clásico. Durante tres años, Arnold y su hermano Michael pasaron cada minuto de su tiempo libre con el coche.

En el tallado de la carrocería, una de las partes más complejas fue, sin lugar a dudas, el capó, esa parte del Jeep CJ que le otorga su aire atemporal. “Lo hice con seis piezas de madera de hilo a cada lado, sin utilizar plantillas, tan sólo colocando un capó original a mi lado para que resultara lo más exacto posible... sólo eso me llevó cuatro meses”. Antes de pintar, Arnold tuvo que desmontar de nuevo el coche entero. Se chupó 15 litros de pintura para barcos y toda la producción anual de cola para carpinteros.

¿A quién se le puede ocurrir hacer una cosa así? “Hay que estar, al menos, loco como una cabra”. Sus primeros pinitos fueron hace 18 años con un Wrangler de la serie YJ. La idea de hacer un CJ-7 de madera se le ocurrió pensando en Wirsing Hill, un miembro de Amigos de Jeep que está todo el día liado con tejados e interiores de madera. ¿Por qué te decidiste por la madera de abeto? “En primer lugar porque es más económica y ligera que el roble y, en segundo lugar, porque sé trabajar muy bien con este tipo de madera”. El fresno, que es lo que emplea Morgan, el mítico fabricante británico de roadsters, para sus chasis, habría sido una opción más ligera y estable, pero también mucho más cara.

Arnold es un detallista y eso se nota a primera vista: hasta la carcasa del filtro del aire está hecha de madera. “Al final le di una pasada con el soplete: eso hace que las vetas resalten de un modo muy hermoso”. ¿Y el arco de seguridad de madera? “¡Muy estable! Incluso nos sentamos encima dos tíos a la vez... y aguantó”.

Todo lo que está hecho de metal, ha recibido una manita de un reconocido grafitero con tal arte que parecen vetas de madera de verdad... hasta al extintor le ha pintado un gusanito saludando. Por razones de seguridad, todo lo que tiene una fuente de calor cercana, está recubierto con material ignífugo. Con el fuego no se pueden correr riesgos. Toda la mecánica no procede de CJ-7, pero sí es de Jeep: el motor es de un Cherokee Chief, los ejes del Wrangler YJ y el cambio automático y el diferencial son de un viejo Cherokee. La parte eléctrica es lo único que no ha hecho el propio Arnold. Prefirió que lo hicieran los especialistas en coches americanos de American Supercars de Pliezhausen (Alemania). “El jefe es un auténtico máquina en la electrónica de coches... prefería no meterme en esos terrenos”. Pero... ¿y qué tal va el coche cuando te pones al volante? Abres su puerta de madera, trepas hasta la imitación de madera de un asiento Recaro, regulas la altura del volante, acomodas el asiento, giras la llave y pisas con cuidado el acelerador. El V8 de 5,9 litros de AMC original (pero con carburador Edelbrock) amenaza con atragantarse, pero sus aires salen de buen humor. Me maravilla cómo resuenan los gases saliendo por sus tubos de escapes con glasspack: son silenciadores que sólo dejan escapar los tonos graves y filtran los menos agradables.

Metes la directa, quitas el freno y... ¡a correr! Todo ello realzado por los típicos bramidos de los V8 y los leves crujidos del chasis de madera. “Sí, es verdad, la madera sigue trabajando mientras el coche rueda”, me grita Arnold en mitad de este singular ruido ambiental. “Por eso hemos utilizado madera para barcos: ¡es mucho más elástica!”

Cuando Pedro Picapiedra se sube al troncomóvil, el sonido debe ser muy parecido. La rodadura del coche no es tan seca como uno podría creer. Los asientos también son algo duros, pero no son incómodos del todo... se puede aguantar, aunque no estén hechos para viajes largos.

De esas 2.000 horas de trabajo, lo que ha salido es algo más que una bonita publicidad para un carpintero. El chasis de madera tiene unas cuantas ventajas: no se corroe y pesa menos. El gran V8 tiene menos trabajo en este original CJ-7 de unos 1.500 kilos en total, así que le cuesta mucho menos trabajo mover el conjunto: corre que se las pela.

Este Jeep fue la estrella de la feria de los artesanos madereros de Nuremberg. “Chinos y japoneses estaban siempre cerca del coche...”, comenta Arnold. Sin embargo, el maestro utiliza para el día a día un Hummer H3 V8 de 5,3 l y unos tubos de escape que suenan de maravilla.

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