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Se enciende un cigarro en una gasolinera ¡y se lo apagan con un extintor!

Gasolinera
Un empleado de una gasolinera búlgara se ha tomado la justicia por su mano al ver que uno de los usuarios se negaba a apagar el cigarrillo que acababa de encenderse. ¿Cómo? Apagándolo con un extintor... con todo lo que ello conlleva.

Nadie en su sano juicio es capaz de encenderse un pitillo en una gasolinera. Todos somos conscientes del riesgo que tiene una conducta así. Basta una ceniza ligeramente prendida que caiga donde no debe para liar la mundial. Pero no, no todos los humanos tienen el cerebro para pensar y deducir cosas lógicas. Si no, solamente hay que ver lo que ocurrió hace algún tiempo en una estación de servicio de Bulgaria.

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El protagonista de la historia se detuvo a echar gasolina a su coche. Sí, es cierto que algunos surtidores van más lento de lo que deberían, lo que provoca un aburrimiento que todos habremos vivido alguna vez. Es el caso. El problema vino cuando este individuo decidió pasar el rato fumando mientras repostaba. Uno de los empleados de la gasolinera le dijo inmediatamente que apagase el cigarrillo, pero no sirvió de nada. El tipo seguía disfrutando de él. ¿Cuál fue el siguiente paso? Observa...

Ni corto ni perezoso, el empleado de la gasolinera decidió actuar y cortar por lo sano la locura su cliente. A grandes males, grandes remedios. Y en este caso la solución fue coger uno de los extintores que velan por la seguridad del establecimiento y vaciarlo encima del fumador. Obviamente el cigarro se apagó. El problema para el propietario del vehículo es el estado en el que quedó éste. Aunque más vale algo de espuma -si llega a ser un extintor de los tóxicos nuestro amigo no lo cuenta- que una explosión de película.

No sabemos cómo acabó la historia, pero desde aquí solamente nos queda aplaudir al empleado de la gasolinera, que le hizo frente a la situación de una forma valiente y decidida. Ni siquiera después de apagar el cigarrillo se amedrentó ante las quejas del fumador. Por suerte, la anécdota es lo único que queda después de una situación que perfectamente pudo acabar en tragedia.

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