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La victoria de Alonso, desde la grada

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Jueves por la tarde. Mientras acabo mi jornada laboral me hacen un ofrecimiento muy ‘goloso’: “hay dos entradas para el Gran Premio de Europa en Valencia. ¿Las quieres?”. No hace falta decir cuál es mi respuesta, sobre todo cuando nunca he ido a una carrera de Formula 1.

Viernes por la tarde. Pongo rumbo a Levante, pero no a Valencia… El buen tiempo y la tentación de la playita me convierten en un ‘esquirol’ y hacen que cambie la ronda de clasificación del sábado por la sombrilla y las olas de Gandía.

Sábado. Mientras me bronceo, veo en mi móvil que Alonso ha quedado undécimo en la clasificación. “Buf, menos mal que hoy no he ido al circuito”, me digo mientras pienso en la poca emoción que me espera el día siguiente: “por muy buena salida que haga y algún puesto que remonte en carrera...”.

Domingo por la mañana. Me dirijo al circuito con ganas de disfrutar del espectáculo pero, sinceramente, con nulas esperanzas de que Fernando Alonso obre el milagro. Quedan 45 minutos para que empiece la carrera y ya estoy sentado en la grada de la Zona Grao: el calor es insoportable, tanto que ‘whatsappeo’ a mi compañero Vicente, invitado en Paddock Club de Pirelli, con la esperanza de que tenga algún pase de sobra. Nada, toca aguantar el sol infernal… Reconozco que, por unos momentos y pensando siempre en la undécima plaza de salida de Alonso, me planteo si no estaría mejor dándome un bañito en la playa.

Comienza la vuelta de formación, y la emoción va haciendo que el calor sea menos sofocante. Cualquier aficionado debería disfrutar al menos una vez del espectáculo de la Fórmula 1. En la grada veo gente variopinta, pero con una cosa en común: la pasión por el piloto asturiano.

El comienzo no puede ser más prometedor: de inicio, Alonso adelanta a Button, Rosberg y Di Resta. El milagro está más cerca y ya no me acuerdo de las comodidades que está disfrutando mi compañero Vicente. Como la emoción de la grada no hay nada: todos parecemos un gran grupo de amigos, e incluso llegamos a abrazarnos cada vez que Alonso adelanta un coche en su vertiginosa carrera hacia el triunfo final.

alonso gp europa 2012

Así hasta completar 57 vueltas perfectas. La deportividad brilla por su ausencia entre mis compañeros de grada, que vitorean la salida del Safety Car y los abandonos de Vettel y Hamilton (“tonto, tonto”, es el canto de despedida al inglés). Y, para qué mentir, hasta yo me alegro de los abandonos de los principales rivales de Alonso.

La victoria de Alonso, desde la grada

Los gritos y aplausos suben aún más de volumen en la vuelta de celebración del ya líder del Mundial. Dos horas después, Alonso ha conseguido lo que parecía imposible: ganar una carrera que inició muy atrás –demasiado- en la parrilla de salida. Alonso, consciente del esfuerzo que han hecho muchos aficionados, no duda en detenerse en una grada cercana a la nuestra para celebrar la victoria con todos nosotros.

La victoria de Alonso, desde la grada

Su triunfo en el Gran Premio de Europa supone el broche final a un fin de semana en el que también nos hemos ‘cargado’ a los franceses en la Eurocopa de Fútbol. Y hay que celebrarlo: los cánticos de “Alonso, Alonso”, se mezclan con el ya típico “Yo soy español, español, español”.

Mi primer Gran Premio de Fórmula 1 ha llegado a su fin: probablemente será el más espectacular que veré jamás, pero no el último. Ya estoy deseando que llegue el siguiente para no perdérmelo… desde la grada. Dejo los lujos y las comodidades para otros. Me conformo con la emoción y el compadreo de la grada. Ir a la Fórmula 1 es eso, ¿no crees?

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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