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AUTO BILD se sube al coche lunar de la NASA

AUTO BILD se sube al coche lunar de la NASA
En 1969, el recientemente fallecido Neil Armstrong puso por primera vez un pie en la Luna y solo dos años después ya circulaba el primer coche por ella. AUTO BILD ha conducido en exclusiva el coche de la NASA con el que los astronautas darán vueltas por la superficie del satélite terrestre en 2020. ¡Súbete con nosotros a 'nuestro' coche lunar!

La muerte de Neil Armstrong nos trae al recuerdo 1969, año el que el astronauta pisó por vez primera la superficie de la Luna. Solo dos años después, y gracias al Apollo 15, el primer coche lunar ya se paseaba por allí. Ahora, AUTO BILD ha conducido en exclusiva el coche lunar de la próxima misión de la NASA.

¡Houston, tengo un problema! ¡Anda que no hay rocas aquí en la Luna! Y, además, no hago más que toparme constantemente con unos cráteres de grava blanda de los que jamás lograría salir ninguno de los todoterreno que tenéis ahí abajo en la Tierra. Al fin y al cabo, mi bólido tiene tracción en las doce ruedas. Pero ahora remuevo la palanca de mando como un cocinero con el potaje, y no consigo tomar la curva como es debido. ¡Condenado paisaje lunar! Hasta en su versión de pega sigue siendo difícil transitar con un coche en la Luna.

Houston, Texas, Johnson Space Center, nave 9B. Aquí es donde está estacionado el LER, el Lunar Electric Rover (Todoterreno Eléctrico Lunar). Se trata del primer prototipo del coche lunar tripulado de la NASA, con el que los astronautas darán vueltas por la superficie del satélite terrestre en 2020. Para esta misión hace falta el mejor coche del universo. Porque todos los demás fracasarían allí arriba. Con piedras tan grandes como neveras y cráteres tan profundos como casas, una fuerza de la gravedad seis veces menor que la terrestre y temperaturas entre -200 y + 150º C.

Hoy hace una temperatura agradable, 25º, y Lucien Junkin, uno de los desarrolladores de la NASA y piloto de pruebas del LER, se sienta a mi lado para explicarme lo fácil que es en realidad pilotar este coche lunar. “Ya verás. Esto lo aprendes tú en un día sin el menor problema”, dice Junkin y pulsa algunas órdenes en uno de los dos monitores de pantalla táctil que hacen las veces de cuadro de mandos. En cierto modo, me siento como Neil Armstrong

De este modo queda activada mi palanca de mando, uno de los dos joysticks que están instalados fuera, junto a los asientos de los conductores. Lo empujo suavemente hacia delante y mi coche lunar sale de la nave rodando con sus doce ruedas. Tomo la curva hacia la derecha como si nada, paso tranquilamente junto a las camionetas aparcadas. Pero esto no es más que el preludio terrestre sobre asfalto llano. La Luna me espera al final de la calle, en forma de campo de maniobras.

El LER no se puede comparar con aquellos vehículos lunares con los que los astronautas rodaron en las misiones Apollo 15, 16 y 17 en 1971 y 1972. El LER es bastante más seguro, cómodo y resistente que sus predecesores. Doce motores eléctricos de 8 CV cada uno impulsan al LER mientras que el coche de la tripulación del Apollo 15 tenía cuatro motores de 0,25 CV cada uno.

En el momento de subir al vehículo, la carrocería desciende hasta el suelo; acto seguido se entra en una cabina estanca que permite a los astronautas trabajar en la Luna en camiseta y pantalones cortos. A la derecha, junto a la pared, hay un catre y se puede abatir una segunda cama enfrente.

En la parte delantera hay dos asientos para los pilotos situados dentro de la amplia cúpula de cristal que ofrece una visión panorámica perfecta. Encima de mí se encuentra el micrófono, mi conexión con la Tierra. Detrás, una cámara de marcha atrás. Y bajo mis pies, perfectamente estibados, acumuladores de iones de litio.

Aunque en la superficie lunar el riesgo de toparse con tráfico en dirección contraria es más bien escaso, me ciño el cinturón de seguridad en la cadera. Es mejor así porque poco después ya no veré nada más que cielo. Agarro firmemente la palanca de mando y subo lentamente con mi bólido eléctrico a lo alto de un monte de prácticas lleno de fragmentos de roca. Los seis pares de ruedas apuntan a los cuatro puntos cardinales: cada uno de ellos puede girar 360º de forma independiente. Los seis pies que desembocan en los neumáticos dobles cuentan con un diferencial de bloqueo totalmente automático, suspensión activa de las ruedas y recorridos de resorte de 66 centímetros.

No siento la Luna debajo

Sin embargo, en 1969 la sensación era bien distinta. “Avanza como una mezcla de caballo testarudo y bote de remos en medio de un mar revuelto”, retransmitía por radio a la Tierra Jim Irvin en el año 1971. A día de hoy, AUTO BILD informa: el LER se desplaza como una mezcla de parsimonioso cangrejo y lancha motora submotorizada sobre la superficie de un lago sereno. O algo parecido.

