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Maserati Ghibli Diesel contra Porsche Panamera Diesel

Miden prácticamente lo mismo en altura, anchura y longitud, pero es inevitable. Los ojos se clavan en el Maserati Ghibli Diesel y dan de lado al Porsche Panamera Diesel. ¿Qué te mueve más? ¿La pasión italiana o la perfección alemana?

Motorizaciones comparadas:

Las curvas del Maserati Ghibli Diesel son hipnóticas y no hay un solo ángulo de su carrocería en el que no aplaudas su elegante definición. Está claro que en el arte de la seducción los italianos no tienen rival, aunque eso no signifique que el Porsche Panamera Diesel no lo sepa hacer. Lo hace, aunque a su manera y con otro tipo de armas. ¿Mejores? Es lo que tiene que demostrar...

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Abro la puerta (sin marco) del Maserati Ghibli y su golpe de efecto se desvanece. ¿Decepcionado? Absolutamente. Ha sido como un amor de verano, tan intenso e irracional como fugaz en el tiempo. Mi flechazo con el Maserati se diluye al mismo ritmo con el que empiezo a identificar el origen de su equipamiento. Navegador, botón de arranque, elevalunas, mando de las luces... ¿No te recuerdan demasiado a los que monta el mismísimo Fiat Freemont? Pues así es, son los mismos. La tan buscada exclusividad se evapora de un plumazo y lo peor es que la calidad de las superficies y sus distintos ajustes tampoco ayudan a que lo pases por alto. En el siguiente vídeo tienes todos los accesorios para personalizarlo:

El Porsche Panamera Diesel, por su parte, busca en esos detalles la cuasi perfección y saca pecho frente a su rival. Aquí dentro la atmósfera es mucho más sobria, pero el conductor puede palpar la calidad de las terminaciones y se siente más integrado al volante, con una espectacular consola central que se eleva hasta la parte alta del salpicadero. A su lado, el Maserati luce un diseño más convencional y su tapicería de cuero rojo no pasa de ser efectista, pero poco más... 

Motores V6 con cajas automáticas

Con la esperanza de que el Ghibli me haga olvidar tanto sinsabor, pulso el botón de arranque. Sonrío. Los 275 CV que llevo delante despiertan con una discreta sinfonía y sin demasiado ruido. El Maserati suena menos y sabe disimular mejor su naturaleza diésel. Si además aprietas la tecla Sport te regala unos matices a motor gordo muy estimulantes. La pregunta es: ¿sabrá el italiano mantener el tipo o me volverá a desilusionar?  

En el apartado mecánico ambas berlinas de lujo parten de una base muy parecida: motores V6 con cajas de cambio automáticas de ocho velocidades y tracción trasera con autoblocante. ¿Cuál funciona mejor? El cronómetro dicta sentencia: el Panamera sabe sacar provecho de sus caballos extra y se impone, aunque la mayor distancia que hay entre ellos no las marcan precisamente los datos. En general, el funcionamiento del alemán me convence más y su respuesta al acelerador es más lineal y progresiva. 

El motor del Maserati, por su parte, apenas se motiva a bajas vueltas y solo cuando roza las 2.000 da lo mejor de sí, sacando a pasear toda la caballería de golpe. Cuando pasa esto, la sensación es la de estar en un tren de alta velocidad. Está bien y te divierte, pero mejor que estés con la dirección apuntando en línea recta y la electrónica activada, porque de lo contrario, la zaga te va a dar más de una sorpresa en su esfuerzo por asimilar los descomunales 600 Nm de par que llegan a las ruedas traseras. 

300 CV en el motor del Panamera

En el Porsche Panamera no sucede exactamente lo mismo. La entrega de potencia es más suave y el chasis se exhibe con una mejor puesta a punto: perdona tus excesos y digiere mejor la potencia. En otras palabras, es más fácil de conducir y te aporta un grado más de confianza. 

De todas formas, es cierto que a este tipo de coches no hay que medirles únicamente por lo que ofrecen al volante, sino también por cómo miman al pasaje en las plazas traseras. Y a eso voy: ¿cuál de los dos ofrece un trato de Primera Clase a sus ocupantes?

Aquí es donde hay que hacer una clara distinción entre los dos, ya que el Porsche solo tiene aforo para cuatro ocupantes, mientras que el Maserati acoge a cinco. Este detalle puede que te haya cogido por sorpresa, aunque tengo que decirte que la plaza central del Ghibli es bastante más pequeña que las laterales y solo apta para niños. En el alemán, las dos butacas independientes disfrutan de más centímetros en todas las cotas y por si esto no fuera poco (y a golpe de cartera, eso sí), en el Porsche también puedes montar cuatro zonas de climatización o refrigeración para la espalda en todas las plazas. Cualquier detalle vale para que el ejecutivo de turno viaje con el estatus que se merece.

Si le mueve la pasión y no es muy hábil con una tabla de Excel, seguro que el estilo y la atmósfera que despierta el Maserati Ghibli a su paso le terminan por encandilar. Si es más calculador, el Panamera será su elección.

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