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Rajoy, un consejo de oro te doy

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Tengo manías raras –¿quién no?– y una de ellas es ponerme en la piel de los protagonistas de una película o de un acontecimiento deportivo. Soy tan rarito que en la tanda de penaltis entre España e Italia en la Eurocopa 2008 me imaginaba que por arte de birlibirloque yo me ponía en el lugar de Iker Casillas. Y, ¡caray!, qué mal cuerpo se me puso de solo pensar que el destino de toda una nación estaba en mis manos…

Algo parecido me ocurrió este domingo, cuando, con prácticamente todos los votos escrutados, se daba por vencedor de las elecciones generales al Partido Popular con Mariano Rajoy a la cabeza. Y, de nuevo, me imaginé en la piel del líder del PP y me entró una congoja de mil demonios. ¡Vaya marrón, amigo Mariano! Tienes ahora mismo a todo un país pendiente de ti para que nos saques de la crisis y nos devuelvas a la Champions League económica. ¡Tela, telita, tela!

Y, claro, ahora que será Rajoy quien tome el testigo de los designios de la piel de toro, surge por todos lados gente que pregunta "¿qué hay de lo mío?". Estoy seguro de que a los primeros a los que va a escuchar es a Pili y Mili, Merkel y Sarkozy, quienes le van a pedir/exigir que meta aún más tijera...

Sin embargo soy de los que piensa que no por mucho recortar vamos a salir a flote; todo tiene un límite. Además, hay que tener amplitud de miras, porque las medidas cortoplacistas son pan para hoy y más hambruna para mañana y pasado mañana. El sector que mejor conozco es obviamente el del automóvil. Surgen voces –entre los que me incluyo– que piden a gritos no una subvención pero sí una ayudita –quizá, supresión del Impuesto de Matriculación…– para que se renueve el parque móvil español, que, tras más de tres años de caídas en lo que a ventas se refiere, se ha convertido en uno de los más vetustos de Europa y el más viejo de nuestra historia.

Independientemente de que el sector del automóvil suponga casi el ¡10%! del PIB español –que se dice pronto– considero que es una necesidad imperiosa facilitar/ayudar a la renovación del parque. No por contribuir al mantenimiento de miles y miles de puestos de trabajo –que también–, sino por dinamizar la maltrecha economía española y, sobre todo, por una cuestión medioambiental, de ahorro energético –un vehículo con más de 12 años de antigüedad, como los que circulan a miles hoy en día por las vías españolas, contamina y consume lo mismo que dos o incluso tres nuevos– y de seguridad. Porque, digamos de una vez la verdad: la reducción drástica de las víctimas mortales en las carreteras no solo hay que achacarla al Permiso por Puntos –que también–, pero sobre todo a los enormes avances en seguridad activa y pasiva que incorporan los coches nuevos, como el ABS, el ESP, etc. Y todo lo que sea reducir víctimas mortales, heridos y accidentes –a lo que contribuyen las tecnologías antes mencionadas–, motores eficientes y poco contaminantes supone también ahorros económicos a las arcas del Estado y las distintas administraciones. ¿No vale la pena invertir para ahorrar dinero y muertes en carretera?

Sería de agradecer que, después de dos legislaturas de miopía mental y política –¡lo de los 110 el PSOE lo interiorizó bien, pues en las elecciones sacaron 110 diputados!–, Rajoy predicara con el ejemplo del lema de su campaña –"Súmate al cambio"– y cambie de mentalidad en lo que al sector del automóvil se refiere. Y este consejo lo doy gratis… por la causa y el país.

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Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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