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Dakar 2016: el malfario que persigue a Joan Barreda

Dakar 2016: el malfario que persigue a Joan Barreda

Diego de Arístegui

Con su abandono en el Dakar 2016, el malfario que persigue a Joan Barreda sigue latente. Un piloto que lo tiene todo para conseguir cosas grandes en esta carrera, menos la suerte.

Desafortunado, sometido al mal de ojo más ruin jamás imaginable o el malfario que persigue a Joan Barreda. Hoy 10 de enero de 2016 llegamos al ecuador del Rally Dakar 2016, y la única y gran lectura que podemos hacer sobre la categoría de motos es que de nuevo el destino ha mostrado su peor cara con el piloto de Torreblanca. Otra vez de vuelta a casa con las manos vacías y antes de tiempo. 

Barreda ha sido criticado muchas veces por no saber interpretar el fondo que supone una carrera tan complicada como el Dakar. Un piloto que desde el primer momento demostró que podía y sabía ir rápido, pero que siempre se daba de bruces con la otra realidad que rodea al raid más duro del planeta, la regularidad, la constancia y el saber esperar el momento de cada uno. Ahí Barreda siempre jugaba la misma carta, la de buscar el límite para ir por encima de los demás. Lo que le sucedió en muchas ocasiones es que también superaba sus propias posibilidades y eso se traducía en caídas y en errores propios de un novato. 

Joan Barreda dice adiós a la victoria

Pero lo que ha ocurrido en las dos últimas ediciones del Dakar es más propio de un guión de una película de terror con un final catastrófico, el mismo que ha tenido el piloto castellonense en este Dakar y en el del año pasado. Barreda había aprendido la lección y había programado su temporada a conciencia para conquistar la carrera más importante de su calendario, el Rally Dakar 2016. 

La edición actual comenzó de buena manera con una victoria en el prólogo con el que todos asistíamos confiados al propósito de Barreda para 2016 de conquistar la ronda sudamericana de una vez por todas y en un contexto muy favorable después de ver cómo los dos grandes dominadores del Dakar en la última década (Marc Coma y Cyril Despres) ya no estaban presentes

Las siguientes etapas se sucedieron también con buenos resultados para Barreda, aunque las dos victorias que había conquistado previamente le fueron arrebatadas por los famosos radares. La primera todavía podía tener justificación, pero en la segunda el español ya debía de andarse con pies de plomo en este asunto. Llegábamos a Uyuni con Barreda en tercera posición, metido de lleno en la pelea por la victoria y antes de afrontar las etapas preparadas para que pilotos como él, con esa aura de talento tan selectiva, sentenciaran la prueba en su favor. 

Laia Sanz, gran piloto, mejor compañera

Pero el destino sigue dándole la espalda a Barreda. Me atrevería a decir que incluso le da el trasero, porque otra vez en Uyuni, sin el Salar haciendo de las suyas, el de Honda enterró sus opciones por culpa de una avería mecánica. De todas las Honda CRF 450 Rally que había en la arena, tuvo que fallar la suya. Y no un problema cualquiera, sino uno de motor, probablemente el más importante. Ni el remolque de Paolo Ceci fue suficiente, ni las casi 5 horas de demora. El billete de vuelta a casa ya estaba sacado. 

Otra vez esa extraña sensación de estar todo el año preparando a conciencia una carrera para que un fallo externo tire todo el esfuerzo a la basura. Lo mejor que puede hacer Joan Barreda ahora mismo es seguir por este camino, porque algún día el destino le enseñará su rostro afable en vez de esta cantinela tan frustrante que está recibiendo de forma abusiva. Mucho ánimo Joan. 

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