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Los Porsche del futuro

Los Porsche del futuro
Una visión de 2050.

Podría decirse que un Porsche sin volante sería perfectamente factible, pero no tendría ningún sentido en absoluto. Y es que no solo la electrificación de los vehículos sino, sobre todo, la conducción autónoma va a requerir que en Zuffenhausen -la central de Porsche en Alemania- le den una buena vuelta a la marca.

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Y eso atañe especialmente a su equipo de diseñadores. ¿Cómo podrá alcanzarse el equilibrio entre las tecnologías que traerá el futuro y la tradición, mientras se mantiene el mismo nivel de éxito? "Los jóvenes nos inspiran a mirar hacia el futuro", dice el diseñador de exteriores de Porsche, Peter Varga, en la entrevista que puedes leer si pasas de página.

En verano de 2017, Varga contactó con Lutz Fügener, director del título de Diseño de Transportes en la Universidad Pforzheim y, entre otras cosas, jurado en los prestigiosos premios de Diseño Red Dot.

Seis de los estudiantes de su actual curso recibieron el encargo de diseñar su personal visión de la marca Porsche para el año 2050. Y lo mejor: para ello no debían tener en cuenta ningún tipo de limitación técnica. Sin embargo, sí habían de usar como base para sus borradores un modelo muy especial y, sin duda, uno de los más icónicos de la historia de Porsche: el 550 Spyder, el Little Bastard de James Dean.

Los seis trabajos de estos estudiantes pueden parecer radicales, pero el desarrollo del automóvil en las próximas décadas también lo será…

Porsche Plus / Matthias Walz

Los Porsche del futuro

Según su creador, este vehículo hará la transición entre la conducción autónoma y otros escenarios. Puede adaptarse para ir por el espacio aéreo, por el agua o por terrenos fuera de la carretera. Los diferentes módulos se acoplan a la base mediante un sistema especial, según sea necesario. Su estructura flexible se puede mover libremente en todas las direcciones.

Momentum / Anna Boutachkova

Los Porsche del futuro

Dos cápsulas, una interna y otra externa, rodean al pasajero y transmiten las percepciones sensoriales hacia el interior a través de unas 'terminaciones nerviosas'. Estas recogen información de las dos bandas externas que sostienen el motor eléctrico y que hacen innecesarios los neumáticos. El conductor puede dirigir el vehículo con la mente y así solo disfrutar del placer de conducir. Por eso tampoco requiere un volante.

Luftspyder / Max Lödemann

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El Porsche 550 Luftspyder une dos elementos fundamentales en nuestras experiencias hoy en día: volar y conducir. En mi vehículo se relacionan y convergen la diversión al volante con las vivencias extremas de los vuelos. Mi concepto de automóvil deportivo se extiende así por dos dimensiones. El conductor va delante del todo, situado justo por encima de la carretera, sobre el frontal. En vuelo, el vehículo es totalmente autónomo. Sin embargo, en carretera se maneja como un coche totalmente convencional.

550 2 Flow / Julius Schuster

Los Porsche del futuro

En Psicología, 'fluidez' describe el estado de ensimismamiento que genera una actividad. Ese es el concepto de mi vehículo. Pone al conductor inmediatamente en el estado de 'flow', con absoluto control. Esto significa pura autodeterminación y eficacia. Mi idea es un híbrido entre coche y moto. Permite al conductor del futuro decidir antes de cada viaje con qué tipo de dinámica quiere moverse. En el futuro, disfrutar del placer de la conducción autodeterminada requerirá 'concepts' rebeldes como este.

Instinct / Maurice Neugeauer

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Mi vehículo se parece más a un triciclo, aunque tiene cuatro ruedas. Para mí es importante la conexión entre humanos y máquinas, así que pensé en un sistema en el que el conductor pueda dirigir el coche y su carrocería solo con sus movimientos. Esta nueva clase de dirección en todas las ruedas implicará una dinámica de conducción completamente distinta.

Emira / Max Ziegler

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Emira es la visualización de la dinámica de conducción extrema en el escenario de las carreras de 2050. Está controlado por dos pilotos, uno para el módulo de propulsión y otro para el sistema de vuelo. Como en los trenes de suspensión magnética, utiliza el cambio de la polaridad de dos imanes para impulsarse y acelerar hasta gran velocidad. Al alcanzar los 200 km/h, despega y viaja sin tocar el suelo.

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