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Autopía: ¿los coches sin conductores?

El proyecto Autopía del CSIC, en marcha desde 1996, investiga las tecnologías implicadas en la conducción automática. El objetivo es que, algún día, los coches puedan circular solos.

Desde el año 1996, el Instituto de Automática Industrial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) desarrolla el proyecto Autopía con el objetivo de crear un coche que conduce solo. “Esto de la conducción automática, vete tú a saber cuándo se aplicará”, comenta a AUTO BILD José Eugenio Naranjo, uno de los responsables del proyecto Autopía. Lo cierto es que la tecnología para que los coches funcionen solos, al menos en parte, se encuentra disponible desde hace cierto tiempo. Sin embargo, quienes se dedican a este tipo de investigaciones, lo hacen poniendo la vista en otros objetivos, como por ejemplo que los vehículos colaboren y se intercambien información unos con otros o que sean capaces de impedir un accidente tras detectar que el conductor se ha quedado dormido.

El proyecto Autopía lleva en marcha desde 1996 y en él, además del CSIC y de la Universidad de Alcalá de Henares, está involucrado el fabricante de automóviles Citroën, que ha cedido, por un tiempo ilimitado, los vehículos que han servido de prototipos. Se comenzó con dos Citroën Berlingo eléctricos, llamados Babieca y Rocinante por los investigadores. Más tarde se introdujeron todos los sistemas, considerablemente aligerados, dentro de un C3 Pluriel y, más recientemente, también se preparó un C3 normal.

AUTO BILD y Autopía

La ventaja de utilizar estos coches es que los frenos y la dirección ya estaban parcialmente electrificados. La velocidad la controla una tarjeta que genera la misma intensidad proporcionada por el pedal del acelerador.  La dirección lleva acoplado un pequeño motor eléctrico que funciona a 60 amperios y que actúa sobre el volante con cuatro relés. Hasta aquí la parte mecánica, aunque lo más interesante del proyecto está dentro del maletero. El prototipo de Autopía ha salido en contadas ocasiones de las pistas del CSIC, y aunque ha realizado varios miles de kilómetros dentro de su pequeño circuito reticulado (de sólo 300 m de largo), que trata de reproducir la fisonomía típica de una ciudad con sus manzanas y calles, afortunadamente no es capaz de memorizar el trazado.


Para posicionarse, el prototipo utiliza cartografía de alta resolución y un GPS diferencial que, básicamente, es un GPS doble con una antena adicional que le proporciona la localización en relación a varios repetidores de señal. Gracias a todo esto el sistema obtiene su situación con una resolución de 1 cm, algo impensable con un sólo GPS, que arroja como mínimo, un error de varios metros. “¿Por qué siempre te subes al coche?”, le pregunto a José Eugenio. “Es que no me fío del GPS, a veces se corta la señal. Para evitar errores producidos por la pérdida de información usamos varios sistemas  (odométricos e inerciales) redundantes. El prototipo ha llegado a funcionar bien hasta 10 minutos sin GPS, pero aun así no lo dejo solo”, admite José Eugenio.

Además, los tres vehículos se comunican entre sí mediante un sistema inalámbrico. Esto permite  reproducir situaciones reales del tráfico en la pista, ya que, conociendo su posición relativa, estos prototipos son capaces de seguirse manteniendo la distancia de seguridad o realizar un adelantamiento. Otra de las maniobras que ya han aprendido son los cruces con prioridad, aunque ahora ya están trabajando en cosas todavía más complejas, como pasar un ceda el paso sin llegar a detenerse, lo cual representaría un importante ahorro de tiempo y de aprovechamiento de las vías en la conducción automática. Gracias a la visión estereoscópica, el coche puede detenerse ante un obstáculo móvil, como un peatón.

Esta tecnología llegará en unos años al mercado, los coches sin conductor quizá no lo hagan nunca. Aunque sí sus aplicaciones, que evitarán errores y salvarán vidas. Una de ellas, también ‘made in Spain’ al 100% es el sistema de visión estereoscópica que tiene el Autopía. Esta aplicación es fruto de una estrecha colaboración entre el CSIC y el departamento de Electrónica de la Universidad de Alcalá. Gracias a esta solución, el vehículo es capaz de detectar a un peatón en rumbo de colisión y, si es necesario, llegar incluso a detener el vehículo para evitarla. La visión de que dispone este vehículo está basada en los mismos procesos que la de los animales. Hay dos cámaras situadas el en parabrisas delantero que envían la información recibida a un PC que, como realiza el cerebro de los seres vivos, es el encargado de analizar la información. Una ventaja de este sistema, además de proporcionar imágenes en 3D, es que no emite energía, por lo cual no sufre distorsiones en los datos de entrada, como pasa con un radar dentro de un túnel.

El proceso que sigue un sistema de visión artificial está compuesto de tres etapas: detección de obstáculos, clasificación y seguimiento. Luego, el procesador realiza una reconstrucción tridimensional en la que agrupa los volúmenes con características similares a las de un peatón. A partir de aquí entran en juego varias técnicas de reconocimiento englobadas dentro de la inteligencia artificial, que son las que determinan que esos paquetes de datos son o no un peatón. Si es así, éste es seguido por el sistema para determinar su trayectoria, distancia, la velocidad relativa al vehículo o el tiempo de colisión. Este y otros sistemas de visión artificial desarrollados por la Universidad de Alcalá podrían comenzar a equipar coches de calle en pocos años.

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