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Nissan nos debe un IDx

Nissan IDx
Jugó con nuestro corazón.

Los prototipos representan lo mejor y lo peor del mundo de la automoción. Por norma general muestran diseños bastante acertados, más arriesgados de lo que se pueden permitir los modelos de producción, lo que hace soñar a los aficionados… solo para, en muchas ocasiones, destrozarles el corazón cuando el coche de serie no le llega ni a la suela de los zapatos o, peor aún, cuando el concept de turno no llega a cristalizar y a hacerse realidad. Es precisamente el caso del Nissan IDx.

VÍDEO: Así era el Nissan IDx

Nissan IDX

Corría 2013 y, aprovechando que jugaba en casa, Nissan presentó en el Salón de Tokio un nuevo modelo, de naturaleza conceptual, en dos variantes, una básica denominada Freeflow y otra pasada por las manos de Nismo. El concepto tras su desarrollo no podía ser más prometedor: un cupé compacto, ligero, de propulsión trasera y barato.

De hecho, este compendio de características se utilizó para atacar de manera más o menos directa al Toyota GT86, presentado un año antes y que Andy Palmer, vicepresidente de Nissan, criticó duramente alegando que era un coche para alguien “en sus crisis de mediana edad”, ya que no había cumplido su promesa de ser asequible, y que su futuro modelo, el IDx, sería para “entusiastas de veintitantos”.

El origen

Dichas declaraciones no sirvieron sino para aumentar las expectativas, a lo que se unió el hecho de que la compañía afirmó haber escuchado el feedback de los usuarios, atendiendo a lo que querían en el nuevo modelo, y que, además, para su creación habían mirado también al pasado, a modelos clásicos de la casa.

Es algo que quedó más que claro al desvelar ambos prototipos en la cita japonesa, con un diseño que mezclaba en su justa medida aires futuristas con un aroma retro sacado de los Datsun de antaño. La dupla obedecía a un criterio dual de modelo de calle y versión deportiva, muy acertado en ambos casos.

El IDx Freeflow medía apenas cuatro metros de largo y 1,3 de ancho, su voladizo delantero era prácticamente inexistente, algo más largo el trasero y con una batalla que dejaba hueco interior para cuatro plazas (las dos traseras casi testimoniales). Su diseño, de líneas rectas, entraba por los ojos y no podía sino recordar a una suerte de mini muscle car, e iba acompañado de un interior minimalista lleno de detalles llamativos. Nissan hasta dio pistas de las mecánicas que podría montar, apuntando a bloques de 1,2 o 1,5 litros asociados a una caja CVT.

Pero si era estéticamente acertado, el que se llevaba la palma era el IDx Nismo. Como todos los modelos que lucen ese apellido, le daba una vuelta de tuerca deportiva que le sentaba francamente bien. La base era la misma, pero lucía paragolpes específicos, llantas de mayor tamaño (19 pulgadas), pasos de rueda ensanchados con remaches vistos y la clásica combinación cromática blanco/negro/rojo. En el habitáculo contaba con molduras de aluminio, un volante achatado y tapicería de Alcantara rojo. Además, montaba hipotéticamente un bloque 1.6 turbo también con caja CVT.

La decepción

La materia prima estaba ahí, la recepción del público fue más que buena y Nissan se había fijado 2015 como fecha para sacarlo al mercado. Sin embargo llegó el año y no se supo nada de él, mientras que prototipos como el peculiar Bladeglider seguían su desarrollo. No fue hasta 2016 cuando la compañía, por medio de Shiro Nakamura, confirmó que el IDx no llegaría a ser realidad nunca.

El Nissan IDx no llegará a producción

¿El motivo? El habitual en estos casos: los costes. Se aludía a la dificultad económica de crear una plataforma ligera, compacta y asequible con tracción trasera, de la que Nissan no disponía, a lo que se sumaba el hecho de que luego no se podría utilizar en muchos otros modelos de la marca.

Lo entendemos, de verdad que sí, pero nos debes un IDx, Nissan.

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