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Prueba Suzuki Van Van 125/200 cc: ¿por qué gusta a todos?

Gusta, apetece y enamora. En esta prueba de la Suzuki Van Van 125/200 cc: analizamos por qué gusta a todos esta motocicleta tan antigua y con la que nos lo hemos pasado aún mejor de lo que nos imaginábamos, con una versatilidad mayor de la que prometen sus prestaciones y las fotos del catálogo Suzuki. Queridos Reyes Magos: ¿podemos empezar ya a escribir la carta?

Esta moto sigue robando miradas golosonas muchos años después, entre los novatos, los veteranos y los expertos, entre quienes quieren comprar su primera motocicleta y entre los conductores experimentados que saben rendirse al encanto de lo sencillo. Y como ahora se ha puesto de moda lo retro/vintage/heritage/scrambler/hipster en el territorio urbano, pues la marca japonesa no ha tenido que hacer otra cosa que actualizar su longevísima 'dunera' arrancasonrisas para que goce de una ¿segunda? juventud. Probamos la Suzuki Van Van 125/200 cc para descubrir por qué gusta a todos. 

Esta motocicleta, en realidad, vio la luz por primera vez ¡en 1972! como moto polivalente y casi, casi, playera; y empezó el siglo XXI con una segunda vida -inyección desde 2008-. Ahora, en plena fiebre de lo neorretro, ofrece una estética verdaderamente clásica, marchas (sólo cinco, pero es algo que no abunda en un segmento como el de las 125 cc dominado por los scooters automáticos), la posibilidad de ser conducida con el carnet B de coche si tienes más de tres años de experiencia... y una configuración que la hace extremadamente fácil de llevar: posición cómoda, mecánica fiable, sencilla y de reacciones predecibles y progresivas, neumático trasero sobredimensionadísimo que se come los baches y perdona casi todos los errores...

Estos son los principales argumentos que encandilan a quienes la tienen ya o a quienes piensan pedirse su primera moto, como nuestro amigo y fotógrafo Álex Aguilar. Y eso que no sabe todavía que Suzuki también la tiene ya en 200 cc. Pero antes de quedar con él para que se muera de envidia, me voy a hacerle una prueba más a fondo yo solito.

Diversión asegurada

Giro la llave de contacto y veo que el cuadro no puede ser más básico: velocímetro, kilómetros totales y tres testigos, de intermitencia, punto muerto y reserva de combustible. Fin. Además, el parcial se pone a cero a la antigua usanza, girando una rueda con la mano.  Tras pulsar el botón de arranque, el bloque suena bajito y va subiendo de vueltas discretamente a medida que cojo velocidad.

Velocímetro Suzuki Van Van

La gente mira a la Van Van con una sonrisa y, aunque parece mucho más moto de lo que es, presume de ser lo suficientemente estrechita para colarse por todos los huecos del tráfico y ser aparcada en el centro subiéndote a la acera por el bordillo más alto sin buscar la zona rebajada del paso del semáforo ni molestar a los peatones. Me encanta.

El cambio manual no es lo más confortable del mundo para callejear, pero el tacto y los acabados son lo suficientemente buenos como para que uno se mueva cómodamente por todas partes en cuanto le coge el tranquillo a esta montura. Eso sí, cuenta con que la efectividad de la caja de cambios no es de corte moderno (si vienes de una KTM Duke 125 -la noche y el día- el pedal izquierdo te parecerá muy errático) y que sus 12 CV no estiran hasta el infinito.

Vídeo: 10 consejos para comprar una moto de 125 cc.

También resulta muy de agradecer que la suspensión, sin ser una maravilla de la tecnología, cumpla y haga que, junto al mencionado neumático y al comodísimo asiento, el rigor de los baches no llegue tanto ni tan directamente a tu espalda. A cambio, es cierto que no tienes un tacto con el asfalto tan preciso, pero ya que esto no es una compra puramente racional y sí estética y de concepto, pues se agradecen estas sensaciones de moto antigua mejorada y fiable.

Estoy apuntando mentalmente todo esto cuando, de repente, me encuentro en un semáforo con una chica de mediana estatura, con una bonita Van Van negra y un casco rosa tipo Penélope Glamour (de 'Los Autos Locos'), sin visera y con unas gafas de motorista encintadas. "¡A sus pies, señorita!", como le decían a aquel personaje en esa fomasa serie de animación. Bromas aparte, es una prueba más de que la Suzuki Van Van 125 cc tiene un 'no-sé-qué' difícil de explicar, por mucho que alargáramos este texto. 

En carretera, te acuerdas de la 200 cc

Salir de la ciudad es otra cosa, porque hay que mentalizarse de que la velocidad punta no va a superar apenas los 100 km/h y de que vas a tener que jugar con las marchas continuamente y en cada adelantamiento. La ventaja es que aquí tienes la opción de reducir a golpe de palanca y que cuentas con una sexta marcha de desahogo para llanear o soltar la moto cuesta abajo, si bien es poco utilizable en cuanto llega el mínimo repecho.

En otras palabras: le falta ese poquito de motor que te ofrece la Suzuki Van Van 200 cc y que, sin haber muchas más diferencias más entre ambas (al margen del sobreprecio -4.299 euros-, sus 15 CV), sí que te permite llanear a 115 km/h de manera más holgada, a pesar de que la mayor de las hermanas tenga una marcha menos. 

¿Y para pararla? Aunque cuenta con un disco delante, los frenos resultan justitos y el tambor trasero no contribuye a su efectividad.

Freno tambor Suzuki Van Van

Y volvemos a lo de siempre: no nos gusta que el ABS o el control de tracción no estén disponibles ni como opción, pero, con todo, esta moto frena mejor que muchas otras antiguas/clásicas aunque estén perfectamente restauradas. 

Sin límites

Con todo, me estoy divirtiendo muchísimo, me atrevo con caminos de tierra y hasta con los escalones. Incluso, por redondear la prueba, me voy al campo para meterme por caminos fáciles y me descubro disfrutando de sensaciones que hacía mucho no experimentaba, como cuando cogías una Montesa o una Bultaco por los alrededores del pueblo y sabías que llegar a tu destino por zonas no extremas iba a depender más de tu pericia con el acelerador y las rodillas que de las limitaciones propias de la montura.

Suzuki Van Van 125 torres campo ciudad

En japonés, "Van, van" significa algo así como "¡Vamos, vamos!": para quien la prueba, la traducción podría ser "Te lo vas a pasar con ella ¡bien, bien!".

En este caso, sus mejores armas son los neumáticos mixtos y duneros, su peso contenido, su tubo de escape elevado y la generosa distancia de su motor al suelo. 

Pero no la ensuciaré más por hoy, que al fin y al cabo tengo pendiente aún la sesión de fotos.  Álex, ¿bajas a jugar?

Conclusión

A veces no hace falta subirse a una moto con muchos caballos para pasárselo bien. Y así es la inmortal Van Van, una 125 muy 'facilona' que engancha por sus formas, por la calidad de sus acabados y por su personalidad dentro y fuera del asfalto (aunque hoy sea más urbana que otra cosa). ¿A quién no le gusta?

Lo mejor: diseño, estética, estilo, versatilidad, acabados 

Lo peor: motor escaso, frenos justos, gama de colores reducida (el Blanco Sólido Especial de esta prueba fue la gran novedad de 2016 y Suzuki lo retiró del mercado español a los pocos meses), precio, depósito de gasolina pequeño.

Fotos: Álex Aguilar.

Equipación: casco Givi Tweet 30.0, chaqueta Axo Madison y guantes Hevik Stoccolma. 

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