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España necesita un Pep Guardiola

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Hace meses que tomé la firme determinación de no leer las noticias para no estar más depre, pero a no ser que me escapara a algún recóndito rincón donde no haya cobertura –por ejemplo, donde a nuestro monarca le gusta abatir elefantes–, es imposible no enterarse de lo que pasa. Y lo que pasa es que la cosa está sumamente jodida, para qué andarse con paños calientes. Menos mal que ayer el segundo puesto de Fernando Alonso en el GP de España de F1 nos dio un pequeño respiro para olvidarnos de los problemas, pero ir hoy a trabajar –para hacer honor al patrón de Madrid, San Isidro Labrador– ha sido como despertarte con la peor de las resacas. Dios, ¿qué bebí ayer?

Alonso segundo en Montmeló, mi Atleti del alma, apunto de entrar en la Champions pero con la copa de la Europa League bajo el brazo… estos eran los refrescantes combinados que bebí ayer, pero hoy la cabeza me iba a estallar. Cuando escribo estas líneas, la prima de riesgo española está disparada, un Nobel de Economía llamado Paul Krugman vaticina que en España habrá corralito… Así no hay quien pueda pensar en salir del pozo.

Y lo peor es que esto no tiene pinta de mejorar. Entre otros motivos porque ahora a España le ocurre lo que el psicólogo de la Universidad de Stanford Philip Zimbardo denominó 'Teoría de las ventanas rotas'. La citada teoría se basa en las conclusiones de un experimento realizado por él mismo: Zimbardo abandonó un coche con las puertas abiertas y sin matrícula en una calle del depauperado barrio del Bronx neoyorquino. El objetivo de Zimbardo era conocer qué ocurriría. Lo que sucedió es que a los pocos minutos comenzaron a robar piezas hasta que tres días después ya no quedaba nada de valor ni dentro ni fuera del coche, y entonces los vándalos empezaron a destrozarlo.

Pero el experimento no concluía ahí, pues Zimbardo abandonó otro coche en el mismo estado (sin matrícula y con las puertas abiertas) en un barrio lujoso de la villa tecnológica de Palo Alto (California). Curiosamente, durante una semana al coche no le ocurrió nada, por lo que Zimbardo dio una vuelta de tuerca y golpeó con un martillo partes de la carrocería para así animar la cosa. Y funcionó, porque al poco rato los vecinos del barrio rico de Palo Alto dejaron el coche en el mismo estado ruinoso que los del Bronx. Cuestión de la condición humana…

Aunque en realidad la 'Teoría de las ventanas rotas' se refiere al contagio de las conductas incívicas e inmorales, yo se lo he aplicado a España. Ahora mismo nuestro país es un coche sin matrícula (casi da vergüenza decir que eres español en Europa) y con las ventanas abiertas (así es nuestro carácter) en un barrio rico (Unión Europea). Hemos aguantado el tipo durante un tiempo, hasta que ha llegado Merkel y le ha dado un martillazo a nuestros presupuestos. Luego llegó Cristina Fernández de Kirchner y apelando a la momia de Evita Perón le rompió los cristales al coche con la expropiación de Repsol YPF. Y le faltó poco para que hiciera lo propio Evo Morales. Y supongo que a no ser que pongamos remedio a esto, seguirán llegando buitres carroñeros (políticos sin escrúpulos, entre otros) con el fin de llevarse los últimos despojos.

Sin embargo, yo creo que no tiene por qué terminar así. Hay margen de maniobra para enderezar las cosas, cerrar las puertas del coche, ponerle la matrícula y arreglar los roces y martillazos. Pero eso pasa por creernos de lo que somos capaces, de creernos que podemos salir adelante y darle la vuelta a las cosas, digan lo que digan y nos obliguen a lo que nos obliguen hacer desde Bruselas, Berlín o Sebastopol. El problema es que no nos lo creemos y preferimos pensar que es nuestro sino (como si toda España fuera un pupas del Atleti). Necesitamos un Pep Guardiola que nos anime, nos motive, nos haga creer en nosotros mismos… Caray: si nos lo creemos podemos conseguir lo que queramos. Como ha hecho Guardiola con el Barça en los últimos años. Ahora bien: ni Rajoy, ni Rubalcaba ni ningún político a día de hoy tiene lo que hay que tener para devolvernos la fe en nosotros mismos. Pues contratemos a Guardiola...

Las conductas se contagian, como demostró Zimbardo con su experimento: vamos a adecentar el coche y ya veréis cómo este automóvil llamado España comienza a andar… hacia adelante.

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Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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