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Mini E, eléctrico y dinámico

El Mini E no es más que un experimento, un coche real pero que nunca se pondrá a la venta, un buen ejemplo de movilidad sostenible cuya única misión es recabar datos para desarrollar los futuros modelos eléctricos de BMW. Nosotros lo hemos podido probar en su terreno ideal, la ciudad, para contarte si es una opción real

Hace tres años BMW se propuso comenzar un estudio de campo con vehículos eléctricos. Para ello eligió, en primera instancia, el modelo que por enfoque urbano y características dinámicas más se adaptaba a ello, el Mini.

Lógicamente, el Mini E se ha desarrollado tomando como base un Mini de serie, es decir, que no se ha fabricado desde cero. Eso explica que las baterías hayan obligado a reducir el espacio de carga a solo 60 litros, ya que no se han colocado de manera específica bajo el suelo o en otra ubicación más lógica.

Los primeros Mini E empezaron a rodar en California y se pusieron en manos de clientes que se comprometieron a estarblecer un feedback con la marca para facilitar la recogida de datos y de impresiones de conducción. ¿Quién mejor que un usuario real final para determinar lo que funciona y lo que falla en el uso cotidiano?

En total se han fabricado 600 unidades, aunque solo unas 500 han sido numeradas. La nuestra es la 196 y su objetivo es exactamente el mismo, seguir con su misión de obtención de datos para servir como base a los nuevos modelos de la vertiente que la marca de la hélice ha creado recientemente, BMW E. Ésta ha sido desarrollada para fabricar vehículos eléctricos nuevos, que no tomarán como base versiones ya existentes en la gama, sino que se fabricarán desde cero, para distribuir los elementos que un vehículo de estas características requiere (baterías, cableado...) de una manera más lógica.

Antes de arrancarlo, veo que el interior solo ofrece dos plazas y que cuenta con un espacio de carga muy reducido, ya que ha sido ocupado en su mayoría por los paquetes de baterías. También compruebo que el tacómetro se ha sustituido por un medidor de autonomía de las baterías (lo puedes ver en las fotos).

Ya que hablo del tema, te diré que en función del uso que le des al vehículo, ésta puede ser de hasta 200 km, aunque esto solo lo lograrás si realizas una conducción muy económica y por zonas en las que las frenadas te permitan ir regenerando carga.

Los otros elementos nuevos en el cuadro de instrumentos son el indicardor de LED que hay en el velocímetro y que marca si estas cargando las baterías o gastándolas; y la palanca de cambios, que es idéntica a las de otros Mini automáticos, pero que en este caso no cuenta con pasillo secuencial ya que es de relación única.

Una vez en marcha, lo primero que me llama la atención es que el coche retiene muchísimo cuando levantas el pie del acelerador. Esto es algo común a todos los vehículos eléctricos, para lograr que se regenere la carga de las baterías en las fases de deceleración. Pero en el caso del Mini es una retención especialmente acusada. Tanto, que casi no tienes ni que usar el pedal del freno. Si lo comparo con otros eléctricos que he podido conducir con anterioridad, solo el Kangoo Z.E. tenía una respuesta similar, pero en su caso es algo más justificado ya que un vehículo comercial requiere de una mejor frenada si va a tope de carga.

La respuesta desde cero no me ha sorprendido porque ya me he acostumbrado a que un eléctrico de todo el par (220 Nm) desde parado. Pero no deja de ser algo destacable, porque sorprende que un vehículo tan ecológico tenga una respuesta tan viva.

Dinámicamente, me ha resultado menos afinado que el resto de la gama Mini. La dirección sí que tiene una respuesta muy directa, pero el hecho de que el reparto de pesos haya variado debido a que las baterías van colocadas muy atrás, modifica la respuesta de este utilitario. En el Mini E, pese a que se ha reforzado la suspensión para que responda de manera eficaz al aumento de peso del vehículo, la trasera no es tan viva y el tarado del ESP (demasiado intrusivo) no mejora la situación.

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El Mini E no es más que un experimento, un coche real pero que nunca se pondrá a la venta, un buen ejemplo de movilidad sostenible cuya única misión es recabar datos

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