Logo Autobild.es

¿Quiéres saber cómo se conduce en la ciudad más grande del planeta?

[title]
La gran mayoría de los conductores están más que acostumbrados al tráfico intenso de las grandes ciudades como Madrid o Barcelona pero ¿cómo se conduce en la ciudad más grande del planeta? AUTO BILD viaja a la capital de México para descubrir su especial estilo de conducción y ver cómo pasan media vida al volante.

La gran mayoría de los conductores están más que acostumbrados al tráfico intenso de las grandes ciudades como Madrid o Barcelona pero ¿cómo se conduce en la ciudad más grande del planeta? AUTO BILD viaja a la capital de México para descubrir su especial estilo de conducción y ver cómo pasan media vida al volante. México DF es la ciudad más grande del planeta. Ocupa un extenso valle casi completamente rodeado de volcanes, algunos de más de 3.000 metros de altura. Si llegas a la ciudad en avión, tienes la oportunidad de hacerte una idea aproximada de sus dimensiones.

Para tomar tierra en el aeropuerto Benito Juárez, la nave atraviesa la ciudad a lo largo. Mientras lo hace, estás sobrevolando DF quince minutos largos. Mientras, la capital se extiende más allá de donde abarca la vista por ambos lados. Es una visión que te empequeñece como ninguna otra.

Gente, mucha gente

Armados de paciencia y en la inestimable compañía de Marcos Martínez, jefe de redacción de AUTO BILD México, nos dispusimos a adentrarnos por el tráfico de esta megaurbe durante dos días. Además de la suerte de hablar el mismo idioma y del pasado en común, reflejado mil veces en los toponímicos de la ciudad (Sevilla, San Fernando, Mallorca...), lo primero que se nota al desembarcar es lo rápido que agota cualquier esfuerzo; la altura media de DF es de 2.240 metros.

La inconcebible dilatación geográfica de esta ciudad, sin embargo, se ve ampliamente superada por su extensión humana. Si vives en Madrid, te acabas acostumbrando a ver siempre mucha gente en todas partes, en cualquier sitio y a cualquier hora, pero nada te prepara para algo así. Depende de qué fuente escojas, se estima que en toda la área metropolitana de DF habitan más de 23 millones de personas. Pero parecen más de 100.

Una ciudad que excede 
sus propios límites

El clima ayuda: durante la realización de este reportaje, la temperatura diurna rondaba los 20ºC. Pero lo que más ayuda a que muchos de esos 23 millones de personas no estén buena parte de la jornada ni en casa ni en el trabajo es que, para cruzar la ciudad de lado a lado (desde el aeropuerto hasta la exclusiva zona de Santa Fe, por ejemplo), hacen falta unas dos horas.

Más caos: en estas calles echamos dos buenas horas

En los alrededores de DF hay innumerables colinas cuajadas de infraviviendas, en las que viven millones de personas. La hediondez de los arroyos que las atraviesan es indescriptible. Quienes viven en estas barriadas, a las que a nadie se le ha ocurrido dar un nombre, pueden ocupar unas cinco horas diarias únicamente en ir y volver del trabajo.

El terremoto de 1986 destruyó miles de edificios; otros tantos siguen todavía hoy en un estado ruinoso

 

Uno de los miles de talleres mecánicos de barrio que hay en DF: éste, además, de estar curioso, era mediano

Esa interminable marea humana lo condiciona todo en DF: sus flujos y reflujos colapsan todas las vías de la ciudad. El tráfico es anarquía pura. “Aquí nadie se fija en si el semáforo está rojo, verde o ámbar, sino en si hay espacio para pasar o no lo hay”, me advierte Marcos Martínez la primera vez que me senté al volante. “Ah, y por lo que más quieras, no utilices el intermitente, como los demás sepan hacia dónde vas, te avientan el carro [aventar es achuchar el coche de modo intimidatorio]”, añade. Es decir, para pasar, en lugar de usar el intermitente, hay que aventar lámina directamente.

