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Conducción en la India: la verdadera jungla del asfalto

Conducción en la India: la verdadera jungla del asfalto
Aunque la India es la cuna de la meditación y el yoga, circular por sus calles y carreteras puede desquiciar a cualquiera. AUTO BILD lo ha comprobado 'in situ'. Acostumbra tu cuerpo a los bocinazos, al ruido incesante y a la contaminación descomunal. También a la anarquía, porque pese a la señalización, los semáforos o las marcas viales, cada conductor hace lo que da la gana. Abróchate el cinturón y agárrate fuerte, porque nos introducimos en el caos.

Aunque la India es la cuna de la meditación y el yoga, circular por sus calles y carreteras puede desquiciar a cualquiera. AUTO BILD lo ha comprobado in situ. Acostumbra tu cuerpo a los bocinazos, al ruido incesante y a la contaminación descomunal. También a la anarquía, porque pese a la señalización, los semáforos, las marcas viales, cada conductor hace lo que da la gana. Abróchate el cinturón, agarrate fuerte porque nos introducimos en el caos.

Sin paños calientes: fui a la India en busca de mis rastros kármicos y regresé más quemado que la pipa de un indio –americano, se sobreentiende–.

Siempre que he ido al extranjero me he aplicado aquello de que “allá donde fueres haz como vieres”, pero en India no basta con cambiar el chip; hay que viajar pertrechado de kilos de tranquilizantes, sobre todo si vas a conocer el país en coche, como fue mi caso: quince días recorriendo el Rajastán (en el noroeste del país) y otras ciudades.

En la ciudad de Jaipur, que cuenta con un pasado glorioso, el control sobre el tráfico rodado es mayor que en otros lugares. Pero aun así, la gente toma literalmente las calles. ¿Y los coches? Que esperen su turno para pasar...

A mí siempre me ha desquiciado el caos circulatorio de Madrid, pero comparado con lo que me encontré en Benarés –la ciudad santa del hinduismo bañada por el río Ganges–, la capital de España es el paraíso.

Conducción en la India: la verdadera jungla del asfalto

Ver la final mundial de críquet entre India y Pakistán bien vale cortar una calle, aunque eso suponga un peligro

Porque Benarés –así como la gran mayoría de las ciudades indias– es insufrible: contaminación descomunal y un ruido incesante y ensordecedor de bocinas. Y es que en la India todo se arregla a bocinazos. Los camiones, por ejemplo, llevan impreso en grandes caracteres la siguiente indicación: “Please horn. Use dipper at night” (“Por favor, toque la bocina. Use los intermitentes por la noche”). Efectivamente, para advertir de que vas a adelantar hay que tocar el claxon, durante el adelantamiento hay que seguir dando bocinazos y una vez terminada la maniobra, un último toque, por si no había quedado claro del todo.

Conducción en la India: la verdadera jungla del asfalto

Además de vacas, perros y cabras, otro de los animales que es frecuente encontrar en la India son los camellos, pero al menos van sujetos

Ruido y también anarquía, porque pese a la señalización, los semáforos, las marcas viales, cada conductor hace lo que da la gana. ¿Hay dos carriles? Pues entonces irán tres coches en paralelo. ¿Hay un carril por cada sentido? Da igual, se invade y si viene alguien de frente, ya parará.

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Ojo al detalle: el camión que está adelantando a otro vehículo pesado tiene justo enfrente otro camión. Por un momento vi peligrar mi integridad. No llegó la sangre al río

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En los cruces y en las glorietas el concepto “Ceda el paso” es tan desconocido como el filtro de partículas, por lo que se producen embotellamientos considerables, auténticos hormigueros de coches, rickshaws, motos y animales.

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La señal prohíbe el adelantamiento, pero es más un elemento decorativo más de esta vía

Conducción en la India: la verdadera jungla del asfalto

Sí, animales, porque los animales son un elemento más de la jungla de asfalto india: camellos, cabras, perros y, sobre todo, vacas. A éstas últimas su carácter sagrado le permite campar a sus anchas o incluso echarse a dormir en medio de la calzada. En la India, las vacas son sagradas, y no es una frase hecha: campan a sus anchas en la vía pública y ojo con quien ose intentar apartarlas por la fuerza...

¿Y qué pasa si atropellas a una vaca? Date por perdido. Si tienes suerte, sólo tendrás que pagar 6.000 rupias (unos 100 euros, el sueldo medio en ese país) en concepto de indemnización a su dueño. Si por el contrario tienes la desdicha de atropellar una vaca en un pueblo del interior, te pueden linchar hasta matarte.

