Y por cosas así no debes fiarte a ciegas de tu navegador…
El avance de la tecnología es una bendición, sí, pero hay que reconocer que en muchos casos nos está atontando de sobremanera: gente que no levanta la cabeza del smartphone mientras cruza la calle, personas que son incapaces de pasar el día sin compartir trescientas publicaciones en redes sociales… o, en lo que nos toca a nosotros, individuos que no saben ni ir a comprar el pan sin poner el GPS. El navegador es un invento realmente útil que ha facilitado los desplazamientos sin ninguna duda, pero fiarse de él sin utilizar un poco de sentido común suele equivaler a problemas.
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No hablamos de aquella mujer belga que acabó haciendo 1.450 kilómetros durante dos días de viaje para completar un trayecto de solo 32, pero nuestro protagonista seguro que ha aprendido a utilizar el GPS con responsabilidad. Ha ocurrido en Italia, concretamente a un turista que estaba en la zona de Pavia. En uno de sus desplazamientos tenía pensado visitar el conocido Lago de cómo, así que metió la dirección en el dispositivo y se dispuso a seguir las indicaciones. Hasta ahí todo normal.
Sin embargo, cuando se hallaba en Carate Urio, mientras cruzaba el centro de la ciudad no prestó atención a un cascos histórico formado por calles estrechas, quizá demasiado estrechas para el vehículo que conducía, un Volvo V40. Mientras recorría la ruta establecida por el navegador llegó a una zona en las que las paredes estaban demasiado cerca la una de la otra y, quién sabe si por despiste o por la tozudez de “por ahí lo meto” acabó atrancado entre las dos, con el coche encajonado sin poder ir ni hacia adelante ni hacia atrás. Lógicamente los bomberos de la zona tuvieron que intervenir y tardaron nada menos que cinco horas en poder sacarle del aprieto.
Fuente: Motori.
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