El léxico necesario

Otro asunto a tener en cuenta es el léxico chilango (gentilicio referente a DF) de los insultos, bastante distinto a este lado del charco y con unos falsos amigos algo peligrosos. Por suerte para mí, a los mexicanos, en general nuestros insultos les parecen tan graciosos y originales como a nosotros los suyos. Si quieres tener un altercado físico con quien sea, basta con gritarle: “Chingas a tu madre”, lo cual no necesita traducción. Otra expresión “altamente insultante”, como reconoce Marcos, es “vete a la verga”. Lo más normal es gritar un simple “pinche naco”, que sería algo así como “maldito inútil u hortera”. La que más me gustó fue “culero”. Aunque no lo parezca por lo mal que suena, nadie se la toma demasiado a mal.

Ponchar significa agujerear y llanta, rueda. Este anuncio equivale a un “no aparcar aquí”

Ojo, vehículo pesado

También hay que tener un cuidado extremo con camiones y autobuses: si te metes por su sitio (en algunas zonas hay carriles reservados a los autocares) o por donde ellos tienen pensado ir, más te vale tener una escapatoria. Literalmente, te pasarán por encima con uno de esos enormes camiones que allí hay sin siquiera pararse a mirar si oyen un ruido. En un par de ocasiones estuve a punto de comprobarlo.

En el famoso mercado de Sonora, situado en el centro de DF, autobuses, puestos y peatones ocupan el mismo sitio: la calle

El tráfico y la vida callejera de DF se funden en el entorno de los mercados

Si no has oído hablar de las casas colgantes de DF, aquí las tienes. Casi todas las salidas de la capital están flanqueadas de estas colinas, sepultadas bajo miles de infraviviendas

La creatividad popular inunda las calles de color

Estos señores, apostados en las gasolineras, te limpian el polvo por menos de 0,50€

“Sí, aquí hay anarquía, pero en Madrid hay más gente que pierde los nervios con más facilidad que aquí”, le comenté a Marcos en una de esas situaciones. “Es posible, lo que también te aseguro es que aquí la mayoría te podría pasar por encima con el carro sin siquiera perder los nervios o hacerte algún gesto para que te apartes. Tenlo en cuenta”, contestó.

El Hummer H3 resultó ser mucho menos intimidatorio de lo que sería en España

El trazado de la ciudad hace que las vías principales, atestadas, estén rodeadas de calles casi vacías

Quizá a estas alturas te hayas preguntado: ¿Qué pasa con la policía? ¿Dónde está? Los agentes de la autoridad están por todas partes, literalmente. Una omnipresencia que sólo es comparable con su apatía, que a su vez sólo es superada por su corrupción, siempre con honrosas y notables excepciones.

Tres agentes de policía en su posición más común: la de reposo total

Los mercados están atestados de CD piratas y de policías que sólo se ocupan del orden público

En ciertos mercados en los que ha habido disturbios, la presencia policial puede llegar a rozar el absurdo

Los agentes de la ley

Por suerte, a pesar de que noté que Marcos adquiría cierta tensión, cuando nos pararon a nosotros únicamente lo hicieron “para ver bien el carro”. Lo normal, si te pillan cometiendo alguna infracción, es que lo hagan sólo para sacarse su mordida (soborno, hablando en plata). Vienen y te dicen: “¿Cómo nos vamos a arreglar?”, a lo que se suele responder: “solamente traigo 100 pesos, poli”, que casi siempre es respondido con un: “Échele ganas joven, ¿cómo 100 pesos sólo?”. Y así hasta “arreglar”, lo cual siempre compensa ante un agente dispuesto a llevarte a comisaría para que pierdas allí el resto del día. Vamos, lo normal en todas partes...

