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Prueba: BMW Alpina B12 5.7 Coupé. El Ferrari alemán de los 90

Prueba: BMW Alpina B12 5.7 Coupé

Un deportivo de los años noventa rojo, con motor de 12 cilindros, 300 km/h de velocidad punta... ¿Qué te viene a la cabeza? Pues no, no es un Ferrari. Es un BMW.. Y nos hemos puesto al volante para revivir las sensaciones al volante en uno de los coches más excepcionales de todos los tiempos. Prueba: BMW Alpina B12 5.7 Coupé. El Ferrari alemán de los 90.

Lo que está claro es que sus creadores tenían en el punto de mira a la marca de Maranello. Sí: aspiraban a que este GT pudiera medirse con un Ferrari. No le faltaban cartas de presentación: un motor V12 de 5,7 litros, 416 CV, solo 57 ejemplares producidos entre 1992 y 1996, 47 de ellos con cambio manual de seis velocidades, 10 con el Shift-Tronic desarrollado por Alpina. Nosotros hemos probado uno de estos 10.

Un interior que, aún hoy, sorprende

El cockpit, como acostumbraba BMW en aquella época, está orientado al conductor. Nunca lo ha estado tan descaradamente como entonces. Los botones, agrupados en la consola central. En la parte de arriba un ordenador de abordo con infinidad de funciones. En el medio la radio CD Bavaria de la marca (sí, un CD, que en aquella época era algo obscenamente lujoso para un coche), y debajo, los mandos del climatizador.

Estoy anonadado con la perfección de este puesto de conducción que ya tiene más de 20 años, y haría palidecer a muchos deportivos actuales de relumbrón. Solo una pequeña crítica: los asientos deportivos se regulan de forma totalmente eléctrica, son cómodos y tienen un aspecto excelente. Pero ofrecen poco agarre lateral.

Una de las peculiaridades de este Alpina es el sistema de gestión del embrague. La firma lo llama Shift-Tronic. Con solo tocar la palanca del cambio, automáticamente embraga y desembraga. Al parar, también. Todo lo que debería hacer el pie izquierdo, lo hace este embrague "inteligente". Y sí, en aquella época ya existían los modos de conducción. Al menos, en este modelo: el mando EML en posición S, y la respuesta del acelerador se torna más deportiva. En la K (de Komfort, en alemán), todo se vuelve más suave. El velocímetro se pasa un pelín de optimista: marca 340 m/h. Eso sí, los 300, este Alpina los coge Y pasa de 0 a 100 km/h en 5,8 segundos (piensa con mentalidad noventera: muy pocos coches corrían tanto entonces).

Prueba: BMW Alpina B12 5.7 Coupé

Los neumáticos Michelin de 245 y 285 que calza, de hecho, están preparados para alcanzar semejante velocidad. El empuje y el sonido al pisar a fondo el acelerador son, sencillamente, estremecedores. No en vano, Alpina desarrolló junto con Boysen un escape especial para cuidar hasta el extremo la acústica. Si no deleita tus tímpanos y te pone la piel de gallina al mismo tiempo, es que no tienes sangre en las venas.

Que no te engañe su silueta GT

Este bólido no solo está hecho para viajar a la velocidad del rayo por amplias calzadas: también promete diversión al volante por intrincadas carreteras de montaña. Eso sí, no esperes su portentoso empuje desde la zona baja del cuentavueltas, como acostumbran los modernos motores turbo de ahora. A este atmosférico hay que llevarlo bien alto para que dé lo mejor de sí. La potencia máxima no aparece antes de las 5.400. El poderoso par de 570 Nm, un poco antes: a 4.000.

Enfilo por fin una carretera comarcal: y sí, las 1,8 toneladas se mueven con inesperada soltura entre las curvas. Hereda el sistema AHK (Eje Trasero Cinemático, en alemán), que gira junto a las ruedas delanteras mediante un sistema hidráulico, evitando que tienda hacia la zona exterior de la curva. También se nota el efecto de los amortiguadores Bilstein y las ruedas de 18 pulgadas. Todos estos elementos trabajan en perfecta armonía. Y si te confías un poco, gracias al diferencial con bloqueo incluso puedes provocar controlados sobrevirajes y deslizar un poco las ruedas traseras.

Prueba: BMW Alpina B12 5.7 Coupé

Lo único que no me casa en todo esto es el volante: demasiado grande. Demasiado indirecto. ¿Y los frenos? También toma los M del 850 CSi, que proporcionan una sensación desconcertantemente actual: retienen a este peso pesado con decisión, y no se fatigan apenas. ¿Confort? Pues también lo tiene: en modo K, asoma su espíritu GT. Da igual que la carretera esté en mal estado, que filtra con eficacia y mantiene al carrocería en su sitio.

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