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¿Te gusta derrapar? Conduce un Porsche sobre hielo en el Círculo Polar

En el Círculo Polar, hay un lago que permanece helado la mayor parte del año. Hay quienes aseguran que, durante los meses de más frío, han visto varios Porsche rodar sobre él...

"Me instalaré aquí, lo más al norte posible”. Tras una de sus múltiples discusiones con Calor, Frío decidió marcharse al Fin de las Tierras Conocidas. "Qué nombre más largo es este", pensó. "Cuando alguien me quiera mandar una postal, se va a tener que comprar un sobre extra grande para escribir mi dirección. Nada, a partir de ahora llamaré a este sitio Finlandia". Frío comenzó a amueblar su nuevo hogar: que si árboles perennes para que aguanten sus bajas temperaturas, que los otros son unos debiluchos, que si nieve a toneladas, renos, que algún animal tendrá que hacerme compañía, y bueno, ya que estamos, mejor compañía que el hombre, ninguna, así que póngame también cuarto y mitad, por favor.

En estas andaba Frío cuando apareció por aquellos lares Emoción, que es muy sentida ella y le daba pena que su amigo se mudase, que ya se sabe cómo son estas cosas, al principio uno se escribe todos los días y al final, poco a poco, se pierde la relación. Así que allá que fue, a ver el hogar de su amigo. Y mientras él se lo enseñaba, mira que bosque más bonito, y aquella ladera llena de nieve, qué me dices, ¿te gusta? “Pues sí, Frío, bonito es muy bonito, pero, ¿no te parece un poco aburrido? Los hombres que vivan en Finlandia van a acabar por irse, y te quedarás solo… Pero no te preocupes, que te he traído un regalo de inauguración, seguro que te gusta". Frío miró sin mucho interés el obsequio de su amiga. "¿Un lago? ¿Y para qué quiero un lago yo, teniendo nieve?" "Ay, Frío, a veces te pasas de soso. Imagina, un lago, contigo, estará helado… ¿No te das cuenta de lo divertido que puede ser deslizarte sobre él? Ya no te digo con los pies, que te puedes dar un porrazo de cuidado; lo que puede ser derrapar con coches…”. Por un momento, los ojos de Frío se iluminaron. “No parece mala idea… ¡Me lo quedo! Y, ¿cómo lo quieres llamar?” “¡Passasjärvi!” “¿Así?”, preguntó Frío extrañado. “No, he estornudado, que se ve que de estar contigo me he resfriado un poco. Pero me gusta, sí, así lo quiero llamar: lago Passasjärvi”.

Dicho y hecho; en Ivalo, una localidad al norte de Finlandia (muy al norte; en el Círculo Polar, ni más ni menos), Frío instaló un lago de unos 8 km de largo por 2 de ancho que permanece helado la mayoría del año (menos los meses de verano, en los que Frío se va de vacaciones a Argentina). Y allí fui a parar yo un día, de la mano de Emoción. O, lo que es lo mismo, al volante de un Porsche. Para ser concreta, un Carrera 4S.

El plan no es nada desdeñable: cinco días en el Porsche Driving Experience Center en el lago Passasjärvi para aprender a realizar derrapes controlados. Se trata del Camp4S, el segundo de los cuatro cursos de conducción invernal que ofrece Porsche.

Manos a la obra

Así que hasta Ivalo volé. Nada más poner un pie en el suelo, lo supe. Finlandia resbala. Botas y ruedas han de usar todo tipo de estratagemas para mantener el contacto con el suelo y no perder el control. Aquí, llevar neumáticos normales equivale a ir con unos zapatitos de tacón; acabarás en el suelo con algo roto. Por eso, para circular se necesitan, como mínimo, neumáticos de invierno.

En el Camp4S, la cosa va un poquito más allá. Los Porsche calzan unas gomas con clavos de 1,5 mm. Todos, menos el de Axel Mas, el instructor de mi grupo. Él conduce un Porsche Carrera Turbo con clavos de 4 mm. La misma medida que llevan los neumáticos en los cursos superiores (Ice Force y Ice Force S). "Cuanto mayor es la velocidad, más agarre y control exige el vehículo”, comenta Axel. Su voz habrá de convertirse en la de mi conciencia al volante, indicándome constantemente lo que he de hacer.