Estos agentes no se quisieron aprovechar del güero (palabra que designa “extranjero” o “rubio”) y la cosa se resolvió sin mordida

Quien tiene dinero, puede sentirse impune en muchos sentidos, pero por otro lado, comienza a ser vulnerable ante dos de las modalidades delictivas que son una industria en el país: el secuestro y la extorsión. Los más ricos se desplazan rodeados de escoltas, un colectivo que goza de una horrible imagen popular por sus frecuentes excesos contra cualquiera que cruza en su camino o en el de su protegido. A esta bien ganada fama deben el apodo de guaruras, casi siempre acortado en guarros, que conviene guardarse en su presencia. Los más ricos entre los ricos recurren al helicóptero; es increíble la cantidad de ellos que sobrevuelan DF a cualquier hora del día o de la noche.

No hagas esto en casa: hablar por el móvil mientras conduces y delante de un policía. No, no me pararon

A comprar en helicóptero

En uno de los barrios más exclusivos, hay un supermercado que dispone de helipuerto para que las señoras que lo deseen puedan hacer la compra con comodidad. Esta superclase, que vive de espaldas al resto de la sociedad, evita así perderse en las mareas humanas. 

En DF tienes miles de opciones para comer casi sin bajarte del coche. La comida es muy rica

Lo mejor de México, además de la comida, es que la gente es todavía más alegre que aquí

Aunque este reportaje no lo muestre, es frecuente ver a niños de corta edad buscándose la vida. Si bien, a ellos y a los discapacitados físicos los amparan varias asociaciones y no sufren la falta de respeto que he visto en otros países. Allá donde mires, siempre encuentras los mismos ingredientes que forman las dos caras de la sociedad mexicana: opulencia y pobrezaambición y resignación, orden y caos, fuerza y fe. Todo mezclado en colosal abundancia. 

¿Quién es capaz de entender esto?

México DF tiene fama de ser una de las ciudades más contaminadas del planeta. Afortunadamente, parece que lograron solucionar parte del problema, aunque quizá no fuera  gracias al complejo sistema instaurado por el programa ‘Hoy no circula’. Cada vehículo lleva unas pegatinas con un número y un color. De acuerdo a ellas, hay días que esos coches no pueden circular. El sistema se hace más restrictivo según aumenta la alerta por contaminantes, habitualmente encabezada por el ozono. En la práctica, este sistema ha llevado a un aumento importante del parque de vehículos.

Pegatinas de matrícula y de los distintos tipos del programa  ‘Hoy no circula’, que se ven en cada coche de los que hay en DF

El mundo en tu ventanilla

Millones de personas pasan muchas horas diarias dentro del coche, así que se ha desarrollado toda una economía para ofrecerles productos y servicios. Sin llegar a soltar el volante, puedes hacer que te limpien el coche, realizar dos de las comidas del día con sus postres o recargar el saldo del móvil mientras te bebes un café. Miles de personas, muchas de ellas niños o indigentes, viven de los atascos en DF. En algunas zonas es conveniente tener cuidado con quienes se acercan al carro, muchos aprovechan estas situaciones para asaltar a los ocupantes. También hay gorrillas, aunque allí se les llama ‘viene, viene’, por las indicaciones que te hacen cuando estás intentando estacionar en uno de los sitios que tienen reservados, normalmente con un cajón de madera. Un consejo: si te topas con ellos, no discutas y págales, aunque ni con esa propina vigilarán tu coche...

La prensa gratuita se reparte en los semáforos y es todavía más sensacionalista que la nuestra. Como puede verse, siempre que haya foto, ocupa su portada con accidentes de tráfico

Este señor vendía casi de todo: desde varias marcas de tabaco a chiles, golosinas, planos de la ciudad, tarjetas de prepago para el teléfono móvil o cualquier otra cosa que te pueda hacer falta

Muchos miembros de las bandas de Centroamérica (maras)  se marchan a probar suerte en DF. Cuando lo abandonan, su clan los condena a muerte, por lo que huyen

¿Te apetece un café? Tampoco hace falta bajarse del coche, puedes disfrutar de una gran variedad en tu ventanilla

Las propias compañías de telefonía tienen a gente vendiendo tarjetas en los semáforos

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Autobild España.