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El 'Ken Block' gallego y su Gymkhana con el Subaru BRZ

Marcos Teixeira

Esta es la historia de un enamorado, una especie de Ken Block gallego, que realiza una vertiginosa Gymkhana en tierras lucenses para tener lista y preparada la mesa a la hora del desayuno en el momento en que su amada despierte.

Es posiblemente la mejor noche que ha pasado junto a ella. Llegaron de la gran ciudad escapando del mundanal ruido que esa selva de asfalto envuelve a todo aquel que se adentra en su floresta de calles, avenidas y rascacielos. Una recogida aldea gallega, al pie de extensos y bucólicos páramos, es el lugar ideal para recuperar el tiempo que la cotidianidad les ha ido arrebatando a este 'Ken Block' gallego, a su compañera y al tercero en discordia: un Subaru BRZ.

Las grandes noches siempre deberían contar con un broche mañanero que engalane esa placentera nocturnidad. Lo sabe, y no duda en abandonar el cálido roce de la piel de su amada para ponerse manos a la obra antes del despertar de su candida compañera. Esa penitencia será recompensada con creces cuando la vea sonreír minutos más tarde.

Los pequeños gestos determinan los grandes acontecimientos, escuchó una vez. No existe algo más profano que preparar un desayuno, pero pocas cosas son tan emocional como despertar del letargo frente a una mesa repleta de pequeños refrigerios hechos especialmente para uno.

Sin embargo, uno de esos pequeños detalles se le pasó por alto. Todo iba bajo el plan previsto hasta que descubre con sorpresa que en esa perfecta casa rural en la que se alojan escasea el líquido base de cualquier buen desayuno: la leche.

El protagonista de nuestra historia, una suerte de 'Ken Block' gallego, no tiene tiempo que perder. Su compañera no tardará en despertar del sopor, una vez ya se ha percatado que ya él no yace a su lado. En momentos cruciales es necesario actuar rápido, tener nervios de acero y actuar con decisión. La idílica localidad lucense de Pastoriza rebosa de virtudes y encantos, pero parece que un supermercado es difícil de encontrar.

Sin más dilación se dirige a la alejada lechería del pueblo al volante de un Subaru BRZ, perfecto para lidiar con los difíciles terrenos a los que tiene que hacer frente. Unas curvas por aquí, que si derrape para allá, ahora una pronunciada cuesta. Al final, tras cruzar un camino de indolentes miradas bovinas, la ansiada botella de leche recién exprimida le espera, presta para servir a sus dulces y románticos intereses.

La vuelta transcurre por los mismos derroteros. El Subaru BRZ se pone al servicio del enamorado, que por su propio interés acaba cediendo el protagonismo de la historia al coupé deportivo japonés. Tras una vertiginosa, precisa y bonita gymkhana, no solo por la diestra ejecución de las pericias del coche al enlazar las curvas y derrapar, sino también por el fin último de tanto trasiego, la botella de leche acabó presidiendo la mesa.

Etiquetas: Vídeo

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