Joe Biden propone suspender un impuesto para bajar 18 céntimos el precio de la gasolina

La descarada subida del precio del carburante no solo es un problema de España; es más, tampoco es solo de Europa. En Estados Unidos, el precio medio del galón (3,78 litros) ha alcanzado una cifra récord, cinco dólares, cuando hace tan solo un año estaba a tres.

Por este motivo, el presidente Joe Biden ha anunciado que está pensando suspender durante tres meses un impuesto federal sobre los precios del carburante. Esta medida supondría una rebaja de 18 céntimos en el precio final. 

Además, se sumaría el impuesto sobre el diésel, de 24 céntimos por galón, durante la temporada de viajes de verano boreal, por lo que esta iniciativa costaría alrededor de 10.000 millones de dólares al fondo de infraestructuras de carreteras, principal perjudicado, puesto que, normalmente, es financiado por estos gravámenes.

"Suspendiendo durante 90 días el impuesto federal sobre la gasolina, de 18 centavos, podemos hacer bajar el precio y aliviar un poco a las familias. Sé que esta suspensión de impuestos no resolverá por sí sola el problema, pero eso dará un poco de aire a las familias. No es el momento de beneficiarse", manifestó Biden ayer miércoles desde la Casa Blanca.

Los coches de los presidentes de Estados Unidos

El repunte de los precios está repercutiendo en la economía nacional, y por ello, el índice de aprobación del mandatario estadounidense se halla por debajo del 40%. Por este motivo, a pocos meses de las elecciones legislativas de mitad de mandato, muchos tachan la medida como electoralista. 

Además, el presidente de Estados Unidos ha pedido a los estados suprimir temporalmente sus gravámenes -de media cobran 30 céntimos en impuestos por galón de gasolina y, por ahora, 46 de ellos aún no han actuado- o proporcionar mecanismos de compensación a los conductores.

Joe Biden también ha demandado a los distribuidores repercutir sobre el precio hasta el último céntimo de una eventual rebaja impositiva, y a los gigantes productores de hidrocarburos, a que aumenten su capacidad de refinado y a seguir las fluctuaciones de los precios del crudo también cuando baja y no solo cuando suben.