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Embobados con China

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Están las cosas del sector del automóvil tan chungas por estos lares y los del vecinoDetroit no es ni la sombra de lo que fue– que el nuevo El Dorado de los coches se halla ahora en China. El reciente Salón del Automóvil de Shangai es buena prueba de ello. Casi todas las marcas han reservado alguna de sus novedades de este año para ser presentadas a nivel mundial en la muestra china. Y es que no hay nada como los billetitos frescos de los nuevos multimillonarios chinos para que a uno se le olviden los principios.

El padre de una amiga mía estaba como loco por viajar a China después de haberse convertido en un fanático practicante del chi kung (una diversidad de técnicas habitualmente relacionadas con la medicina china tradicional, que comprenden la mente, la respiración y el ejercicio físico), que ahora sólo le falta comer con palillos las lentejas. Viajó al gigante asiático convencido de que no solo iba a conocer el país más moderno del mundo, sino el mismísimo Paraíso, en el que no había pobreza y si abrías un grifo salía agua de Perrier... Pero lo que se encontró es un país que efectivamente está creciendo económicamente a un ritmo endiablado, pero en el que los contrastes son tremendos y no es oro todo lo que reluce (entre otras cosas porque sería una falsificación...).

Pero lo peor no es eso, sino lo realmente importante: que la crisis que estamos padeciendo no nos deja ver la auténtica realidad. China, en efecto, está creciendo a ritmos del 10 por ciento anual (o incluso más), pero todo ello es posible gracias a que los trabajadores no tienen apenas derechos laborales, curran como auténticos chinos (sábados y domingos incluidos) unas 15 o 16 horas diarias, cobran una miseria y no disfrutan de vacaciones.

Además, por mucho que ahora nos vendan la moto de "un país, dos sistemas" –es decir, un sistema político basado en el comunismo dictatorial y un sistema económico fundamentado en el ultraliberalismo (¿cómo se come eso?, le preguntaría yo a Karl Marx, Mao y compañía)–, China es el paradigma de la vulneración de todos los derechos posibles, desde los humanos hasta los civiles y demás. Existe la pena de muerte para los presos políticos, hay millones –ojo, millones– de disidentes perseguidos, desaparecidos o ejecutados (¿alguien se acuerda de la carnicería de Tiananmen?) por pedir libertad y democracia. Asimismo, China encabeza la lista de los países que más contaminan y más están contribuyendo al cambio climático.

Sin embargo todo esto se nos olvida (¡ay, qué memoria más frágil tenemos!) cuando es la pasta gansa la que va por delante. A todos nos gusta comer caliente a final de mes, y es una buena noticia que, por ejemplo, Seat empiece a vender coches allí, pero no nos embobemos.

La empresa editora de AUTOBILD.ES, Axel Springer, estuvo hace un par de años presente en China, pero fueron tantas las trabas, el intervencionismo y el control que quería ejercer el Gobierno chino sobre la independencia editorial de nuestra empresa, que por integridad, Axel Springer se marchó de allí.

Lanzo la misma pregunta que se hizo un best-seller llamado Jesucristo: "¿de qué le sirve al Hombre ganar el Mundo entero si pierde su alma?".

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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