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Test 100.000 km: Kia Venga 1.4 CVVT

Tras el test de 100.000km, el Kia Venga 1.4 CVVT nos ha sorprendido muy positivamente gracias a la gran resistencia de sus materiales. Es el Kia que mejor ha superado esta dura prueba de resistencia.

Durante el test de 100.000 km, el Kia Venga nos ha encantado pese a contar con un aspecto poco convencional. Recuerda al primer Mercedes Clase A y llegó al test de larga duración pintado en un color marrón moka metalizado de lo más modesto. “Es tan sexy como la ropa interior para esquiar”, así arrancaba el libro de ruta de la prueba el redactor Mario Puksec.

Que este fan de los deportivos terminase alabando al Kia Venga tras completar el test de 100.000 kilómetros solo podía significar una cosa: esta Cenicienta se ha convertido en el Kia más fiable de todos los que han pasado por el test de larga duración de AUTOBILD.ES. Un sobresaliente para un Kia Venga que, con un modesto motor 1.4 de gasolina y dotado con Bluetooth, Start-Stop y pintura metalizada, salía por unos respetables 13.000 euros.

Sin embargo, al motor de gasolina de 1.4 litros de cilindrada y 90 CV le falta temperamento, la caja de cambios necesitaría una sexta marcha y los adoquines hacen temblar de arriba a abajo el puesto de conducción tras 22.000 kilómetros. La mala visibilidad hacia atrás en diagonal es algo que comparte con el antiguo Mercedes Clase A.

El interior del Kia Venga se muestra más interesante. Hay mucho espacio, un montón de compartimentos y grandes botones muy intuitivos en la consola central. En las plazas traseras también destacó su amplitud. Las familias jóvenes tendrán siempre hueco en el maletero para todos los "cachivaches" de los niños, y la fotógrafa Stephanie Gehrt pudo ajustar la silla para niños en la banqueta “con exactitud y sin que se tambaleara”.

Durante el test de 100.000 km con el Kia Venga por ciudad, el compacto coreano siguió recibiendo críticas positivas gracias a su cómodo acceso y su silencioso motor. El Start-Stop lo hemos probado a fondo: la desconexión automática en el semáforo ahorró 0,17 litros (consumo: 6,26 litros en vez de 6,43). Los 300 euros que costó no se empiezan a amortizar hasta los 120.000 kilómetros, pero te dejan la conciencia más tranquila.

Lo feliz que te puede hacer un Venga es algo que depende en extremo de los propósitos y el cuidado del conductor. Mientras que una conducción relajada mantiene el consumo sobre los siete litros, la cosa sube de lo lindo en autopista. Más allá de los 120 km/h, el cuatro cilindros se muestra tan ruidoso y tragón que alguno temía que el depósito tuviera un agujero. Cuando no era el motor, era la suspensión, pegándote unos meneos al pasar por las juntas de la autopista que parecían cráteres.

Algo que nos irritó mientras realizabamos los 100.000 km con el Kia Venga: tras el primer "click" de la pistola del surtidor, caben en el depósito otros nueve litros, por lo que necesitarás una enorme paciencia y unos nervios de acero para llenarlo gota a gota. Algunos probadores de la redacción no acabaron muy contentos con este coche: la dirección les parecía poco deportiva y la transmisión muy blanda y, al meter la tercera, tenían la sensación que rascaba más de la cuenta. Pero bueno... ¿y qué? Un monovolumen no debe tener un tacto especialmente deportivo. Este Kia Venga 1.4 cumple perfectamente con su cometido.

Tras el despiece

Tras el test de 100.000 km, el Kia Venga no tiene razones para lamentarse. Aparentemente el Venga se muestra en un estado excelente, pero echemos un vistazo a sus tripas: Los frenos responden bien pero tampoco son un factor realmente destacable. Lo que sí es para aplaudir es que el coreano haya acabado su particular maratón con los discos de freno y las zapatas intactas. El motor se ve seco y no se aprecian escapes de aceite. Tras el despiece, cilindros, pistones, válvulas, cojinetes, etc: todo está en perfecto estado. Lo mismo se puede decir de la transmisión. La electrónica también convence, así como la ausencia de corrosión. La única queja que queda pendiente es que los plásticos del interior se arañan con facilidad.
La solidez que ha demostrado es verdaderamente destacable. El único detalle que le impide llevarse la matrícula de honor es el soporte de la lámpara del faro antiniebla derecho que estaba roto. La reparación ha salido por 56,39 euros, ¡que pena!

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