Uber y su prohibición en España: ¿qué pasará?
Una de las expresiones habituales para diagnosticar algo que se repite mucho en negocios tradicionales es cambio de paradigma, que se aplica cuando, más que a una pérdida de clientes, a lo que se enfrentan ciertas profesiones es a la desaparición del suelo bajo sus pies. Así de claro se lo ha puesto Uber al mundo del taxi, al menos esa es la opinión de quien escribe porque se trata de dos modelos de servicio privado de transporte de viajeros cuya coexistencia veo imposible a medio plazo.
De hecho, en ciudades como Los Ángeles, tras dos años de implantación, los viajes en taxi tradicional han caído más del 30%. Y eso que Uber y otras plataformas tecnológicas similares –como Lift, rival de Uber y todavía sin implantación en España- han logrado incrementar globalmente el número de viajes y de clientes. Desde EEUU a Japón, pasando por Europa, Uber se ha abierto paso en más de 200 ciudades siempre de la misma forma, ya que utiliza el subterfugio del consumo colaborativo –un fenómeno sin regular aún en ningún estado- para entrar en competencia directa con un sector tradicional y fuertemente regulado como es el taxi.
Es ahí, a mi modo de ver, donde está la única trampa de Uber, porque esta aplicación se aprovecha del vacío legal del consumo colaborativo sin serlo en realidad, ya que sus conductores ejercen una actividad económica. El 9 de diciembre, el titular del Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid, estimó por otras razones la demanda interpuesta por la Asociación Madrileña del Taxi (ATM) en un auto bastante duro. El juez no solo prohibía su actividad en Barcelona, Madrid y Valencia, sino que también ordenaba suspender la transmisión y alojamiento de datos a las operadoras de telefonía que soportan el servicio y que los bancos cesaran las transacciones relacionadas.
Ante el requerimiento de AUTO BILD, Uber afirmó que su actividad seguiría mientras el juzgado no comunicara formalmente esta resolución y sus abogados pudieran valorarla. El 15 de diciembre, la aplicación seguía activa y funcionando en Madrid. No es una sorpresa, ya que Uber ha seguido en todo el planeta la misma manera de operar: irrumpir en una ciudad, encontrar la oposición del taxi y, al final, negociar con el sector o con la administración. Aquí será difícil, ya que el mundo del taxi vivió con la crisis su particular burbuja en el mercado paralelo de licencias, que en su día llegaron a valer 250.000 euros y ahora se venden por menos de la mitad. Este fin de semana, en un comunicado, Uber ha tildado de "desproporcionada" la orden de cierre de su web.
¿Cómo funciona Uber?
Uber utiliza tu ubicación para enviarte un coche cuando se lo solicites. En la pantalla de tu dispositivo aparece el tiempo para que te recojan y las tarifas vigentes para tu ciudad. (El lunes pasado, en Madrid: 0,65 €/km más 0,15 €/minuto y 1 euro por trayecto). La tarifa del taxi de lunes a viernes en Madrid es 1,20 €/km más 0,34 €/minuto, más 2,40 euros por la bajada de bandera.
Cinco diferencias entre un taxi y un coche de Uber
- El taxi se regula por licencias. Uber no tiene límite de conductores por ciudad
- El taxi es un vehículo de servicio público que debe pasar revisiones ITV anuales
- Los coches de Uber pasan una ITV como particular, exactamente igual que el tuyo
- El taxi tiene un seguro que te cubre. Los coches de Uber están a todo riesgo, pero la ‘app’ tiene uno extra para contingencias
- Al no ser un servicio público, el conductor de Uber no está obligado a aceptar a sus clientes (como personas con movilidad reducida o acompañados de perros guía)
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