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En los pasos de cebra te la juegas, porque no suelen ser respetados. Lo normal es cruzar y que los coches te esquiven

Comienza la ruta

Para evitar males mayores, contraté los servicios de un taxista, Mukesh, para que me llevara a bordo de un Tata Indicab de un punto a otro. Lo primero que hicimos es ir a llenar el depósito y saltó la primera alarma: repostó con el motor en marcha. “Así no se pierde tiempo”, me explicó. Pero, ¿quién dijo miedo?

Las carreteras indias han mejorado mucho en la última década, pero a medida que te vas a acercando al oeste, la cosa empeora. No sólo porque te monten en un peaje con un palo y dos bigardos bigotudos en mitad de una carretera y tengas que pagar por el decreto 33, sino porque como por esa zona las pocas carreteras que hay son malas, estrechas y muy transitadas, el viaje se puede convertir en una tortura (¡9 horas para hacer 300 km!).

Pero lo peor son las burradas que hacen los camioneros indios. En más de una ocasión pensé que había llegado mi hora, porque es práctica habitual que los camiones adelanten a otros con otro vehículo pesado viniendo de frente.

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¡Un camión sin cabina! Esta imagen es habitual, porque los vehículos se terminan de montar en los concesionarios

Por suerte, entre el calor y la humedad me bajó continuamente la tensión, así que el sueño me privó de ser testigo de cómo se tienta a la suerte en la India.
A pesar de todo dejamos atrás sanos y salvos Khajuraho, Jaipur, Pushkar, Udaipur, Ranakpur, Jodhpur y Jaisalmer, sano y salvo.

No obstante, visto lo visto, entiendo por qué las carreteras indias arrojan más de 100.000 muertos en accidentes tráfico todos los años.

Más coches, más contaminación

Tata lanzó en 2008 el Nano, su nuevo coche popular con el que, como ya hizo en su día el Seat 600 en España, se pretende motorizar ese país. Este nuevo modelo de motor trasero, a años luz de los estándares de seguridad –allí no es obligatorio el ABS o el airbag, por poner un par de ejemplos– y calidad europeos y cuesta cerca de 1.700 euros –justo la mitad de lo que cuesta un coche de tipo medio en India–, tiene capacidad para cuatro ocupantes. Teniendo en cuenta que según las previsiones en 2013 se duplicará el parque automovilístico indio (3.844.102 coches, según un informe de CSM Worldwide), el nuevo minicoche de Tata (el Tata Nano se somete a su prueba más dura) provocará aún más congestión en un país con un tráfico caótico y tendrá graves consecuencias sobre el entorno, ya de por sí bastante castigado, como muestra el deterioro que afecta al emblemático Taj-Mahal.

Rickshaw: la solución móvil para el caos

Conducción en la India: la verdadera jungla del asfalto

Los rickshaws, también conocidos en India como tuc-tuc, son el equivalente natural de los taxis y el medio de transporte público preferido por la población nativa y extranjera, dado su bajo coste –el precio por trayecto se negocia previamente– y la facilidad de sus conductores para moverse por entre el caótico tráfico de las ciudades indias. Los rickshaw, palabra derivada del japonés jinrikisha –que significa transporte de tracción humana–, era en un principio un carro biplaza arrastrado por un hombre. En la actualidad, los rickshaw son triciclos motorizados que, en algunas ciudades como Nueva Delhi, son propulsados por gas natural. Muchos de estos carromatos motorizados están cromáticamente decorados, con fotos de las estrellas de Bollywood (el Hollywood indio, con sede en Bombay, y líder mundial en producción de películas).

Durante mi estancia en India, además de viajar en unos cuantos, tuve la oportunidad de ponerme a los mandos de un rickshaw en la ciudad de Udaipur. Sorprende su facilidad de manejo y el empuje con el que sube las rampas, incluso con ocupantes de peso. Sin la existencia de estos curiosos artefactos, el tráfico en la India sería aún más caótico.

Ambassador, el primer coche indio

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El orgullo del pueblo hindú: el Ambassador (embajador en inglés) fue el primer coche fabricado en India

Otro elemento consustancial de la India son los automóviles Ambassador  (en la imagen). Este tipo de coche de aire retro es tan indio como el Taj-Mahal o el pollo tandori. Basado en el Morris Oxford, es el primer coche indio que, desde 1957, puebla las calles y la carreteras de la extensa península hindú. Los indios sienten un particular orgullo por este coche –“es un coche de lujo”, me dijo un lugareño con respecto a la industria automovilística india– de suspensiones duras como las piedras y un salpicadero más sencillo que el de un Panda de los antiguos. El Ambassador se sigue fabricando, aunque manteniendo el mismo estilo retro de siempre... así como su contaminación acústica y de gases.

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“Use los intermitentes por la noche”. Y es que por el día nadie los pone; sólo funciona la bocina (“please horn”). De lo contrario, nadie hace caso

Fotos: GJ, fabricante

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