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Drifting: ¡siempre de lado!

Puede que el ‘drifting’ no sea la modalidad más rápida ni eficaz de llevar un coche en circuito, pero sí la más espectacular y divertida. ¿Cómo se derrapa con un coche? Aquí tienes todas las claves. Prepárate para quemar mucha rueda y... adrenalina

En España, y también en Europa, si preguntas por el drifting es posible que escuches las respuestas más variopintas. ¿Drifting? ¡Sí! En Estados Unidos y Japón levanta auténticas pasiones. Pero, entonces, ¿qué es? Básicamente es una modalidad de conducción que consiste en llevar el coche derrapando durante el mayor tiempo posible. ¿Una macarrada? Eso es justamente lo que voy a intentar quitarte de la cabeza. Ya sé que lo primero que te viene a la mente al hablar de derrapar es el típico Fittipaldi quemando rueda con su coche tuenado a base de freno de mano en un descampado. Pero la realidad supera eso... ¡y de lejos! El drifting es una disciplina deportiva para la que hay pruebas específicas y un detallado reglamento en vigor.

¿Te pica la curiosidad? A mí ya lo hizo hace ya muchos años y por eso me decidí a ponerme manos a la obra. ¿Qué coche me podría valer? Hay de todo, incluso un Renault Twizy, pero en mi caso lo tenía muy claro, porque si hay un coche que es un driftero por excelencia, ese es el BMW M3. Lo tiene todo para 'dibujar' en el suelo grandes derrapadas: es propulsión trasera, monta un buen autoblocante y tiene muchos caballos, en concreto 420 extraídos de un bloque V8 atmosférico que es una delicia por entrega de potencia a bajas vueltas y progresividad de respuesta. Por eso cada vez que escucho que el siguiente motor que va a montar BMW en su futura generación M3 es uno sobrealimentado, me entran los mil males...

Mejor un circuito con grandes escapatorias

Más ventajas de este coche para poder driftar en condiciones: tiene mucha dirección y eso permite coger un buen ángulo sin que la trasera te acabe adelantando. Lo malo: que la unidad que tuve entre mis manos disponía de caja automática y eso no es lo ideal. En concreto, montaba el rapidísimo cambio automático DKG. Es mejor un cambio manual, para controlar bien las reacciones. Mi jornada de derrapes empieza temprano, en Arenas de San Juan para ser más exactos, en Ciudad Real.

Toyota MR2 Drift Hugo Soto

Este municipio, situado a 150 kilómetros de Madrid, esconde una joya para los que quieren empezar en el mundillo del drifting. Allí se encuentra un circuito que se adapta perfectamente a los requisitos que hacen falta para derrapar: asfalto poco abrasivo, trazado muy revirado, buena anchura de pista y amplias escapatorias de tierra que aplaquen tus excesos iniciales... que los tendrás (te lo digo por experiencia propia).

Allí me había citado con Hugo, monitor de la Escuela Española de Pilotos y especialista en drift. No en vano apareció con un Toyota MR2 totalmente preparado para esta modalidad: freno de mano hidráulico, dirección con un giro enorme, muchos caballos bajo el capó y carrocería aligerada. Tras unas pequeñas consignas, nos metemos en el BMW M3. “Fuera controles”, me dice. “Tus manos van a trabajar de lo lindo en el día de hoy”.

El gran indeseado: el trompo

Desconecto el DSC y acelero a fondo. Las ruedas traseras se vuelven locas y la zaga empieza a bailar. ¡Puff! Esto promete... Con 420 CV dando rienda suelta al eje trasero hay que tener mucho tacto con el gas. Me acerco a la primera curva y piso demasiado el acelerador: mi primer intento de drifting acaba en un trompo de libro. No sería el último. Hugo se ríe y me corrige. “Lo primero es llevar cierta velocidad. Hay que tener inercia a la entrada de la curva, porque si no es más fácil que te des la vuelta. ¡Y no te tires al interior tan pronto!”. Lo intento de nuevo y por fin empiezo a tener un derrape más o menos controlado. Pero las cosas a mitad de curva se tuercen y me voy de frente. “Gas, Kike, gas. Sigue dando gas, porque si levantas el pie del acelerador, las ruedas acaban cogiendo grip y te vas de morro”.

Vuelvo a intentarlo con el mismo resultado. Lo que Hugo no sabe es que en mi cabeza se estaba librando una tremenda batalla: nunca había llevado un coche de lado durante tanto tiempo y parecía que en mi cerebro saltaba el modo alarma. Es como si me quisiese decir que hacer un drift durante toda una curva no podía ser bueno para mi seguridad. Pero estoy en circuito y me afano por superar esa barrera. “Kike, mira lejos. Tienes que dirigir la mirada hacia donde quieres que vaya el coche”. Hugo se empieza a desesperar conmigo. Y le entiendo perfectamente...

Pero tras un día entero intentando hacer drift, quemando rueda y después de gastar casi un depósito del BMW M3, llega mi momento: gano velocidad, freno hasta el pico de la curva y comienzo a pintar sobre el asfalto una derrapada que logro controlar con un contravolante bestial mientras obligo a mi pie derecho a que siga acelerando. Y así es como quedó dibujada una bonita enlazada. “¿Lo intento con tu Toyota MR2, Hugo?”, le pregunto... “¡Ni de coña!”, me dice. “Tendrás que seguir entrenando”. Acepto el reto. Esto no ha hecho nada más que empezar...

Aquí te dejo el vídeo de todo lo que pasó aquel día:

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