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Jeep Wrangler 2.8 CRD contra Land Rover Defender 90

Carlos Siles

Son la elite entre los 4x4. La última línea defensiva ante el barro, la arena o el agua. Jeep Wrangler y Land Rover Defender son los representantes más genuinos de una raza en peligro de extinción, la de los auténticos todoterreno.

Motorizaciones comparadas:

Un día lluvioso, mucho barro, dos todoterrenos y un único requisito: probar y requeteprobar el Jeep Wrangler 2.8 CRD y el Land Rover Defender 90 para descubrir cuál puede ser tu próximo 4x4 de verdad.

¿La excusa para hacer este cara a cara? Pues la renovación que ha sufrido el Jeep que, entre otras cosas, estrena un nuevo motor diésel de 200 CV. Sí, toda esa caballería tiene ahora el Jeep Wrangler. Por lo que, como puedes imaginar, frente a este poderío poco puede hacer el Defender con sus modestos 122 CV.

Han pasado 70 años desde que se presentara el primer Jeep (Willys MB) y, al igual que el Land Rover, se ha convertido en un mito. Pero, ¿sabías que son familia? Bueno, al menos las primeras generaciones. Resulta que después de la Segunda Guerra Mundial, Maurice Wilks (jefe de Ingeniería de Rover) usaba un Jeep del ejército en su finca de Newborough. Pero como el coche ya tenía unas cuantas batallas (nunca mejor dicho) decidió construir uno basado en el Jeep. Y aquí nace el primer Land Rover: el Clase I. Dicho esto, puedes comprobar que los dos modelos llevan toda una vida en el mercado. Pero, mientras que en estos años los ingenieros de Detroit han ido poniendo al día el Jeep (el Wrangler ya no tiene nada que ver con el Willys MB original), en Solihull llevan mucho tiempo parcheando un modelo que se ha detenido en el tiempo. Algunos dicen que el Defender no debería existir, que es demasiado antiguo, incómodo, inseguro, rudo... Sí, es todo esto y más: es el mejor hierro con cuatro ruedas que puedes conducir legalmente. ¡Me encanta!

El Land Rover es un coche para los terrenos más extremos, se desenvuelve con tranquilidad por las piedras más altas, es capaz de moverse por el barro como un Smart por el garaje de un supermercado y no le tiene miedo a nada. Perdón, sí, odia con todo su corazón el asfalto. Teme las curvas más cerradas y siente pánico a detenerse desde 100 km/h. Lo consigue en la escandalosa cifra de los 51,5 metros. Si decides instalar el ABS (es una opción que cuesta 2.061 euros e incluye también el control de tracción) mejora un poco. Pero hay que admitirlo, ¡sigue siendo desastroso! Así que, mejor poca carretera y mucho campo.

En este terreno es donde se encuentra cómodo este coche. El motor tiene mucho par desde bajas vueltas (a 2.000 rpm te entrega 360 Nm), por lo que puedes circular por pistas en marchas largas sin mayores problemas. Que llega una pendiente muy pronunciada... ¡ningún problema! Solo tienes que seleccionar la reductora por la tradicional palanca mecánica (de tacto, por supuesto, muy duro) y el Land Rover Defender subirá por una pared en segunda marcha y por la Muralla China en primera. Además, el Land Rover se guarda un as en la manga: el bloqueo central para las zonas más trialeras o embarradas.

El Jeep Wrangler 2.8 CRD, al entrar en el campo, se hace un poco el despistado (vídeo Jeep Wrangler). Parece que va a ser incapaz de seguir al señorito inglés, pero el yanqui saca muchas fuerzas de su nuevo motor diésel de 200 CV. Y eso que este propulsor no ofrece la energía de su rival en marchas largas. Al final, todo se resuelve con la tradicional solución de dar más gas, pero no deja de ser algo molesto. Justo lo contrario que la suspensión: se traga todos los baches y contiene los movimientos de la carrocería. He probado el Wrangler por los tramos de tierra del Rally de Portugal de este año y el coche es divertido hasta decir basta. Derrapa con naturalidad, no coge demasiadas inercias y, sobre todo, vuelve a la trayectoria inicial sin hacer extraños. Un par de detalles para los más puretas: el ESP solo se desactiva por completo cuando vas en reductora y con una suspensión más firme (por ejemplo, unos Koni Heavy Truck) sería más preciso en pistas con muchas curvas. No obstante, en comportamiento dinámico el Jeep le da un repaso descomunal al Land Rover. Si alguna vez tienes que ir rápido con un Defender, te recomiendo que aprendas antes a rezar el Ave María que a hacer un contravolante.

En zonas complicadas, el Wrangler tampoco te dejará en la estacada. Aunque no tiene una relación de reductora tan corta como el Defender, va sobrado para lo que la mayoría de los conductores suelen hacer. En Portugal he subido y bajado por cortafuegos con el Jeep sin mayores problemas, incluso detrás de todoterreno preparados y solo he echado en falta un bloqueo central del diferencial para los retos más complicados. Por lo demás, este coche cumple en todos los sentidos. Igual que mantiene el tipo en el campo, te permite afrontar un viaje de 1.000 km por carretera sin incovenientes.

El Jeep Wrangler mantiene cruceros de 130 km/h con soltura, mientras que el Land Rover Defender a ese ritmo está a 2 km/h de alcanzar su velocidad máxima. Lo mismo sucede con el consumo medio, con 2,6 litros de diferencia.

Así que, como me sucedió a mí, después de estar todo un día disfrutando del Defender en el campo, de mancharle hasta el techo de barro, cuando llega la hora de emprender un viaje... ¡Mejor el Jeep! Como diría Darwin: “Evolucionar o morir”. Incluso para el mítico Land Rover Defender.

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