Pero volvamos al primer día. Desayuno, y breve clase teórica para repasar algunas ideas básicas: qué es el subviraje (el eje delantero pierde tracción, para lo que hay que levantar el pie del acelerador y corregir dirección) y el sobreviraje (el que se va es el eje trasero; contravolante hacia el lado al que se va la zaga). Llega la hora de ponerse manos al volante, que para eso he venido.

La inmensidad del lago congelado permite que, en su superficie se puedan construir diversos circuitos. Estos no son más que caminos que la máquina quitanieves ha trazado; si me saliese de ellos, lo único contra lo que chocaría el coche sería una montaña de este blanco y frío elemento. El potencial peligro está bastante controlado. Aun así, al inicio de cada una de las pruebas hay una azafata que, además de retirar (en caso necesario) el exceso de nieve que pueda haberse colado en el radiador, me indica si la pista está libre para iniciar o no la prueba. Y cuando me dice que sí, antes siquiera de dar el primer contravolante, la adrenalina ya está presente.

Axel da las últimas indicaciones antes de dar la primera vuelta. “Importante: desactivad las ayudas electrónicas (en Porsche, PSM), que dificultarían los derrapes. Después, poned el vehículo en modo manual”. Dicho y hecho. Para calentar, un pequeño eslalon, en el que empiezo a cogerle las inercias al vehículo. Esto es un baile, en el que he de anticiparme a los pasos del Carrera 4S y guiarlo en cómo y por dónde quiero que se deslice. La voz de Axel, que me llega en todo momento a través del walkie talkie, parece haberse convertido en la música que nos marca los compases. “¡Gas, gas, gas, gas!”. Estoy saliendo de la curva y sin dudarlo, piso el acelerador a fondo.

En pleno Círculo Polar, las horas de luz de los días invernales son bastante escasas. Por eso, a las cuatro de la tarde termina la jornada. Aunque la mayoría del tiempo lo he pasado sentada, me encuentro bastante cansada. "¿Y qué esperabas, cabecita loca, es que no sabías que yo también canso?" Emoción se dirige a mí divertida. "Anda, métete un rato en la sauna de tu habitación y descansa, que mañana será un gran día y tienes que estar espabilada". "¿Un gran día?", pregunto. "Sí, querida, sí, un gran día, para ti y para mí, que voy a tener que repartirme entre todos los asistentes al viaje. Mañana, después del curso, al anochecer, podrás montar en moto, quads y karting sobre hielo. Y no te preocupes por el frío, que ya te darán estos de Porsche la indumentaria necesaria para que no se te congelen las ideas, que a 30o bajo cero es algo que puede pasar con mucha facilidad. Ay, solo de pensar en la que nos espera a las dos, me entra el cansancio, creo que yo también me voy a dar una sauna".

Llegan los progresos

Previsión acertada. Desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde, con breves paradas para un café y comer algo, el famoso giro escandinavo y yo somos presentados y llegamos a ser grandes amigos. Entre mis compañeros de grupo la sensación de estar cogiéndole el truco a la situación se va tornando en “a ver cuánto tardo esta vez en realizar el handling, que tú lo has hecho en tres segundos menos, no puede ser, esta vez voy a ser yo el más rápido". Sin darme ni cuenta, los progresos han llegado; la evidencia es la mayor habilidad de mis manos al volante. Y cuando parece que el día va a acabar, llega el segundo plato en forma de motos de nieve y quads. De postre, karting sobre hielo. Oh, yeah.

De repente, llegó el último día. Dicen que el tiempo es relativo. Y debe de ser cierto, porque es increíble como vuela cuando te lo pasas bien. "Eso pasa porque Tiempo no se lleva bien conmigo", salta de repente Emoción, a quien parece gustarle eso de irrumpir sin previo aviso en los pensamientos de la gente. "Y digo yo que será que no le caigo bien, porque es que es personarme y esfumarse. Que yo no le he hecho nada, pero así es". "Bueno, tranquila, será que le gustas y es muy tímido" le replico. "Y perdona que no continúe con esta conversación, pero es que tengo que atender a las explicaciones de Axel, que hoy, nos va a poner al volante de un Spyder, que es tracción trasera, y cambia la cosa".

Vaya si cambia. Si quiero experimentar más en este campo y a más velocidad, tendré que volver. Esta vez, tocará el Ice Force.

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