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Volkswagen Golf contra Citroën DS4

El Citroën DS4 es... ¿Un compacto? ¿Un coupé? ¿Un pequeño SUV? ¿Todo a la vez? Para describir 
su verdadero 'yo' lo enfrentamos a un coche que siempre ha sido una única cosa: el referente en el segmento de los cmpactos, el Volkswagen Golf.

Motorizaciones comparadas:

El DS4 toma la legendaria denominación DS para sumarse a la extravagante gama de Citroën. Se trata de una variante excepcional del C4, vestida con un traje para nada tradicional. Ahí están sus puertas traseras ocultas con unas ventanillas que no se pueden bajar o su techo inclinado hacia atrás. Y sobre todo, la intención de combinar un coupé con una imagen SUV, aumentando ligeramente la altura al suelo y añadiendo unos voluminosos pasos de rueda. Todo, tal y como se presentó en el prototipo: un cuatro puertas, de 4,28 metros de longitud y un enorme portón trasero.

El Volkswagen sin grandes alardes siempre está al frente de su categoría. Cualquier intención vanguardista de una marca rival se las ve con su impertérrita sobriedad. ¡Al lado del DS4 parece hasta aburrido! Pero pese a no dar concesiones, el Golf empieza dando duro y le enseña varias cosas al Citroën. Las dos primeras: el elevado plano de carga y la escasa apertura de su portón perjudican al francés. Y en las plazas traseras, los adultos irán más incómodos y en penumbra por sus pequeñas ventanillas que además no se pueden bajar. 

Delante es otra cosa: el francés parece un loft. Y de esto son responsables sus asientos elevados y la luna delantera, que se prolonga por el techo, lo que le otorga 
mucha luz al habitáculo. El alemán lleva a sus ocupantes en una posición más baja, y también ofrece mucho espacio detrás. La unidad probada tiene un nivel de acabado soberbio: es difícil encontrarle debilidades, algo que sí pasa en el DS4 si miras con lupa algunas partes de su interior. Aunque, en general, hay que decir que está 
muy bien rematado.

Algo parecido pasa con el chasis. Con los amortiguadores adaptativos opcionales, el nivel de confort del Volkswagen Golf se sitúa al nivel del segmento superior. Ofrece un elevado grado de seguridad sin perjudicar su agilidad en curvas, ayudado por una dirección muy 
precisa y comunicativa. Un centro de gravedad más elevado y amortiguadores más blandos penalizan al DS4 en este último aspecto, pues balancea más en curva. Y su dirección no llega al mismo nivel de precisión que la de su oponente.

Los motores son otra cosa. Y no solo en sonido. El 1.6 e-HDI responde, aparentemente, con mayor ímpetu, en parte gracias a su caja de cambios de seis marchas con un escalonamiento corto y un accionamiento exacto y preciso. La de cinco velocidades del modeloo de Wolfsburgo y los largos saltos entre una y otra relación dejan demasiado tiempo para que asome el agujero del turbo y tarde en reaccionar a las demandas del pie derecho. Esto no influye en el consumo, que en ambos casos es similar, pero sí especialmente en el comportamiento urbano, donde la tercera velocidad se antoja muy corta y la cuarta demasiado larga.

En carretera abierta es otro cantar, ya que el Golf le toma la delantera al Citroën. A pesar de que el Volkswagen en acabado Sport es 925 euros más caro que el DS4 Design, también le gana en el apartado de costes. Finalmente, el francés no logra superar a la sexta generación del compacto alemán. Y es que el heredero del DS, una vez más, se queda a las puertas de ser una auténtica revolución. Eso sí, estéticamente es una pasada...

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