Para el desarrollo del este coche lunar, la NASA ha aprovechado la experiencia práctica de la industria automovilística: GM, Nissan y Michelin están implicadas. “El coche lunar todavía experimentará algunos cambios de aquí a la fabricación en serie, sobre todo por lo que respecta al material”, comenta Rob Ambrose, uno de los directores del proyecto. La carrocería de acero será reemplazada por una de fibra de carbono y los neumáticos del modelo de prueba darán paso a unos de goma dura sin aire pero con radios flexibles.

Empujo la palanca de mando hacia la derecha y abandono mi luna avanzando de lado como los cangrejos. Poco a poco voy culminando mi viaje lunar. ¡Que te vaya bien, Lunar Electric Rover! Nos vemos en unos años en la Luna.

Datos técnicos Lunar Electric Rover

12 motores eléctricos cada uno con 8 CV

Potencia total: 96 CV

Baterías de iones de litio

Autonomía lunar: 200 km (en Tierra: 24 km)

Caja de cambios de dos relaciones

Largo/ancho/alto: 4.500/4.000/3.000 mm

Peso: 3.000 kg

Carga máxima adicional: 1.000 kg

Velocidad máxima: 20 km/h

Seis diferenciales y ruedas con seis suspensiones activas

Consumo convertido: 11,7 l/100 km

Precio: no disponible

Herramientas: Los astronautas pueden viajar de pie atrás. Las herramientas proceden aún de las misiones Apollo. 

Trajes espaciales: Los astronautas se meten dentro de ellos desde el interior del vehículo.

Lámparas LED: Ayudan a los astronautas a la hora de buscar muestras de rocas.

Cámara: Envía imágenes de la luna a la Tierra. Otra cámara trasera ayuda a maniobrar con el LER.

Burbuja de cristal: Para poder ver lo que hay delante bajo el coche y para poder acercarse más al suelo con las cámaras.

Neumáticos: Inflados con aire para la fase de pruebas. En la Luna se utilizarán neumáticos especiales sin aire de Michelin.

Carrocería: De momento aún es de acero especial; para la misión lunar será de fibra de vidrio y carbono.

Baterías: Los acumuladores de iones de litio (en el suelo y en la popa) se cargan con un generador solar en la nave nodriza.

Motores eléctricos: en cada brazo van dos para la impulsión, dos para la dirección y uno para la suspensión.

Control a través de los joysticks instalados fuera.

Todos los ajustes se efectúan por monitores de pantalla táctil.

Mucho espacio: dos catres para descansar tras los paseos lunares.

En lo alto del monte: el coche lunar nunca se perderá gracias a dos sistemas GPS.

En el cráter de grava: el vehículo tiene todavía dos marchas. De aquí a 2020 pasará a tener una sola.

Los astronautas se meten en sus trajes por esta estrecha esclusa. Llevan a su espalda la parte externa de la puerta...

... para que no escape nada de oxígeno de la cabina.

Asunto pedregoso: por motivos de peso, en la misión lunar el número de neumáticos todavía podría quedar reducido a seis.

El LRV, el primer coche en la Luna

El 31 de julio de 1971, los astronautas David Scott y Jim Irvin fueron los primeros hombres que pilotaron un coche en la Luna. El LRV (Lunar Roving Vehicle o Vehículo Lunar Itinerante) de la misión Apollo 15 era un descapotable de aluminio con dos asientos abatibles, una antena y ruedas de alambre de aluminio. Los cuatro motores de cada una de las ruedas proporcionaban 0,25 CV cada uno. La energía se almacenaba en baterías de plata-cinc no recargables. Boeing y General Motors participaron en el desarrollo.

Recorrió en 3.02 horas un trayecto de 27,8 kilómetros. Los otros dos coches posteriores de las misiones Apollo 16 y 17 cubrieron distancias similares. Con un coste de 38,1 millones de dólares, el LRV salió el doble de caro de lo previsto. Estos tres vehículos lunares todavía siguen aparcados en el satélite terrestre. Si no los han destrozado los meteoritos, probablemente se podrían volver a poner en funcionamiento en cualquier momento con dos baterías de 36 voltios.

El vehículo marciano lleva cinco años circulando

El 3 de enero de 2004, el Spirit aterrizó en Marte y con él el primer coche marciano. Dos semanas después le siguió su gemelo robot Opportunity. En un principio estaba previsto que estos coches de la NASA dirigidos por control remoto hicieran viajes de exploración de 90 días de duración por el Planeta Rojo. Pero los vehículos marcianos llevan recorridos hasta la fecha más de 20 kilómetros, han soportado tormentas de arena, han escalado montes y han enviado más de 250.000 imágenes a la Tierra. Obtienen la energía de células solares.

Fotos: AUTO BILD España, Volker Corell, Imago, Corbis, Hamburguer Abendblatt, NASA

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