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¿Renault Megane, Volkswagen Golf o Citroën C4?

El encanto no lo es todo. Los franceses lo saben y por eso sus coches empiezan a buscar las cosquillas al Golf: el nuevo Citroën C4 es la última muestra. ¿Se apoderarán del reino compacto?

Ponerse el primero de la fila en la clase de los compactos no es tarea fácil: el listillo del VW Golf siempre se acaba haciendo con las primeras plazas y al resto no le queda más remedio que hincar codos y aplicarse más. Tradicionalmente, a los coches franceses siempre les termina cayendo la misma bronca del profe: “¡vuestras sonrisas y encanto no bastan para lograr 
un sobresaliente!”.

Al final, nuestros vecinos han aprendido la lección y se han puesto como locos a estudiar. De esta forma, al actualizado Citroën C4 no hay ahora quien le suspenda. Tampoco a su compañero de clase, el Renault Mégane, que ha tomado nota de las virtudes que otorgan más puntuación: calidad interior y alta tecnología. ¿Se les atragantará la endiablada gramática alemana? 

Notable en calidad y refinamiento

El C4 no lo disimula. Sus fabricantes no le han quitado el ojo de encima al Golf. En lo que a superficies se refiere, VW ha sido su gran maestro: materiales suaves y acolchados, acabados bien rematados. ¡Chapeau, Citroën! Así da gusto mirarte... y tocarte. Tanto los diseñadores como los supervisores de calidad no han dejado nada al azar. De eso te das cuenta nada más sentarte al volante. Conclusión: las distancias con el Golf son cada vez más pequeñas.

Lo que es una pena es que los asientos del C4 no sean tan confortables como a priori pudiera parecer. Se ven cómodos, pero sus blandos laterales sólo consiguen un agarre aparente: te escurres por los lados al primer apoyo fuerte que realizas. En el Renault, por suerte, cambia la cosa: los asientos deportivos que montaba esta unidad de prueba no te van a salir gratis, porque son los que lleva la versión GT Line que cuesta 19.988 euros. Pero, te lo confieso, merecen la pena. Agarran a los ocupantes de las plazas delanteras y parecen no querer soltarlos: sin groserías, claro está, pero con firmeza. Que tome nota el empollón alemán.

En el capítulo de la funcionalidad, el Golf consigue repeler el ataque de los franceses sin despeinarse. El manejo de los mandos y los diferentes controles del salpicadero están bajo control, a pesar de que para muchos resulte un poco sobrio y hasta aburrido. En ese sentido, los galos tienen mucha más chispa en su diseño, pero no todo es tan fácil de utilizar. Por ejemplo, el uso del navegador de Renault deja mucho que desear, con una rueda rodeada de botones situada justo entre las plazas delanteros. Para ser un Citroën el nuevo C4 es sorprendentemente intuitivo, pero hay un par de cosas que no se le pueden perdonar: que el botón de la calefacción de los asientos esté perdido en los laterales de las butacas y que su volante multifunción no haya por donde cogerlo (al estilo del anterior, la verdad). 

Motores turbo contra un atmosférico tradicional

En lo que a tecnología se refiere, el C4 también se ha puesto las pilas, haciendo gala precisamente del lema de sus anuncios. Eso sí, los sistemas de asistencia, que avisan del ángulo muerto o despiertan al conductor cuando se sale del carril, quedan reservados para la lujosa versión Exclusive. Esa política de opciones no convence tanto. Además, a Citroën le falta un motor turbo ahorrador de poca cilindrada,  como el que VW y Renault ofrecen con 122 y 130 CV respectivamente; o un chasis de suspensión regulable como el que dispone el Golf por 875 euros adicionales.

Con estas carencias, el propulsor del C4 sin compresor ni nada que le anime a bajas vueltas, va a la zaga de los otros dos, jadeando y con la lengua fuera. Cuando le aprieto las tuercas en las marchas más largas noto que a su desafinado cuatro cilindros le falta la vidilla que sí me dan el Mégane y el Golf. No obstante, todo hay que decirlo, en mi recorrido de pruebas fue también el que menos consumió, pero las diferencias con el VW son mínimas: el francés logró tan sólo 6,8 litros, mientras que el VW se quedó 
en los 7,0 litros exactos.

En el Renault, el turbo sopla con más ganas que ninguno y le hace ser más rápido, pero su consumo es también el más elevado: 7,8 litros. Por cierto, al igual que el C4, el Mégane renuncia a la inyección directa de gasolina. En cuanto al chasis, el del Renault es tan duro que tendrás que llamar a un masajista para que te espere a la puerta del garaje de casa. Exageraciones aparte, realizar viajes largos en esta versión GT Line no es nada llevadero. Me quedo con el C4 o el Golf.  En el Citroën, gracias a sus largos recorridos de suspensión, el asfalto bacheado parece quedarse en nada.

El Golf, por su parte, tiene un ajuste bastante firme y toma la curvas con mucha dignidad: hay que agradecérselo a la amortiguación variable que incluye esta unidad. La insonorización es para quitarse el sombrero. Su motor TSI es tan silencioso que lo que oyes realmente son los típicos ruidos aerodinámicos y de rodadura.  En cualquier caso, si te das una vuelta por un firme adoquinado con el VW y el Citroën, el primero te parecerá un silencioso monasterio franciscano y el segundo, un 
mercado de abastos parisino. 

En tramos de curvas el Citroën no sigue el ritmo

Pero si hablamos de dinámica, la cosa cambia. En este capítulo  el C4 no está a la altura del Golf: balancea de lo lindo cuando coges curvas entrelazadas a buen ritmo y la dirección no ofrece la precisión necesaria en las maniobras rápidas. Cuando te pasas con el acelerador, el coche subvira y el control de estabilidad se tiene que emplear a fondo para intentar dejar todo en su sitio. Eso sí, en frenada logra mejores cifras... No por mucho, pero deja atrás al Golf.

¿Hablamos de precio? Bueno, esta es la canción de siempre: el Golf es el más caro, pero también el que mejor mantiene el valor con el paso del tiempo. Por eso, esto no supone un obstáculo enorme para un comprador racional, que verá con satisfacción cómo el Volkswagen destaca en el resto de apartados. En cualquier caso, los coches galos cada vez cercan más el trono del Golf: el Citroën C4 se lleva por méritos propios el galardón a la mejor relación calidad-precio de la comparativa.

CONCLUSIÓN:

Comparado con su predecesor, el nuevo C4 no supone una revolución. Pero esto no tiene que ser un error. Todo lo contrario: a la mayoría de los clientes de la marca francesa no le gustan las florituras mecánicas y quieren un coche económico, cómodo y práctico. Y eso en Citroën lo saben hacer bastante bien. Después de su lavado de cara, teníamos ganas de medirlo con el referente del segmento: el todopoderoso Golf. ¿Resultado? Lo intenta, pero acaba por ceder: si pasamos por alto los dominios tradicionales de los galos, como la comodidad de marcha o la suavidad de sus motores, el Golf impone su ley en todos los terrenos. Además es una pena que, en lo que a dinámica se refiere, el C4 se quede a medio gas. Al  Mégane le pasa lo mismo, aunque no debería preocuparse demasiado: sigue siendo  líder de ventas de su segmento.

Valoración

Nota8

El encanto no lo es todo. Los franceses lo saben y por eso sus coches empiezan a buscar las cosquillas al Golf: el nuevo Citroën C4 es la última muestra. ¿Se

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