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¿Por qué forra de cinta este Ferrari FXX su dueño?

¿Por qué forra de cinta este Ferrari FXX su dueño?

Raul Toledano

El dueño de uno los 30 Ferrari FXX que hay en todo el mundo consigue los permisos legales necesarios para salir a carretera (sólo está homologado para circuito) y forra parcialmente con una especie de cinta aislante su carrocería en fibra de carbono para evitar cualquier pequeño deterioro.

Seguramente el propietario de este Ferrari FXX sea uno de los hombres más afortunados del mundo, al poder disfrutar de un sueño que sólo el dinero puede convertir en realidad. Ya no es solamente poseer uno de los automóviles más exóticos del planeta -el FXX es una evolución de competición orientada al uso privado en circuito del ya exclusivo Ferrari Enzo-, sino poder participar, gracias a unas mínimas modificaciones técnicas para cumplir con la ley, en una carrera-concentración más allá de los márgenes de un circuito.

[yb:https://youtu.be/T_a4zVc5a9A]

Concretamente, el Ferrari FXX que hoy os traemos ha rodado por las pistas de un aeródromo británico abandonado, junto con otros automóviles de alta gama en el evento V-Max Stealth. El deportivo italiano, que esconde un brutal motor V12 de 6.3 litros y 809 CV de potencia, es un derroche de ingeniería mecánica al servicio de algunos de los hombres más ricos del mundo; y sin embargo, a éste de hoy le pasa algo raro, ¿no crees?

Sí, ya lo has adivinado, casi la mitad de su carrocería está forrada de una especie de cinta aislante, protegiendo las zonas exteriores más sensibles del FXX. Desde el capó al completo, hasta el alerón, pasando por las llantas o las aletas, el adictivo color rojo de Maranello prácticamente queda en un segundo plano.



Parece ser que el dueño de este Ferrari quería evitar cualquier tipo de contratiempo. Y es que estamos hablando de un automóvil capaz de alcanzar los 391 km/h, velocidades a las que cualquier pequeña piedra puede saltar y dañar su sagrada carrocería construida íntegramente en fibra de carbono.



La exclusividad del FXX llega al grado de que los dueños, 30 en todo el mundo (uno de ellos Michael Schumahcer), ni siquiera lo guardan en sus casas. En su lugar, Ferrari los almacena, o más bien los custodia, y es el día del track day de turno cuando el FXX y su propietario se reencuentran en la pista para realizar un test en el que el piloto se apoya en el asesoramiento de un equipo de ingenieros para sacar el máximo rendimiento a su máquina.

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