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Comparativa cabrios: Citroën DS3/Mini Cooper/VW Beetle

¡Ya llega el verano! Es hora de quitar la capota y rodar a cuelo abierto. Y si lo haces en un descapotable de culto como los que aquí te traemos, mejor que mejor. Comparativa cabrios: Citroën DS3/Mini Cooper/VW Beetle

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Llega el buen tiempo, y lo celebramos probando tres cabrios muy especiales. No son meros turismos a cielo abierto, sino que cada uno tiene ese punto que hace falta para ser un potencial coche de culto. Comparativa cabrios: Citroën DS3/Mini Cooper/VW Beetle.

Antes de nada, debemos dejar claro que son coches para que viajen dos personas, como mucho con niños detrás o, en su caso, algún adulto esporádico. Tienen plazas traseras reales, pero son pequeñas. En el Mini, por ejemplo, los pies van encajados bajo los asientos delanteros. 

En el DS3, la cabeza choca con el techo. El Beetle es el que más espacio ofrece detrás. Es normal, sus 4,28 metros de largo lo ponen al nIvel de un Golf. Pero los respaldos son tan verticales que nadie irá cómodo en un viaje largo. Y claro, olvídate de equipaje para cuatro: el Beetle cubica 225 litros de maletero, el Mini, con la capota abierta, solo 160. El Citroën DS3 es el que más capacidad tiene: 245 litros, que tampoco son para tirar cohetes. Y su boca de carga es minúscula.

Pero arranquémoslos para ver cómo se comporta. Soy un fan de los motores de seis cilindros en línea. De modo que un motor de solo tres como el del DS sea capaz de despertarme una sonrisa, es buena señal. Concretamente es un 1,2 litros gasolina de 130 CV, con una multiplicación tan corta en los desarrollos que siempre parece muy vivo, siendo especialmente elástico entre 60 y 100 km/h, en cuarta. 

Y es que la respuesta del pequeño motor es realmente briosa, aunque el sonido sea algo tosco. El Beetle tiene un cilindro más, y lo cierto es que el 1.4 TSI del Golf, con sus 150 CV, podría dar mucho más de sí si no fuera porque este cabrio es un peso pesado: arroja 1.415 kilos a la báscula (222 más que el Citroën), de modo que no esperes reacciones deportivas. Es un coche planteado para viajar relajado, pero sin grandes alegrías.

Y llega el momento de apretar el botón de arranque del Mini, una pieza roja en la consola central que recuerda a un USB. Es un tres cilindros con 1,5 litros, esto es, cada uno de 500 centímetros cúbicos. Un motor que obliga a cambiar muy a menudo para sacarle algo de enjundia. Tiene unos desarrollos muy largo, y puedes circular a 100 km/h en segunda sin que la aguja llegue a la zona roja del cuentavueltas. El Mini hay que llevarlo, como poco, a 3.500 vueltas para que muestre algo de brío.

El Beetle se comporta como un Golf, y eso es una buenísima noticia: es el más confortable, equilibrado y noble de los tres. Da igual lo roto que esté el asfalto, que siempre filtra con eficacia y los ocupantes ni se enteran. Y eso que hablamos de que se basa en el Golf VI y por tanto no se beneficia, todavía, de la plataforma modular de la marca MQB. Solo encuentro un defecto: la dirección es demasiado suave y debería ser más directa. 

Por eso es menos ágil que el Mini. El pequeño de BMW se conduce como un kart, tiene las suspensiones firmes y pasa por las curvas con un dinamismo y precisión muy superiores al de sus rivales. 

¿Y el Citroën DS3? Pues un tanto decepcionante: al pasar por asfalto irregular castiga a tus riñones, la carrocería es bastante nerviosa en curvas y la dirección no es nada comunicativa. El chasis, demasiado rígido, tiene una respuesta seca, pero no le otorga precisión en curvas. Mejor conducirlo relajado y disfrutar del paisaje.

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